«La maquinaria, la tecnología, las herramientas de revolución…», es la letra que algunas generaciones corearon frente a la TV mientras esperaban que comience el animé B’t X. Pero no fue solo ese animé. A través de la animación Japón encontró un camino para difundir su imaginario a occidente. Paraíso para freaks y tecnófilos, cuna de mechas gigantes, cultura digital y hikikomoris ¿Cómo se fue construyendo esa imagen de Japón? ¿Qué relación guarda con la realidad actuales del país? ¿En qué momento comenzó el proyecto del diseño de un Japón del futuro?
Para discutir sobre estas cuestiones dialogamos con Martín Gendler, licenciado y profesor en Sociología por la Universidad de Buenos Aires (UBA), diplomado superior en Gobernanza de Internet (Universidad de San Andrés-Universidad Federal de Rio Grande do Sul), doctor en Ciencias Sociales, becario posdoctoral del CONICET e integrante de la Red Iberoamericana de Investigadores de Anime y Manga (RIIAM).
¿Cuándo y cómo entra Japón como una referencia del futuro del futuro? ¿En qué momento del siglo XIX o del siglo XX?
Vamos a dividir la respuesta en dos partes porque, por un lado, te puedo responder desde la parte de la producción cultural específica de manga y anime y, por otro, de un tema más general pero que se vincula con la producción de lo que vivimos hoy en día. Empiezo primero por esta segunda parte. Tenemos que tener en cuenta lo siguiente: después de la Segunda Guerra mundial, más o menos por 1946 y 1947, hay un gran congreso llamado «Conferencias Macy» donde se reunieron aquellas personas que se autodenominaban parte de la corriente cibernética. Básicamente lo que se intentaba hacer era, dentro del andamiaje capitalista de la época, pensar futuros posibles con respecto a la tecnología que era algo súper incipiente. Pensemos que recién había sido inventada la máquina del Código Enigma y se empezaron a sentar las bases de cómo podría llegar a ser una interrelación más fuerte de la tecnología digital con aspectos productivos y de la vida. En la década del 60 Japón es el primer país que hace un plan de gobierno de la sociedad de la información, que se llama el plan Jacudi. En su momento fue revolucionario. Planteaba una serie de distintas etapas de cómo informatizar la sociedad en una época donde las computadoras eran del tamaño de un galpón. Piensen que lo que es Estados Unidos y Europa recién a fines de los 70 y los 80 empiezan a pensar algo parecido que fue la piedra del toque de lo que se conoció después como el proyecto Sociedad de la Información en los 2000. ¿Qué quiero decir con esto? Japón tiene un papel relevante en el futuro porque fue de los primeros en pensar cómo tenía que ser el futuro digital y gran parte de esas ideas que se originaron en los 60 son las que permean hoy en día y a las cuales debemos muchos de los avances científicos/tecnológicos que vivimos hoy en día y los que vamos a experimentar, eso si se quiere desde la parte de la política.
En la década del 60 Japón es el primer país que hace un plan de gobierno de la sociedad de la información, que se llama el plan Jacudi.
¿Por qué había una preocupación por la cibernética o el futuro en Japón?
No hay una única respuesta. Desde su modernización, Japón siempre intentó ser vanguardista en diferentes temas. Pensemos justamente un Japón derrotado en la Segunda Guerra con presencia militar norteamericana y con una estructura productiva que tenía que reinventarse dado que no solo era colonial, sino que justamente estaba devastada por la guerra. El gobierno japonés puso un poco el ojo en la informatización para buscar un diferencial que no existía pero también influida por estas ideas de la cibernética que estaban empezando a dar vueltas. Ahí vieron una posibilidad de cómo afrontar la cuestión. Es decir, Japón estaba buscando cómo reinventarse y encontró que ésta podría ser una excelente posibilidad. No hay una cuestión digamos plenamente cultural o una cuestión digamos natural para explicar por qué Japón fue por este lado. Sí hay que considerar que fue justamente a partir de ese puntapié inicial que todo el resto de los países dijeron: “Che, la verdad que la tecnología puede ser justamente un modo de cambiar el capitalismo”. Porque estamos hablando de un capitalismo con un fordismo sumamente agotado, agotamiento que terminó de ser tal un par de años después con la crisis del petróleo del 73. Entonces en Occidente cuando les llega la crisis del petróleo y el agotamiento dijeron: “¿Cómo podemos reinventar la cuestión?”. Ahí tenían el plan Jacudi de Japón para decir «podemos ir por acá». ¿De dónde salen todas esas aspiraciones de Japón? Mi hipótesis es esa esa, necesitaban un diferencial necesitaban algo para poder remontar la estructura productiva.
El gobierno japonés puso un poco el ojo en la informatización para buscar un diferencial que no existía pero también influida por estas ideas de la cibernética que estaban empezando a dar vueltas. Ahí vieron una posibilidad de cómo afrontar la cuestión. Es decir, Japón estaba buscando cómo reinventarse y encontró que ésta podría ser una excelente posibilidad.
¿Por qué ves un paralelismo de esto en la literatura o el manga?
Justamente porque esas ideas no quedaron simplemente como informes secretos del gobierno, sino que fueron pululando por los distintos medios de comunicación. Se anunciaba a los cuatro vientos el plan Jacudi como si como un plan de políticas públicas. Estos anuncios tuvieron fuertes impactos en la producción cultural japonesa. Es decir, se estaba diciendo que Japón iba a ser el primer país en llegar al futuro digital y eso caló fuerte en el movimiento de arte creativo de Japón. A partir de entonces, muchos creativos japoneses empezaron a pensar cómo sería ese Japón futurista. De ahí salieron las primeras obras que podemos llamarle animes de ciencia ficción. AstroBoy es uno de los más conocidos que ya estaba imbuido con ese espíritu de época, reforzándose con las producciones que salieron en los 70 y 80. Esto ayuda a explicar que no es que la producción cultural de ciencia ficción vino de la nada sino que estaba imbuido justamente de esa inquietud por cómo podía llegar a ser ese “Japón futurista” explorando esos futuros posibles.
Se anunciaba a los cuatro vientos el plan Jacudi como si como un plan de políticas públicas. Estos anuncios tuvieron fuertes impactos en la producción cultural japonesa. Es decir, se estaba diciendo que Japón iba a ser el primer país en llegar al futuro digital y eso caló fuerte en el movimiento de arte creativo de Japón. A parit de entonces, muchos creativos japonenes empezaron a pensar cómo ser´´ia ese Japón futurista. De ahí salieron las primeras obras que podemos llamarle animes de ciencia ficción.
En el momento en el que este ideario futurista crece en Japón ¿Ya había idearios futuristas en otros países? ¿Este ideario futurista compite o dialoga con el idearios soviéticos o norteamericanos?
En esos años había un pensamiento del futuro en Estados Unidos y en la URSS. De hecho, son los años de la llamada época dorada de la ciencia ficción, mayormente apuntada a la carrera aeroespacial. Son años de Bradbury y Asimov. Más tarde eso vuelve aun más popular gracias al cine con Star Trek y Star Wars. Pero, en esos años, la producción cultural japonesa en ciencia ficción era algo distinto, no estaba enfocada en el espacio, aunque pueda tocar el tema lateralmente. El género mecha, el del robot gigante, es fundacional en la ciencia ficción japonesa. Más que la carrera espacial, ahí se está pensando cómo sería una sociedad tecnologizada. El robot gigante mostraba cómo Japón ser diferente de otros países. Japón había experimentado previamente con Godzilla un éxito de una producción cultural donde se mostraba algo gigante dando vueltas por una ciudad. Con los robots ya no era monstruo incontrolable lo que da vueltas por la ciudad, si no que algo que el humano cree que puede controlar, para defender la sociedad o para conquistar. Un robot gigante que es fruto del desarrollo económico del país y de su capacidad de innovar.
¿Indetificás elementos específicos de la tradición japonesa o formas asiáticas en el imaginario futurista de Japón ?
Sí. Hay pequeñas cosas que siempre están presentes, como el momento de comida en la mesa o referencias a la autoridad paterna. Pequeños detalles idiosincráticos. Además, sus narraciones tienen un elemento reflexivo, todos los personajes tienen claros y oscuros, nadie es del todo malo, ni del todo bueno, que es mucho más común en las producciones de los países del este de Asia que en Estados Unidos. No hay un villano tan definido, sino que son personajes bastante complejos que tienen sus motivaciones y en las cuales el espectador puede comprender al villano. Eso es algo que no está tan masticado como suele ser la ciencia ficción tradicional occidental donde queda poco espacio después para hacer más interpretaciones. Si uno piensa en Fahrenheit de Bradbury toda la reflexividad se le escupe al lector en las últimas páginas. En cambio, si uno ve por ejemplo un animé como Psycho Pass lo puede ver varias veces y le va a encontrar un montón de elementos distintos y una entiende todas las motivaciones que tienen los que serían tradicionalmente caracterizados como villanos. Esos elementos son profundamente asiáticos en sentido de complejizar las cuestiones y que el bien y el mal también no solo sean relativos si no son complementarios: una parte no puede existir sin la otra a diferencia de la dualidad más occidental que viene más de un tema bíblico.
¿Ves una evolución, un cambio o un desarrollo entre los primeros temas que aborda ese relato de ciencia ficción en los animes y los mangas? Vos recién planteabas que el primer diferencial son los mechas ¿Encontrás alguna progresión argumental en esa representación del futuro de la técnica?
Existen hasta el día de hoy los productos más simplistas, pero creo que poco a poco fueron incorporando muchos elementos complejos, como por ejemplo de la filosofía como lo vemos en Ghost in the Shell. El transhumanismo, por ejemplo, aparece en una producción cultural para el público masivo permitiendo que el público general se empiece a involucrar sus preguntas y debates. A lo largo de las décadas el animé de ciencia ficción fue incorporando este tipo de tópicos. Disculpen que vuelva a referirme a Psycho Pass pero ahí uno ve todo el tiempo conversaciones de los “villanos” hablando justamente de autores de filosofía para justificar sus acciones. Hablan sobre filosofía y eso puede llegar a despertar algún tipo de curiosidad. Volviendo, se introducen temas filosóficos complejos de forma más explícita o, también, de forma mucho más encubierta. Por ejemplo, el más reciente SAO (Sword Art Online) donde los personajes son personas encerradas en un juego de realidad virtual. En definitiva, la ciencia ficción muestra los miedos y las esperanzas de un momento determinado. Es decir las personas en su momento están pensando en cómo va a ser esa configuración social posible del futuro y lo que están expresando es sus miedos y esperanzas y también un poco están jugando con esa intuición de ver cómo pueden evolucionar las cosas. La mayoría de las producciones de animé que estuvimos nombrando tienen un montón de vericuetos que dan posibles a interpretaciones sobre interpretaciones. No por nada Evangelion o Akira siguen siendo cosas que uno puede ver y disfrutar hoy y son productos que ya tienen veintipico de años.
Astroboy funda esa narrativa de ciencia ficción en el manga ¿Cómo periodizás la evolución del manga de ciencia ficción?
Podemos empezar con robots, después con lo que tiene ver con Astroboy, y recién después aparecen los mechas, que son otro tipo de robots. Porque no es lo mismo un robot autómata, que un robot como los de Robotech que podemos pilotear, o, treinta años después, robots como los de Evangelion que tienen un alma que se sintoniza con la de sus pilotos. En Jap´ón tuvo mucha influencia el género ciberpunk y sus imaginarios distópicos. La trilogía Neuromante de William Gibson fundó esta mirada. A partir de los 2000 se masifican las tecnología digitales y eso suma nuevas muchas problemáticas e imaginarios sobre lo que puede ser el futuro y la interacción entre las personas y la tecnología.
¿El manga actual es pesimista sobre el futuro?
Diría que transita entre el miedo y esperanza, entre Evangelion y Gurren Lagann. En ambas, el riesgo o los problemas también vienen de la ambición humana, de lo que las personas quieren hacer con la tecnología. En Gurren Lagann, la humanidad vive en cuevas porque generó un cataclismo y un enemigo externo evita que la humanidad salga de las cuevas porque sabre que la evolución de la humanidad fue lo que, tiempo atrás, llevó al cataclismo. Ahí algo la complejidad reflexiva que mencionábamos antes.
Este imaginario tuvo un impacto fuera de Japón ¿Y en Japón?
Tradicionalmente el manga-animé japonés se pensaba para el público japonés, la exportación era un “plus”. De hecho, la mayoría o casi todas las producciones japonesas siempre están centradas en Japón y los otros países aparecen mayormente o como aliados circunstanciales o como enemigos. Quizás Alemania sea un país al que haya referencias o resonancias, a veces, aparece un mundo “alemán” en estética o valores, pero que en realidad es Japón, un japón germanizado. Ahora bien, siempre el animé es principalmente un producto local par el público local, así que todo lo que nos llegó a nosotros fue resultado de consumo y discusiones internas. En el actualidad, sin embargo, el mercado global ganó protagonismo y prioridad. De todos modos, en el mercado global el crecimiento es lento porque todavía se trabaja en la aceptación de que el animé no son “dibujitos animados japoneses”. En esto, los productores hacen un trabajo de hormiga hace décadas. Hoy en día, el animé es parte del soft power japonés.
¿Ves que el crecimiento de China y de Corea impactó en la narrativa futurista de Japón ?
No lo he adveritro. En los animes no suelen aparecer ni China ni Corea, ni como territorios, ni como actores políticos, ni como fuentes de innovación mi sensaci´ón es que China y Corea están, más bien, invisibilizados.
Internet está en un nivel de ampliación muy grande actualmente. Mayormente, lo que Japón piensa en sus producciones culturales al respecto apunta más que nada a lo que se conoce hoy como “la inteligencia artificial generalizada”. Es decir, cómo nuestra principal estructura de comunicación e información va a estar administrada por entes maquínicos autónomos.
¿Internet cómo aparece? ¿Cuál es la agenda de los últimos diez años? ¿Es internet? ¿Es la genética? ¿Nos podés contar algo de eso?
Internet está en un nivel de ampliación muy grande actualmente. Mayormente, lo que Japón piensa en sus producciones culturales al respecto apunta más que nada a lo que se conoce hoy como “la inteligencia artificial generalizada”. Es decir, cómo nuestra principal estructura de comunicación e información va a estar administrada por entes maquínicos autónomos. La ciencia ficción permite dar ese paso más allá mostrando por ejemplo ese futuro tecnológico total aunque mayormente siempre decantándose por el lado de a distopía.