Luciana Denardi explica qué podemos aprender de los argentinos desendientes de chinos y taiwaneses, qué vinculos guardan con China y Taiwán, cómo vinculan la cultura de esos países con la argentina, de qué maneras son una puerta.
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¿Qué significa decir que hay una comunidad china en la Argentina?
Para empezar habría que decir que hay muchas, muchas comunidades chinas al interior de la comunidad china.
¿Qué las distingue?
Una distinción fundamental es en qué ola migratoria llegaron las familias. No todos los migrantes de China llegaron en el mismo momento. Hubo una ola de taiwaneses en la década de los 70, después hubo una primera migración china de los ´90 y una segunda ola de migrantes chinos de 2004 en adelante. Cada uno de estos flujos va a tener características diferentes, actividades económicas diferentes y mecanismos de inserción en la sociedad diferentes.
Por un lado, los hijos de migrantes provenientes de Taiwán llegados en las décadas del 70 y del 80. Ellos llegaron a la Argentina siendo muy chicos. Sus padres pusieron un almacén, prosperaron económicamente y pudieron enviarlos a la universidad, después de haber hecho la secundaria y parte de la primera en la Argentina. Hoy son profesionales. Muchos se dedican a disciplinas de economía y otros tantos a las ciencias naturales. Y hay un grupo numeroso dedicado al intercambio cultural a través de la traducción y la enseñanza de idioma.
Por otra parte, la migración de los años 90 es de China continental, aunque buena parte viene respondiendo a un llamado de las familias de origen taiwanés que ya se habían radicado en la Argentina. Son familias que habían quedado divididas con la guerra civil china y la fundación de la República Popular, y que ven la posibilidad de reunirse en Argentina. Es la oleada que abre restoranes y supermercados.
Por último, a partir de 2004, llega una tercera oleada de profesionales traídos por las empresas chinas que empiezan a operar en la Argentina. Muchos viven en Puerto Madero, trabajan en grandes empresas, y forman un flujo migratorio cada vez más importarte.
¿Están conectadas estas comunidades?
No necesariamente. Hay un juego de distinciones entre las comunidades, que va desde la política china hasta el estatus. Un gran sector de los descendientes de taiwaneses son pro-independencia de Taiwán y muy críticos de China. No quieren ser llamados “chinos”.
¿Los taiwaneses no quieren tener nada que ver con China?
Bueno, ahí hay tensión. Porque mientras pasa esto que comenté, también pasa que si sos taiwanés tenés muchos incentivos para usar todos los capitales de haber viajado a China, de tener la cultura y el idioma chinos. Esto no era un gran problema hace unas décadas cuando los descendientes de taiwaneses eran los únicos chinos en Buenos Aires. En el Barrio Chino, los restoranes, las escuelas y los profesores de idioma chino, todos eran taiwaneses. En Buenos Aires, la tensión aparece porque el ascenso internacional de China coincide con la llegada de fujianeses a la Argentina.
¿Hay disputa por la herencia china?
Exactamente. Y es una disputa de estatus. Por un lado, porque en Taiwán y los taiwaneses tienen la idea de que son los encargados de custodiar la verdadera tradición china. Y disputan con los chinos continentales quién conoce una China más verdadera o mejor. Por el otro, porque los taiwaneses no querían ser confundidos con inmigrantes recién llegados, pobres y poco educados. Y para evitar esa confusión reforzaron las fronteras de su identidad cultural con caracterizaciones negativas de los hábitos de la comunidad fuijianesa.
¿Qué trajo a taiwaneses y fujianeses a la Argentina?
Alguien les dijo que acá se vivía bien, y vinieron. Pero muchos no tenían idea a dónde llegaban. En China a la Argentina se la estudia como parte del triángulo sudamericano ABC, Argentina, Brasil y China. Muchos no sabeían más es esto. Conocí a una familia que vivió durante varios meses en Berazategui, pensando que era la capital de la Argentina.
Otra razón importante es para romper con las responsabilidades que impone el mandato familiar. Por ejemplo, en China es costumbre es que el hijo mayor se haga cargo de los padres y del resto de la familia. La manera de romper con responsabilidades tradicionales como ésta no es enfrentándose, sino alejándose.
Otra cuestión es la cuestión ambiental y la calidad de vida: el cielo es celeste, no hay tanta competencia, no hay tanta gente. Y, claro, una ley migratoria que otorga muchos beneficios. Era fácil ser un residente legal. Y, por último, que Argentina es generosa, que hay muchas oportunidades para hacer negocios y para emprender. Todas éstas son cosas muy valoradas por los migrantes que llegaron a acá.
¿Qué vínculos guardan estos migrantes con su origen?
También sobre esto hay mucha variedad. La mayoría no pudo volver por años, y algunos construyeron un tradicionalismo muy intenso y conservador. Con el tiempo, este tradicionalismo sorprendió a los hijos que tuvieron oportunidad de viajar. Porque conocieron un Taiwán que tiene una primera ministra mujer y acepta el matrimonio gay. Todo esto es muy diferente del Taiwán de los años 70 que sus recuerdan padres. En la misma dirección, a los chinos que ponen supermercados también les cuesta volver porque tienen que destinar mucho dinero a devolver los préstamos con los que pusieron el supermercado. Aunque acá también la generación de los hijos logra viajar.
Por otro lado, el gobierno chino busca sostener una relación con estos migrantes. El gobierno espera que la diáspora china sea un puente con otro países.
¿Por qué mecanismos el estado chino construye el vínculo con la diáspora?
Hay muchas estructuras gubernamentales dedicadas a esto. Desde soft-power con una mirada específica para la diáspora hasta sectores del Estado destinados a esto. Hay una política de hermanamiento de ciudades chinas y argentinas para cooperación administrativa y cultural, por ejemplo. La política idiomática a través del Instituto Confucio también alimenta la diáspora. Estas cosas todavía son recientes en la Argentina, pero podemos verlas funcionar en otros países americanos con más de cien años de migración china, como México, Estados Unidos y Perú.
¿Y el recuerdo de la tierra natal? ¿Es más bien dulce o amargo?
Es difícil que un chino se enoje con China. El chino tiene un respeto y amor al país muy intensos. Sí hay lamentos por las condiciones de vida que tenían y por las que decidieron migrar. Muchos recuerdan que no tenían baños, ni agua. Pero no registro enojo con China.
¿Y acaso cambió la idea de China, su imagen y recuerdo, con el ascenso chino de los último años?
Sí, ahora ser chino garpa. Es un cambio en la generación de hijos y también en la primera generación que se fue de una China muy pobre. Estos cambios se notan, por ejemplo, en el aprendizaje del chino. Para la comunidad china, el idioma ya no es sólo una cuestión de herencia cultural, sino una herramienta de trabajo. Hay una revalorización del idioma, en clave laboral y económica. Hay otro orgullo por China y su cultura. En las escuelas hay menos chinos con nombres en español y más sostenimiento de su nombre chino. Hay un empoderamiento personal, familiar, íntimo.
¿Advertís que ahora los migrantes chinos están más en contacto con China que antes?
Sin dudas. Especialmente para los jóvenes el contacto es cada vez más frecuente. En los años 80 las noticias llegaban muy esporádicamente desde China, pero ahora es un contacto diario.Se vuelve a China, se hacen negocios con China, se vive de algo vinculado a China.
¿Y qué mezclas o amalgamas ves entre la cultura china y la argentina?
Acá parecen cuestiones de lo más interesante. Por ejemplo, en las cuestiones de género, por ejemplo, en las expectativas sobre las mujeres, donde las formas más tradicionales de la cultura china chocan con las discusiones que estamos teniendo en la Argentina. Muchas mujeres de familias chinas buscan estrategias para ensamblar sus dos mundos. No defraudan la expectativa que sus familias tienen sobre ellas, pero construyen trayectorias más según los tiempos y las formas que posibilita la Argentina.
¿Podés darnos un ejemplo?
Siguiendo una generalización muy amplia, que, desde luego, tiene excepciones y matices, podemos pensar que en las familias chinas hay expectativas muy diferentes sobre el hijo varón y sobre la hija mujer. El varón se dedica a los negocios, a mujer puede elegir estudiar. Entonces, una mujer puede utilizar el estudio, las formas y los tiempos del estudio en la Argentina para demorar o incluso eludir mandatos familiares como vivir junto a su suegra después de casarse. En el cruce de estrategias y preferencias va apareciendo la mezcla.
¿Y hay interés de las comunidades chinas en que la cultura china sea más conocida en la Argentina?
Sí. De hecho, mostrar interés por la cultura china sigue siendo un gran llave de entrada a la comunidad, donde se valora mucho el esfuerzo por conocer la cultura, aprender sobre la historia de China, y, desde luego, por aprender el idioma, que ellos saben que es muy difícil.
Hablás de llave de entrada ¿Es difícil acercarse a la comunidad china. más allá de consumir los bienes y servicios que ofrecen?
Yo no encuentro una comunidad cerrada. Pero toda comunidad tiene su lógica y sus reglas para construir confianza. En el mundo chino, si querés entrevistar a una persona que no te conoce, vas a tener que remar mucho y, recién en un quinto o sexto encuentro, vas a tener una charla relevante. Ahora si vas recomendado por alguien que ellos estiman. la entrada es inmediata. Y en esto la cuestión del idioma juega un rol muy importante. Por ejemplo, si esperás hablar tener una conversación en español con alguien de la comunidad que no lo maneja bien, lo más probables es que no haga ningún esfuerzo. Porque para ellos es exponerse, quedar en evidencia, algo avergonzante, lo que ellos llaman diulian mianzi, 丢脸面子, “perder cara”. Pero si ven que manejás algo de chino, hay las puertas se abren.
En la historia argentina, identidades de muchas comunidades tendieron a debilitarse hasta fundirse en un magma identitario argentino ¿La comunidad china tiene a fundirse o a preservar frontera identitarias?
En el país que estén, los chinos nunca dejan de ser chinos. Aun con el máximo grado de integración, hay una parte china a la que no se renuncia. Pero, más allá de esto, los argentinos de la comunidad china son chinos, son argentinos, son muchas cosas. Todas las personas tenemos múltiples identidades que desplegamos dependiendo de la situación.
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Luciana Denardi es doctora en Antropología Social por la UNSAM. Becaria posdoctoral CONICET. Trabajo diferentes aspectos de China desde 2012.