Si bien Argentina es bien conocida mundialmente por su producción de vinos de alta calidad, en lo que respecta al mercado internacional, compite con paises como Australia, China y Chile. ¿Cómo se encuentra posicionada la industria vitivinícola nacional en el mundo? ¿Qué oportunidades ofrece a al desarrollo de la economía argentina? En esta oportunidad escribe Nicolás Alvarez Masi.
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Para comenzar a analizar el tema que nos compete, primero es necesario hablar sobre la importancia del sector vitivinícola a nivel nacional, su incidencia tanto en el mercado interno como en el externo. Según datos del INDEC, en 2017 la industria del vino aportó poco más de dos mil millones de dólares al PBI, lo que representa un 0,4% del total. Ahora bien, en cuanto a hectáreas que utiliza, unas 220.000[1], no llegan a ser el 0,1% del total cultivables en nuestro país. Es decir, en una relación aporte/superficie, el sector multiplica por cuatro su participación. Esto nos demuestra un alto valor agregado en los productos, representando la mano de obra, en algunos casos, el 70%. Tanto en términos directos como indirectos, la vitivinicultura genera más de 300.000 empleos en las 18 provincias que desarrollan la actividad[2]. Históricamente, una gran parte de la producción se comercializaba internamente (alrededor del 70%), aunque en las últimas décadas se ha visto un claro retroceso en el consumo por parte de la población local, pasando de 75 litros per cápita en 1980, a 21 en 2016. La principal variedad que se produce localmente es el Malbec, que en 2017 representó el 56% de las exportaciones[3], seguido muy de lejos por otras uvas, como Cabernet o Sirah.
En cuanto al mercado internacional, Argentina es el decimoprimer exportador de vinos, vendiendo al mundo alrededor de 200 millones de litros anuales, lo que representa el 2% de las exportaciones mundiales de este producto. Histórica y actualmente, países europeos como España, Francia e Italia concentran la mayor cantidad de exportaciones, alcanzando más del 50% por décadas. En los últimos tiempos, competidores del ¨Nuevo mundo¨ lograron insertarse en el mercado, como Australia, Chile, China y la propia Argentina.
A partir de 2015 los países europeos sufrieron una merma en la producción debido a condiciones climáticas adversas. Esto ha dado la posibilidad a los demás oferentes antes mencionados ganar competitividad internacional y dar a conocer sus productos ¿Nuestra industria está a la altura de los demás competidores?
En cuanto a producción, según un artículo de la BBC[4], Argentina supera a Chile, produciendo la primera 11,8 millones de hectolitros (es la medida que utiliza el sector; representa 100 litros) y el segundo 9,5 millones anuales, lo cual se explica en mayor medida por el terreno destinadas a la actividad, representando en Chile 145 mil hectáreas. En cambio, si nos centramos en la exportación, el país transandino supera en amplio margen a nuestro país, colocándose el primero como cuarto exportador mundial y el segundo, decimoprimero. Aquí es necesario atender la destinación de la mayoría de la producción (alrededor del 80%) al mercado interno en Argentina mientras que en tierras chilenas la proporción es del 25%. En relación al destino exportador de cada país, los vinos mendocinos tienen destino principalmente estadounidense y británico, mientras que los chilenos tienen a China como principal socio comercial en el sector[5]. Ambos países a su vez exportan un alto porcentaje de vino fraccionado (en botella o caja), alrededor del 75% promedio, en detrimento de las exportaciones de barril, que representan el restante 25%[6], dato que nos refiere al proceso industrial que tienen estos productos. Estos datos nos van a ayudar a responder la siguiente pregunta: el gran poder exportador que posee Chile en relación a la Argentina ¿Responde a la calidad de los productos o se debe al contexto en que ambos producen, transportan y venden sus vinos?
Una primera diferenciación en cuanto a las condiciones en las que ambos productos compiten en el mercado son los costos de transporte y logística. En este caso, Argentina tiene un problema geográfico por un lado y uno de infraestructura por otro. La región de Cuyo, que representa el 90% de la producción nacional, se encuentra muy lejos del puerto de Buenos Aires, de donde sale el 70% de la exportación, mientras que el restante viaja desde Valparaíso, lo que implica costos de aduana extra. Además, la totalidad de la producción es transportada en camión, que representa un costo de 82% extra en relación al tren[7]. Chile, en cambio, al ser un país mucho más pequeño, las distancias a recorrer por sus productos son mucho menores, al igual que sus gastos. En relación a los costos, también es importante hablar de los TLC (Tratado de libre comercio) que tiene Chile tanto con la Unión Europea, como con China y con Estados Unidos y Canadá. Los vinos chilenos actualmente están pagando cero arancel para comerciarse en las góndolas, mientras que Argentina, por no tener estos acuerdos bilaterales, se ve obligada a abonar costos de aduana y otros impuestos. Para dar un dato concreto, para colocar una botella a la venta en Nueva York, Chile paga 0,18 dólares, mientras que Argentina abona 0,31 dólares, un 43% más. La brecha se agranda cuando vemos la situación en Inglaterra, donde la diferencia representa el 57%[8]. Finalmente, la inestabilidad económica y la alta inflación que sufre nuestro país desalientan a su vez las inversiones extranjeras.
¿Los vinos chilenos son mejores que los argentinos? Según el ranking de 2017 de James Suckling, uno de los más prestigiosos en el campo de la enología, tres vinos chilenos aparecen entre los top 10, llegando uno de ellos (Almaviva Puente Alto) a ser considerado el mejor del mundo. Por el lado argentino, cuatro son posicionados dentro de los treinta mejores. Esto nos da un poco la idea de que, más allá de un puesto más o menos en el ranking, tanto los vinos chilenos como los argentinos tienen una gran calidad internacional y la capacidad para competir con las mejores bodegas del mundo. También es importante resaltar las variedades que se producen. Mientras en Argentina la variedad por excelencia es el Malbec, siendo el primer productor mundial de esta cepa, la industria chilena es más diversa, contando con proporciones similares de Cabernet Sauvignon, Chardonnay, Sirah, Merlot, entre otros. ¿Argentina debería continuar especializándose en Malbec, o debería diversificar su producción? Si bien podemos entender que la diversificación de los productos nos puede dar mejores oportunidades en el mercado, el Malbec es la variedad que hace conocido a nuestro país y en la cual poseemos la mejor calidad a nivel mundial. Como afirma el reconocido enólogo Michel Rolland, en el mercado del Malbec, la Argentina no tiene competidores, tanto por calidad y por cantidad de su producción; en cambio, si nos referimos a otras cepas, como Cabernet Sauvignon, el mercado es más competitivo por contar con oferentes como Estados Unidos y Francia. Además, afirma que la producción de esta cepa tiene aun mucho por crecer y desarrollarse, por lo que habría que seguir apostando a su elaboración y especialización
La industria vitivinícola es en la actualidad uno de las claves del sector industrial argentino, por poseer un alto valor agregado en sus productos y por el mencionado reconocimiento internacional que sus productos poseen. Es por esto que este sector ha apoyado numerosas veces diferentes TLC para que sus vinos tengan mejores condiciones de competitividad en el exterior. El problema está en que la mayoría de los productos industriales argentinos no están a la altura de competir libremente (sin aranceles que los protejan), por lo que una invasión de productos extranjeros haría que muchas pymes tuviesen graves problemas económicos.
Visto en retrospectiva, creo necesario continuar incentivando la industria del vino, aprovechando las buenas condiciones naturales que nuestro país presenta para su producción. Creo relevante a su vez atender la demanda de países del sudeste asiático, con China como principal exponente. Esta parte del mundo está encaminada a ser el centro de la economía mundial y nuestro país debe estar al tanto para ofrecer sus productos de mejor calidad. Además, es importante definir ciertos sectores que produzcan valor agregado con los cuales la Argentina sea capaz de insertarse en el mercado internacional para producir divisas. La vitivinicultura tiene toda la capacidad para ser uno de ellos.
[1] http://www.inv.gov.ar/inv_contenidos/pdf/estadisticas/anuarios/2016/REGISTRO_VDOS__WEB__2016_2.pdf
[2] http://www.inv.gov.ar/inv_contenidos/pdf/estadisticas/anuarios/2016/REGISTRO_VDOS__WEB__2016_2.pdf
[3] https://www.iprofesional.com/vinos/263726-exportaciones-bodega-vinos-El-boom-del-vino-Malbec-argentino-cuantas-botellas-se-venden-cada-24-horas-en-el-mundo-de-esta-variedad
[4] https://www.mendozapost.com/nota/100339-quien-produce-y-exporta-mas-vino-argentina-chile-o-estados-unidos/
[5] https://www.lanacion.com.ar/2111072-al-vino-argentino-aun-le-cuesta-competir-en-el-exterior
[6] Para argentina: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/comportamiento_exportaciones_vino_fraccionados.pdf
Para Chile: https://www.odepa.gob.cl/wp-content/uploads/2018/01/Bvino2018enero.pdf
[7] https://losandes.com.ar/article/el-costo-de-transportar-vino-en-camion-es-82-mas-caro-que-por-tren
[8] https://www.cronista.com/negocios/Con-altos-costos-para-exportar-los-vinos-argentinos-pierden-espacio-en-las-gondolas-de-todo-el-mundo-20170928-0028.html