Es de público conocimiento que los movimientos secesionista de Escocia y Cataluña han sido sometido sus deseos de independencia a un referéndum. El caso Catalán ha sido foco de atención y discusión en 2017, especialmente por su determinación de llevar a cabo el referéndum pese a haber sido declarado inconstitucional[1]. Por su parte el pueblo escocés ha votado por el “No” a la independencia en 2014. El movimiento separatista, aunque más reducido, sigue vigente en Reino Unido. ¿Cuánto de lo que se vio fue voluntad popular y cuánto hay de artimaña política?

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La cuestión política

Se podrá observar, en primer lugar, que hay una diferencia entre los dos referéndums: el marco legal en el que se dio cada uno.  Contrario a lo sucedido el 1 de octubre de 2017 en Cataluña, Escocia contaba con el apoyo de Reino Unido y el que fuera primer ministro en aquel entonces, David Cameron.

Escocia registró un record histórico en participación electoral que no había sido alcanzado nunca desde que se estableció el sufragio universal, hace más de cien años. El referéndum presentó un tope de participación ciudadana de 84, 5% en toda Escocia y 90% en algunas circunscripciones escocesas. En cambio, no ha sido así el caso catalán. Ya sea por la ilegalidad en la que transcurrió la votación o las pocas garantías electorales que se dieron, el porcentaje de personas que asistió a votar fue significativamente menor. El parlamento habilitó la votación para cinco millones de personas, censo que no fue oficial y sobre el que tampoco se proveyeron datos fehacientes para poder comprobar su veracidad. El referéndum no solo contó con tan solo el 43% de la participación del padrón, sino que también fue ligeramente menor a la de la consulta soberanista realizada el 9 de noviembre de 2014, con una diferencia de cerca veinte mil votos por debajo de los 2.305.290 de la consulta. A pesar de que el pueblo votante incluía en esta primera consulta un espectro más amplio, incluyendo a los ciudadanos de 16 de años, esto último no parece haber tenido mucha incidencia en el resultado. En Cataluña, a diferencia del caso anteriormente expuesto, sí se impuso la independencia por un 90% a favor.

Escocia ha logrado una tregua, por el momento, frágil con el gobierno central de Reino Unido. Este último ha accedido a la concesión de nuevas facultades administrativas y gubernamentales al pueblo escocés como es la administración en materia presupuestaria. Siguiendo esta línea, el partido de la líder Sturgeon, SNP (Scottish National Party), que promulgó y utilizó al referéndum como su principal recurso de campaña; ha perdido las bancas que había ganado de manera sorpresiva en 2015. Dadas las condiciones actuales un segundo referéndum parece alejarse de los sueños dorados de la líder del partido secesionista. Ella misma ha reconocido al referéndum como “factor” para la resolución de las pasadas elecciones adelantadas del 8 de junio de 2017.

A la derrota electoral, se le suma la victoria en varias circunscripciones de Escocia, del partido conservador y unionista. No se logra visualizar en el corto plazo otro intento separatista tan claro como el de 2014. Aun cuando se hubo efectuado la salida de Reino Unido de la Unión Europea, ante la cual el pueblo escocés había demostrado su profundo desacuerdo.

A pesar de la legalidad con la que transcurrió el referéndum escocés, no estuvo exento del uso político del SNP. Que tomó la causa independentista como suya para llegar al poder y una vez logrado el referéndum la falta de propuestas políticas o de una visión más allá de lo utópico les jugó una mala pasada que desembocó en su actual derrota.

Se han registrado denuncias de empresarios que trabajan en Escocia, alegando supuestas extorsiones para amedrentarlos ante una posible votación en contra o bien para que dejen de hacer campaña a favor del “no” a la separación. Así lo relataba un antiguo director ejecutivo de la Asociación de Whisky Escocés: “A veces iba tan lejos como que importantes funcionarios del SNP hicieran llamadas intimidatorias. El mensaje era claro, no te metas más en el debate[2] Cerca de 20 empresas encuestadas confirmaron las acusaciones que tienen por protagonista al partido secesionista.

Pese al manejo ilegal del SNP en Escocia se afirmó la respuesta por la unión.

El caso de Cataluña no ha escapado a las controversias. Si ya resulta lo suficientemente ilusoria la  declaración de independencia con menos de la mitad del padrón en las votaciones, cuanto más entonces, al no tener certezas de que porcentaje concreto de ese total realmente votó. Pongamos por caso a Espinelves, un municipio de Girona, que tenía habilitada la votación para 164 personas. El Ayuntamiento declaró que hubieron 536 votos, el “sí” obteniendo 527 de ellos, es decir, 321% más que lo que el censo establecía. Esto ocurrió en 71 diferentes municipios, pero está lejos de ser lo único. No solo hubo irregularidades en el recuento, sino que, además, se infiere también, que al poder votar en cualquier escuela independientemente de la designada, varios ciudadanos votaron más de una vez[3]. El mismo presidente Rajoy denunció que niños votaron aquel día.[4]

La cuestión económica

 

Por lo que se refiere a  Cataluña y Escocia, ambas son zonas ampliamente ricas con alto PBI per cápita. Cataluña es la primera economía de España por volumen de PIB, en el ranking de las comunidades autónomas. [5] Por su lado, Escocia presentó, en 2014, un PBI per cápita superior al de Reino Unido que se encuentra 2 posiciones por debajo, según los datos oficiales del gobierno escocés.[6]

Barcelona es una de las zonas más ricas de Cataluña en dónde se concentran la industria y los servicios, y que además presentaba en 2014, una densidad poblacional que superaba los 5 millones y medio. En Barcelona se registró tan solo una participación ciudadana del 41%, en el referéndum, de la cual un 10% de ese total votó en contra de la independencia. Por su lado, en Escocia, Glasgow es uno de los centros más poblados, además de ser la economía más grande en Escocia y ser la tercera fuente más grande de ingresos de PBI per cápita en Reino Unido, después de Londres y Edimburgo. (Conviene subrayar que este último votó oportunamente por mantenerse como parte del Reino Unido).

Glasgow votó a favor de la separación de Reino Unido, no obstante solo registró un 75% de participación contra el promedio general de 85% entre todas las circunscripciones restantes. Bastante inferior a comparación de otros como los de Stirling o East Durbantonshire que registraron participación del 90 y 91% respectivamente.

La deslegitimación del acto separatista catalán no solo ha dividido a su población, sino que ha puesto de manifiesto que las zonas que más posibilidades tienen de subsistir sin el gobierno central, han entendido que no están dadas las condiciones para la secesión. El comercio interno le representa hoy en día a Cataluña el 30% de su riqueza, superando las ganancias obtenidas por exportación. De haber procedido la separación, por las condiciones de ilegalidad en las que fue desarrollado el referéndum, las relaciones comerciales con el resto de España hubiesen cesado inmediatamente.

En el caso de Escocia, la comunidad empresarial había firmado una carta, con un total de 133 ejecutivos, apoyando la unión. El caso de Edimburgo es otro ejemplo concreto de lo aquí expuesto. En consonancia con la economía catalana, en Escocia las ventas al resto del Reino Unido siguen siendo la mayor vía  comercial del mercado escocés con 21,1 billones de libras más que el estimado del total de exportación exterior. Como consecuencia de un futuro como Estado por fuera del Reino Unido, las relaciones comerciales habrían sido por lo menos, tensas, aún con la legitimación del gobierno central.

En efecto, puede observarse a la luz de los datos expuestos, que una potencial separación de ambas comunidades de sus respectivos países, generaría, mayores problemas que soluciones. Y así lo han entendido Barcelona y Edimburgo, que a pesar de sus altos niveles de ingresos han decidido indefectiblemente votar en contra de la secesión. Entendiendo que sus economías serían grandemente damnificadas, si se interrumpiesen las relaciones de mercado interno.

Ha quedado más que claro que los intentos secesionistas forzosos de Cataluña no han tenido la legitimación electoral que se esperaba, y que la intención de afirmar que no se iba a salir de la Unión Europea y que tampoco iba a afectar la economía, ha sido echada por el suelo. Haber declarado la independencia tan solo con el oficialismo en el congreso, nos demuestra lo precipitado de sus decisiones como fuerza política, la poca visión a futuro y las ansias de reclamarse amos y señores de un movimiento que nunca les perteneció. Escocia ha sabido comprender los tiempos vividos y no parece, como hemos mencionado antes, que la salida de la Unión Europea le haya cambiado demasiado el panorama  a la comunidad. El referéndum de Escocia, en lugar de afirmar una posición separatista, ha dejado en claro que la mayoría desea mantenerse como en la actualidad, los resultados han dado seguridad al pueblo y no ha resultado en un catalizador para nuevos reclamos  de este tipo.  La propia Sturgeon ha admitido que ahora no están dadas las condiciones para actuar de la misma manera que en el 2014 y ha decidido dejar esa discusión en segundo plano.

[1] artículo 1 de la Constitución española, y el artículo 2, el artículo 9.1, el 168

el artículo 149.1.32ª, También considera vulnerado el artículo 23. http://www.libertaddigital.com/espana/2017-09-07/el-constitucional-prohibe-el-1-o-1276605513/

[2] http://www.heraldscotland.com/news/13165184.SNP_figures_accused_of_intimidating_business_leaders/ (en inglés)

[3] https://elpais.com/ccaa/2017/10/03/catalunya/1507048467_326934.html

[4] https://okdiario.com/espana/cataluna/2017/10/01/utilizacion-ninos-referendum-primero-escudos-humanos-luego-votantes-1374571

[5] : https://www.datosmacro.com/pib/espana-comunidades-autonomas/cataluna

[6] http://www.gov.scot/Topics/Statistics/Browse/Economy/PubGDP

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