Recientemente, algunos portales de noticias publicaron notas sobre una nueva plataforma de inversiones que permitía a los argentinos probar suerte con las acciones de las nuevas empresas de cannabis medicinal que cotizan en la bolsa de New York. Esas notas nos permiten pensar que algo está cambiando a nivel global. Lo que alguna vez fue marginado y penalizado, ahora parece haberse transformado en una gran posibilidad de desarrollo económico. ¿Será una oportunidad para que Argentina pueda delinear un camino para salir de la crisis?
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Las crisis nos obligan a pesar fuera de la caja. Mientras tanto, pareciera que todo está trabado, como en esas partidas de ajedrez donde las fichas se mueven de un lugar a otro, pero no hay acción. Sin embargo, en esos momentos, un solo movimiento puede llegar a romper esa lógica y dinamizar toda la partida. A veces ese movimiento puede ser ya el prólogo de la victoria. Este contexto quizá sea el mejor para pensar esa acción decisiva. Mucho se ha debatido sobre el consumo recreativo, el medicinal y el autocultivo. Algunos políticos incluso, como el legislador porteño Leandro Halperín, presentaron proyectos para legalizar el autocultivo, la investigación y asegurar la cobertura de obras sociales en tratamientos de medicina cannábica en Buenos Aires. Sin embargo, quizá por tapujos morales, la opinión pública no se ha hecho cargo del lado B de esta discusión: los números económicos de los países que han liberado la producción de cannabis. Es decir, en los países donde se ha optado por la legalización y fomentar la industria, no solo cayó el narcotráfico, se logró recaudar más información sobre el consumo, permitió la regulación de la calidad del producto (lo que ofrece seguridad al consumidor), se logró implementar campañas más efectivas para el tratamiento de adictos a drogas duras (cocaína y paco en su mayoría), sino que también crearon nuevos puestos de trabajo, una nueva industria que ya cotiza en las bolsa de New York y aumentó la recaudación, lo que, en casos como el de California, tuvo un efecto directo en el nivel de inversión en sectores como educación e infraestructura[1].
High-economy: salir del bajón
Como podemos ver tanto en noticieros, diarios y programas de opinión, Argentina enfrenta un problema de recaudación. Sin crecimiento económico, sin producción, sin una exportación que no dependa pura y exclusivamente del sector agrario, los costos del pago de la deuda al FMI recaen sobre toda la población con todo su peso. La economía cae y cada vez es más difícil alcanzar las metas de recaudación sin producir una asfixia fiscal terminal. El bucle es claro: cae la economía, cae el salario real, se pierden puestos de trabajo, se contrae el consumo, se recauda menos, and so on, and so on. La pregunta en este contexto sería ¿Qué puede hacer Argentina para producir un crecimiento económico sustentable que genere puestos de trabajo en el ámbito rural, valor agregado, desarrollo científico, atraiga inversiones y aumente la recaudación de las arcas del estado? Esta misma pregunta parece haberse hecho Puerto Rico. Una nota publicada por el diario mexicano El Economista, titulada “Economía de Puerto Rico espera salir del bajón con marihuana”, dice: “El Departamento de Hacienda de la isla dice que la industria de la marihuana con fines médicos puede generar hasta 100 millones de dólares anuales, a través de su venta y de los impuestos, y ayudar a aliviar el desempleo, que gira en torno al 12 por ciento”[2]. Algo similar sucedió en Colombia. El portal oficial del Senado colombiano publicó una nota titulada “Cannabis medicinal fuente potencial de crecimiento económico para Colombia” en la que dice: “Según estimó el rector [de la Universidad del Rosario], una primera implementación del mercado con el 10% podría representar para la economía una ganancia de 1.000 millones de dólares y a largo plazo hasta 4.300 millones de dólares. Esto rápidamente podría tener un impacto en el PIB del 0,2 al 0,5 %”[3]. En ambos casos hay que tener en cuenta que esos números están condicionados por cuestiones como la extensión de tierra cultivable, categoría en la que nuestro país ocupa el puesto número 10 de mayor extensión a nivel mundial[4].
Sin embargo, esta no es una preocupación que se limite estrictamente a la necesidad de las economías latino y centroamericanas. En el viejo continente, Pablo Iglesias, líder de Podemos, ha defendido su propuesta de regulación del cannabis desde un punto de vista político y económico al afirmar que “el estado se beneficiaría enormemente de la recaudación de impuestos asociados al consumo, y generaría puestos de trabajo en el medio rural, y tendría un carácter crítico en el contexto europeo, al asegurar a España una posición predominante en un mercado de exportación”[5]. Los datos confirman la hipótesis de Pablo Iglesias: la Unidad de Políticas de Drogas de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) ha calculado los ingresos que implicarían legalizar el cannabis en España. Según el análisis de la UAB, el Tesoro Público español recibiría € 3,3 mil millones ($ 3,71 mil millones) por año en impuestos y contribuciones a la seguridad social. El estudio también señala que un total de 101,569 lugares de trabajo se regularizarían para producir los 820,597 kilogramos necesarios para satisfacer las demandas actuales.[6].
La especulación sobre el impacto económico de la industria cannábica parece ser cada vez más grande, sobre todo cuando tenemos en cuenta lo sucedido en la bolsa de Nueva York en septiembre del año pasado. En una nota titulada “Wall Street: las acciones de la marihuana se elevan a su máximo histórico”, el NY Times dice: “En febrero, la primera compañía de marihuana fue incluida en una bolsa de valores de Estados Unidos, lo cual representó un hito para la industria. Desde entonces, otras compañías de marihuana han cotizado en las principales bolsas de valores a la par de Apple, Microsoft o Facebook. Canopy Growth se incorporó en mayo, seguido en julio por la firma canadiense Tilray, cuya valoración en el mercado se disparó en un 800%, llegando a US$ 14 mil millones. Las acciones de todas las compañías de marihuana listadas aumentaron 96.56 por ciento, solo en agosto. A modo de comparación, el sector financiero ganó un 1,13% durante el mismo período y el índice S&P 500, que enumera 500 empresas en 11 sectores, subió solo un 0,74%”. Estos números son el reflejo de lo que sucede al absorber y regular un mercado que se ha mantenido en las sombras por décadas, sin haber logrado mejores resultados que aumento de la violencia y pérdida de dinero: México gastó en los últimos 10 años 50.000 millones de dólares en la guerra contra el narcotráfico, casi 200.000 personas han sido asesinadas y más de 28.000 declaradas desaparecidas[7]. En síntesis: no sólo no se ha logrado reducir el narcotráfico a través de la persecución, sino que se ha dilapidado el dinero de los contribuyentes.
Recaudación, desarrollo e inversión
Ahora, analicemos un caso concreto, el caso del estado de Colorado. Según el portal de Condados como Pueblo han aprovechado el dinero para introducir 750.000 dólares en becas escolares. En general, la mayor parte del dinero recaudado por Colorado se destina a escuelas (mediante fondos especiales), a gasto sanitario y a servicios sociales de toda condición, con acento especial en la prevención de riesgos[8]. Algunos estudios calculan que Estados Unidos podría recaudar más de $100.000 millones de dólares hasta 2025 si legalizara el cannabis.
El impacto en la producción de puestos de trabajo no ha sido menor. Según un estudio realizado por Marijuana Policy Group[9], Colorado ha sumado alrededor de 18.000 puestos de trabajo desde la legalización. La abrumadora mayoría serían directos (unos 12.000), mientras que los demás se repartirían en industrias auxiliares. Sin embargo, en este caso nos estaríamos limitando a analizar solo la producción de cannabis para uso médico y recreacional. Ahora ¿Qué sucede con la producción derivada del cáñamo en general? El cáñamo se utiliza para más de 25.000 productos biodegradables y de obtención sencilla, biológica y ambientalmente correcta. Se utiliza en la industria alimentaria, tanto para humanos como animales, en la industria cosmética, textil, combustible y como material de construcción. Cualquier material elaborado con plásticos o con madera puede reproducirse con éxito a partir de plantas de cáñamo. Esto implica, de manera directa, producción de valor agregado. Más industria, más exportación, más recaudación. Estos números son importantes si tenemos en cuenta que es un mercado incipiente, en el que están asomando los primeros gigantes, pero aún hay posibilidades de competir.
En un país como Argentina, donde tanto la educación y la salud pública parecen ser el eslabón más débil frente a las situaciones de crisis económica, no es absurdo pensar que esta aventura económica podría dotar a las provincias de menos recursos de un capital suficiente para afrontar las necesidades propias de sus sistemas de educación y salud, entre otras cosas. Un ejemplo nacional reciente para tener en mente y analizar su progreso es el de Jujuy, la primera provincia argentina en comenzar un plan de producción de aceite de cannabis. Gastón Morales, hijo del gobernador de la provincia y presidente de Cannabis Avatara, recibió la autorización para cultivar en una finca jujeña. En relación al potencial económico de la producción, declaró: «A nivel mundial se pagan 53 pesos el kilo tabaco y en el mercado oficial se pagan 3.000 dólares el kilo cannabis, unos 110.000 pesos el kilo aproximadamente. Estamos hablando de sustitución de cultivos. No decimos eliminar el tabaco, la caña, sino empezar a preparar el terreno en un proceso que más temprano que tarde se va a dar a nivel nacional»[10]. El horizonte es claro. En este caso podríamos decir una cosa: todo lo que no es ganancia, es pérdida. ¿Cuánto dinero está perdiendo Argentina al no contemplar un ingreso masivo a la industria cannábica mundial? ¿Qué porcentaje del PBI anual podría significar esta producción en sus primeros años? ¿Cuál es su potencial? Imposible contestar esas preguntas si, por el momento, no parecen estar siendo planteadas donde corresponde.
Post-scriptum:
Esta extensa reflexión está lejos de ser una apología o un delirio de hippies avivados del siglo XXI. Pareciera que en nuestro país esta discusión no puede llevarse a cabo de forma madura por una particularidad ideológica: la existencia de un extenso grupo liberal-conservador. Ese oxímoron ideológico hace que sus defensores sufran de una miopía severa al tener que comprender el efecto que produce en la sociedad la naturaleza misma de las políticas económicas liberales. No es necesario asumirse como marxista para aceptar que los cambios en las fuerzas productivas y las relaciones de producción producen efectos inmediatos en la forma en la que se relaciona y actúa una sociedad. No hay revolución económica sin revolución social: todo lo sólido se desvanece en el aire. Como consecuencia, la necesidad de mantener un orden tradicional, preservar una moral, es imposible en el mundo de continuo cambio que impulsa la misma naturaleza del capitalismo. La moral esgrimida en las discusiones sobre el tema queda en offside al momento de enfrentarse con los datos. Incluso podríamos invertir el cuestionamiento ¿Cuán ético es negarse a un mercado que podría producir riqueza, fuentes de trabajo, desarrollo científico y recaudación impositiva récord? Teniendo en cuenta que la balanza del impacto social ha demostrado más pros que contras, creo que la respuesta es obvia.
El consumo recreativo de cannabis parece plantear un dilema en relación a la libertad, pero sólo en términos superficiales. Una de las principales excusas ha sido la peligrosidad del consumo de determinadas sustancias, argumentando que esa peligrosidad era suficiente para prohibirlas. Sin embargo, cuando analizamos los números, según la Organización Mundial de la Salud, cada año se producen 3 millones de muertes en el mundo debido al consumo nocivo de alcohol, lo que representa un 5,3% de todas las defunciones, mientras que el tabaco mata cada año a más de 8 millones de personas, de las que más de 7 millones son consumidores del producto y alrededor de 1,2 millones son no fumadores expuestos al humo de tabaco ajeno. Un informe emitido por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) en 2017 afirma, sin embargo, que no se reportó ni una sola muerte por sobredosis en esta última presentación. Algo que se repite desde 1997, año en que fue creada la oficina antidrogas de la ONU. Podríamos pensar, en consecuencia, que la visión negativa sobre algunas sustancias está asociada, más que a un potencial efecto negativo en la salud, a un prejuicio sobre sus efectos en el poder productivo de una persona: si una persona está bajo los efectos de una X sustancia, rinde menos laboralmente. Esto puede confirmarse al observar lo sucedido en EEUU en relación al consumo de nootrópicos[11] en las universidades y trabajos que implican alto rendimiento intelectual como los que se desarrollan en Silicon Valley, industria en la que también parece haberse impuesto la moda del consumo de microdosis de psicodélicos potentes para aumentar la productividad[12]. La respuesta se vuelve obvia a simple vista: si al final del día el profit aumenta, está bien.
Pensar estas cosas nos obliga a sincerarnos y razonar en frio. Este tipo de discusiones deben llevarse a cabo sin doble moral, tomando el toro por las astas. Al igual que en las discusiones sobre el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo, es necesario un abordaje científico y multidisciplinario. Los números están sobre la mesa, los ejemplos a nivel internacional también. Como dijo Darío Sztajnszrajber: política, no metafísica.
[1] https://cnnespanol.cnn.com/2018/02/01/marihuana-legal-estados-unidos-industria-auge/
[2] https://www.eleconomista.com.mx/empresas/Economia-de-Puerto-Rico-espera-salir-del-bajon-con-marihuana-20170801-0026.html
[3] http://www.senado.gov.co/historia/item/27644-cannabis-medicinal-fuente-potencial-de-crecimiento-economico-para-colombia
[4] https://www.diarionorte.com/article/71742/argentina-en-el-decimo-lugar-de-paises-con-tierra-cultivable-
[5] https://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/que-efecto-economia-puede-tener-legalizacion-marihuana-espana
[6] https://www.forbes.com/sites/anagarciavaldivia/2019/03/11/the-economic-implications-behind-the-cannabis-legalization-debate/#24e798955c56
[7] https://www.eldiario.es/theguardian/guerra-drogas-Mexico-cumple-conseguido_0_588991414.html
[8] https://www.forbes.com/sites/monazhang/2018/03/13/legal-marijuana-is-a-boon-to-the-economy-finds-study/#3e80adcaee9d
[9] http://www.mjpolicygroup.com/pubs/MPG%20Impact%20of%20Marijuana%20on%20Colorado-Final.pdf
[10] https://www.quepasajujuy.com.ar/nota/75093-jujuy-podria-vender-el-kilo-de-cannabis-medicinal-a-3000-dolares/
[11] Los nootrópicos, también conocidos como drogas inteligentes, estimulantes de la memoria y potenciadores cognitivos, son fármacos, medicamentos, drogas, suplementos, nutracéuticos o alimentos funcionales que elevan ciertas funciones mentales humanas (las funciones y las capacidades del cerebro). Los más comerciados hoy en día son: Ritalin, Adderal, Concerta y Vyvanse. En documental de Netflix «Take your pill» se pueden observar la tendencia creciente del uso estas drogas en la sociedad norteamericana año a año.
[12] https://www.elmundo.es/papel/todologia/2017/08/29/59a42f85e2704ec8158b468b.html