Futuro, futuros, futurismo, futuridades
El futuro ya no es lo que era. No llegó hace rato, lejos está de haber llegado. Más bien se desplaza, a cada paso que damos, un poco más lejos, mientras cambia de forma y se multiplica. Como si camináramos hacia El Castillo de Kafka, mirándolo de frente, a través de un caleidoscopio. No sólo nunca llegamos, sino que a cada paso se fragmenta, muta, cambia. Pero aún desde esa distancia el futuro nos habla. Cada vez que levantamos la vista y vemos hacia adelante, nos devuelve la mirada y, aunque parezca paradójico, nos habla de nuestro presente. No sólo provoca la imaginación para que construya un camino hacia él -que futuricemos-, sino que también nos permite pensar las condiciones de posibilidad para alcanzarlo -conocer lo futurible de los caminos, imágenes y discursos que habitamos-. Entre el 2020 y hoy, el impacto de la pandemia, la digitalización forzada, la proliferación de dispositivos de control, el perfeccionamiento de los algoritmos, la profundización de las lógicas de poder a través la bio y la psicopolítica, la atomización, la red, las comunidades intangibles, la prolongación de la vida en un hábitat sin cuerpos, el universo y el metaverso, la plusvalía física y la mental, la salvación del orden, pero también la promesa del fin de los tiempos, parece habernos sometido a una transformación vertiginosa de nuestro futuro. Incertidumbre y pánico para algunos, adrenalina para otros. Es por esa razón que desde Código y Frontera decidimos encarar la producción de este dossier de entrevistas.
Lo que presentamos acá como Teorías del futuro es una exploración de los vectores que nos llevan hacia adelante, que construyen las líneas posibles de nuestro devenir en la historia. Nuestros entrevistados no hacen futurología, tampoco practican la cartomancia o la quiromancia, aunque son lectores de líneas e imágenes. No son adivinadores sino cartógrafos, trabajan con un territorio inestable e inaprensible, la pesadilla de un mapa que cambia como lo hace el desierto con sus dunas trabajadas por el viento. Aunque, si lo pensamos bien, algo de videncia hay, también de profecía, porque en todo tiempo hay profetas, aunque nos vaticinen un futuro oscuro y poco humano.
Con Diego García, co-editor de la revista, pensamos una serie de temas posibles relacionados con el futuro. El primero, aunque obvio, fue la necesidad de presentar una teoría general de la relación que tiene el presente con el futuro: ¿De qué forma el futuro habita en el presente? ¿Cómo se activan esas potencias virtuales? ¿Qué pasa cuando se actualizan? ¿Qué operaciones pueden realizarse sobre los discursos e imágenes del futuro? La persona elegida para despejarnos estas dudas fue Ezequiel Gatto, autor de Futuridades (Casagrande, 2018), Lic. en Historia (UNR), Dr. en Sociales (UBA), Profesor de Teoría Sociológica en la carrera de Historia (UNR), investigador asistente en CONICET en el Laboratorio de investigaciones de ciencias humanas (UNSAM).
Había otro tema que se volvía inevitable: oriente. Japón y China son dos lentes con los que vimos y vemos los futuros posibles. Japón colocó en nuestra imaginación un mundo (sueño o pesadilla) repleto de robots, computadoras y luchas intergalácticas. El animé y los video juegos, desde los rústicos robots y cyborgs como lo podían ser Astroboy y Rockman, hasta las distopías cyberpunk de Ghost in the Shell o la lucha del paradigma científico-humano contra el creador en Evangelion. Por otro lado, sobre todo en la última década, China ha relevado a Japón en su capacidad de capturar nuestro imaginario y parece mostrarnos un futuro donde su hegemonía es inevitable. Es decir, de alguna manera, podríamos afirmar que “El país del centro” gobierna en y desde el futuro a través de nuestra expectativas y miedos. Para hablarnos del futurismo nipón entrevistamos a Martín Gendler, licenciado y profesor en Sociología por la Universidad de Buenos Aires (UBA), diplomado superior en Gobernanza de Internet (Universidad de San Andrés-Universidad Federal de Rio Grande do Sul) y doctorado en Ciencias Sociales y becario posdoctoral del CONICET; China estuvo a cargo de Salvador Marinaro (que actualmente reside en el país asiático) editor de la revista Chop-Suey, sinólogo, Lic. en Periodismo (USAL) y Mg. en Sociología de la cultura (IDAES/UNSAM), Dr. en Estudios Globales y docente de la Universidad de Fudan en Shanghai.
Un fantasma recorre todo discurso que habla del futuro, y ese fantasma es el de la tecnología. Algoritmos, digitalización, big-data, prótesis cyborg, hacking, accidentes propios de una nueva etapa de la relación del ser humano con los desarrollos técnicos, nuevas formas de control y resistencia. Así como Hobsbawn hablaba del “siglo corto”, enmarcándolo entre la Primera Guerra Mundial y la Caída del Muro de Berlín, el accidente de Chernobyl inauguró nada más y nada menos que una era geológica: el tecnoceno. Para este tema decidimos conversar con Flavia Costa, autora de Tecnoceno: algoritmos, biohackers y nuevas formas de vida (Taurus, 2021), Doctora en Ciencias Sociales (UBA), investigadora del CONICET, docente, editora y una de las fundadoras de la revista Artefacto.
Por último, es imposible hablar de futuro sin hablar de ciencia ficción y el impacto que ha tenido no sólo en la cultura popular sino también en la filosofía. Más distópicas que utópicas (aún más, conforme avanza el tiempo) las producciones de ciencia ficción nos han mostrado infinidad de mundos posibles: del optimista proyecto de Atlantis de Francis Bacon hasta el terror abstracto del cyberpunk de William Gibson en Neuromante y las entidades cósmicas de Lovecraft; desde los viajes interestelares de Star Trek hasta el mundo post-apocalíptico de colapso ecológico de Mad Max: Fury road. Ficción especulativa o literatura de anticipación, como quieran llamarla, ha dejado su marca en nuestra psiquis. Algunos lo han vivido como una revelación y se han transformado en los profetas del fin de los tiempos, como Nick Land. En su obra la ciencia ficción es una ventana a través de la cual el futuro se manifiesta en el presente y la filosofía es el intento de darle una estructura inteligible al reflejo que le devuelve ese espejo oscuro. Agustín Conde de Boeck, escritor, Doctor en Letras por la Universidad Nacional de Córdoba y becario postdoctoral de Conicet, fue el encargado de alumbrarnos en este camino.
Los temas y las aproximaciones son tan variadas como los futuros posibles, más o menos próximos, más o menos deseables. No podemos decir que “el futuro es nuestro”, pero el deseo de capturarlo aún está ahí, quizá más fuerte que nunca.