La cultura hegemónica, de la mano de la industria cultural, ha logrado reducir la potencia política de las minorías y disidencias. La estrategia principal implica el uso de las técnicas de marketing de forma tal que una empresa, una institución o el mismo Estado, pueda limpiar su imagen en relación a un tema que pueda parecer conflictivo: feminismo, orgullo LGTTBIQ+, cuestiones raciales. En esta oportunidad, Paz Luzuriaga nos presenta una reflexión sobre el uso de estas técnicas en el proceso de occidentalización de la cultura islámica en Francia.

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¿Cuántas veces hemos opinado sin saber con certeza de lo que estábamos hablando? Probablemente muchas. ¿Y cuánto de lo que decimos deviene de una óptica occidentalizada? Probablemente todo. Solemos olvidarnos que el lugar donde crecimos condiciona enormemente nuestra visión del mundo. Nos hemos aferrado a una perspectiva occidental, que pasa inadvertida y no pareciera tener una verdadera repercusión. Sin embargo, en lo que respecta a medidas políticas en los últimos años, este enfoque ha tenido un impacto inmenso en la vida de las mujeres musulmanas, especialmente, las que residen en Francia.

Francia es un país de extrema laicidad: en 2004 sancionó una ley que prohíbe llevar símbolos ostentosos de origen religioso en escuelas públicas, es también conocida como “ley del velo”. Asimismo, en 2011 entró en vigor una ley sobre la prohibición de llevar el rostro cubierto en público, lo que implica la penalización del velo integral. Este gobierno  sostiene que la prohibición de cubrirse la cara es necesaria por cuestiones de seguridad y, en cuanto al impedimento del uso de símbolos religiosos, tiene el objetivo de lograr la “unidad nacional” y reafirmar el principio de laicidad bajo el cual se rige el Estado. La ministra francesa de Justicia, Michèle Alliot-Marie, dijo en 2010 ante el Senado que el velo islámico «cuestiona el modelo de integración a la francesa, fundado en la aceptación de nuestra sociedad» y, también, sostuvo que «vivir la República a cara descubierta es una cuestión de dignidad, de igualdad, de respeto de nuestros principios republicanos»[1]. Desde esta perspectiva, se considera el velo islámico como un símbolo patriarcal que representa la sumisión de la mujer y, es por ello, que tomaron la decisión de prohibirlo. Por otra parte, la ONU, en 2018, ha expresado su descontento con estas medidas, porque violan el principio de libertad religiosa y resultan una forma de opresión a la mujer[2].

Se adoptó esta medida bajo la bandera de la igualdad de género y la liberación de la mujer. Pero, resulta paradójico tomar una decisión sobre la autonomía del cuerpo de las mujeres en pos de su liberación. Estas políticas son xenófobas y misóginas, y se ocultan bajo la fachada de un profundo compromiso con la lucha por la igualdad de género. Esta estrategia política tiene un nombre: purplewashing. Acuñado por la escritora española Brigitte Vasallo, este concepto hace referencia a la utilización del feminismo para legitimar políticas excluyentes contra grupos minoritarios, habitualmente islamófobicas.

El purplewashing, no es únicamente aplicable al ámbito político,  también puede aplicarse a estrategias de marketing. Por ejemplo, la marca Nike lanzó un comercial bajo el eslogan “#juntasimparables”[3] para atraer al público femenino. Mientras que en Camboya mujeres son explotadas en sus talleres trabajando más de diez horas por día en condiciones infrahumanas[4]. Nike usa un discurso de liberación de la mujer mientras continúa explotando a mujeres y niñas. Los fines que se esconden detrás del purplewashing responden a estrategias políticas y de marketing, dirigidas a promover instituciones, personas, empresas, entre otros y, también, amparar medidas o discursos xenófobos.

El purplewashing aplicado a medidas políticas surgió en los últimos años en Francia y demás países europeos a la luz de un creciente número de ataques yihadistas. Entre 2014 y 2018, Francia sufrió ocho ataques terroristas[5] y no es casualidad. En primer lugar, este país jugó un rol importante en la división del Imperio Otomano, cuya religión oficial era el Islam y el califato gobernaba desde 1517. Por si fuera poco, Francia formó, junto con Gran Bretaña, el Acuerdo de Sykes Picot, repartiendo los territorios de Oriente Próximo, en base a los intereses occidentales. Esta división se hizo sin tomar en cuenta etnias ni religión, puede intuirse que esto podría ser un factor influyente en  los conflictos actuales en Medio Oriente. Este acuerdo secreto traicionaba la promesa hecha al pueblo árabe que aseguraba la conformación del Imperio Árabe, o la Gran Siria, a cambio de que se levantaran contra los turcos. Estos hechos suponen un punto de inflexión para comprender la relación entre el Estado Islámico y Francia.

La prohibición del uso del velo islámico, teniendo este un enorme significado espiritual, es simplemente cruel. El velo es una forma de mostrar modestia, de evitar la sexualización, de proteger la dignidad, entre otras razones. Desde la visión occidental, se ve a la mujer que se cubre con el velo musulmán como terrorista o como oprimida. Por el contrario,dos mujeres respondieron lo siguiente al blog “Marcando el polo”[6], perteneciente a una pareja que lleva más de siete años viajando por todo el mundo:

 

“Uso el hiyab porque es una decisión que tomé para contarle al mundo sobre mi fe. En el Islam, a las mujeres se les pide que se cubran para preservar su modestia. Sin embargo, queda en la decisión de cada una .[…] Yo decido usarlo porque estoy orgullosa de mi religión, […]”

 

“Porque pienso que es una protección. Usándolo me siento protegida de las miradas de los hombres que no sean miembros de mi familia.[…] Las mujeres musulmanas nos cubrimos de pies a cabeza, y protege nuestra dignidad porque ningún hombre que no sea nuestro familiar puede ver nuestro cuerpo.”

 

Ante las medidas francesas y el prejuicio creciente contra las musulmanas a raíz de los atentados, el líder de Al Qaeda publicó un video, en agosto del presente año, titulado “ La batalla del Hijab”[7]. Al-Zawahiri dirige su discurso a la mujer musulmana y advierte sobre la declaración de guerra contra el Islam que busca obligarlas a abandonar su religión y su hijab. Él las alienta a permanecer pacientes, perseverar y que busquen la ayuda de Alá. El líder de la organización terrorista realiza la siguiente pregunta retórica:

“¿No es extraño afirmar que el mundo está controlado por cinco potencias criminales a través de su legitimidad internacional y luego estos nos sermonean sobre democracia e igualdad?”

A partir de esta pregunta, cabe cuestionar: ¿es realmente progresista y moderna esta supuesta búsqueda de unidad e igualdad francesa? En definitiva, no, y es simple explicar por qué . En 1927, la URSS, dirigida por Joseph Stalin puso en práctica un programa de políticas llamado “Hujum”. Tenía el fin de que las mujeres de las regiones musulmanas dejasen de llevar velo, considerado discriminatorio, para así hacer efectivas las leyes que estipulaban la igualdad entre mujeres y hombres, bajo un discurso de  liberación de la mujer. Esto demuestra que el purplewashing no es un invento posmoderno, más bien es una práctica utilizada desde tiempos remotos para justificar medidas xenófobas, donde se ve directamente perjudicada la mujer, en pos de su presunto empoderamiento.

Muchos podrán pensar que, tal vez, la prohibición del velo en Francia resulte un alivio para las mujeres musulmanas quienes se ven sometidas a esta imposición por parte de sus maridos y familias. Al contrario, el blog “Vice”[8] se encarga de plantear la contracara de esta idea al preguntarle a mujeres musulmanas que opinan del veto al velo en los lugares de trabajo en Europa:

 

“[…]parece que estas políticas están destinadas a arrebatarme mi voz.[…]”

 

“[…]Todo está orquestado por los medios. Han estado fomentando la islamofobia y la idea de que la gente debería temernos. Y han permitido que todo esto creciera hasta el punto en que las vidas de las mujeres se están viendo afectadas.[…] Es desalentador.”

 

“[…] Parece que estamos liderando la liberación y los derechos de las mujeres, pero al mismo tiempo excluyendo a las mujeres musulmanas de la lucha. Luchamos por los derechos, pero no por los de las mujeres musulmanas.[…] Parecemos ser muy selectivos con respecto a quién y qué apoyamos bajo el falso pretexto de estar luchando por la igualdad para todos.”

 

Estos testimonios son indicios de que imponer prohibiciones sobre las mujeres no resulta liberador ni empoderante. Por el contrario, las oprime aún más. Estas mujeres padecen desamparo por parte de los países en los que residen, pagan impuestos y desarrollan su vida tanto personal como profesional. Es una violencia racista con marca de género, se cuestiona su derecho sobre el propio cuerpo, se las infantiliza y cosifica. Esta violencia es estructural puesto que está legitimada tanto por el sistema racista como por el sistema patriarcal. En la revista virtual “Pikara”[9], se cita a Itzea Goikolea Amiano, investigadora perteneciente al departamento de lenguaje y cultura de Medio Oriente y sus cercanías de la Universidad de Londres, quien sostiene:

 

“La islamofobia de género es un término que hace referencia a las actitudes xenófobas e islamofobia que también se mezclan con discursos sexistas y misóginos y que oprimen, discriminan y se ceban doblemente con las musulmanas que con los musulmanes. (…) con estas actitudes se perfila una actitud totalmente paternalista y patriarcal, que deja a estas mujeres sin agencia, sin capacidad de decisión y acción.”

 

Quienes acusan a los musulmanes de oprimir a las mujeres pretenden dictaminar cómo deberían vestir para librarse de la opresión. Les ordenan destaparse, arrebatándoles su identidad y autonomía. La perspectiva occidental resulta cegadora y distorsionadora, hace que se vea a la mujer musulmana como un complemento de su marido. Se las juzga de débiles y sin carácter, como si por usar velo estuvieran avalando el patriarcado y la violencia que de él deriva. No se busca liberarlas, sino que encajen con los conceptos occidentales de liberación. Las medidas en contra del velo no giran en torno a proteger el laicismo, sino a sentenciar cómo debería practicarse la religión de un modo que resulte aceptable desde el punto de vista occidental. La humanidad ha evolucionado de la barbarie a la civilización y existe la idea de que el oeste ha llegado al auge del desarrollo y que Oriente aún debe llegar a ese nivel de evolución. Sin embargo, cada civilización tiene un contexto, un conocimiento y una historia determinada que delimita su recorrido hacia el progreso.

La violencia y el machismo no discriminan ni clases, ni razas, ni religión. Si logramos dejar de lado nuestra mirada occidentalizada, entenderemos que en ningún caso la violencia machista se soluciona aplicando más violencia sobre las víctimas, aislándolas e imponiéndoles términos y condiciones sobre su vestimenta.

[1] https://www.bbc.com/mundo/internacional/2010/09/100914_francia_aprueba_veto_burka_lf

[2] ONU: https://news.un.org/es/story/2018/10/1444152

[3]Comercial “#juntas imparables”: https://www.youtube.com/watch?v=N-cMfwW4k9s&t=2s

[4]The Guardian acerca de los talleres en Camboya de Nike: https://www.theguardian.com/business/2017/jun/25/female-cambodian-garment-workers-mass-fainting

[5]  France24: https://www.france24com/es/20180323-atentados-terroristas-francia-estado-islamico.

[6] Marcando el Polo “Detrás del hiyab: lo que opinan las mujeres musulmanas sobre el velo”: https://marcandoelpolo.com/detras-del-velo-lo-que/

[7] MEMRI sobre “La batalla del Hijab”: https://www2.memri.org/espanol/lider-de-al-qaeda-ayman-al-zawahiri-dirigiendose-a-la-mujer-considera-que-la-batalla-de-occidente-en-contra-del-hijab-sera-parte-de-la-guerra-contra-el-ummah-islamico/56158

[8]Vice “Seis mujeres musulmanas nos cuentan qué opinan del nuevo veto al velo en Europa”: https://www.vice.com/es/article/59mg5z/veto-velo-europa

[9]Pikara, “La islamofobia de género como violencia machista”: https://www.pikaramagazine.com/2016/03/la-islamofobia-de-genero-como-violencia-machista/

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