Entre el 31 de julio y el 4 de agosto la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires por primera vez será la sede del XIX Congreso de la International Association of Women Philosophers (IAPH). Por esta razón, decidimos conversar con Mónica Tarducci, doctora en antropología y directora del Instituto de Investigaciones de Estudios de Género, de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), y con Verónica Tozzi Thompson, doctora en filosofía y una de las principales responsables de la organización de la versión local de este congreso, para saber un poco más de los antecedentes de la universidad en la gestión de espacios dedicados especialmente a la reflexión de las mujeres y disidencias.
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En “Las tretas del débil”, un texto dedicado a la retórica de sor Juana, Josefina Ludmer declara: “se sabe que en la distribución histórica de afectos, funciones y facultades (transformada en mitología, fijada en la lengua) tocó a la mujer dolor y pasión contra razón, concreto contra abstracto, adentro contra mundo, reproducción contra producción; leer estos atributos en el lenguaje y la literatura de mujeres es meramente leer lo que primero fue y sigue siendo inscripto en un espacio social”. Lo importante es lo opuesto: “leer en el discurso femenino el pensamiento abstracto, la ciencia y la política, tal como se filtran en los resquicios de lo conocido”. El dilema de la vida de Sor Juana se cifra, de alguna manera, en el problema del espacio y el diálogo. Quiere recuperar para sí -y para el género- una posibilidad negada: la de conocer y dialogar. En su “Respuesta a Sor Filotea” refuta la sentencia bíblica “Callen las mujeres en la iglesia”, señalando que las mujeres no tenían prohibido aprender ni enseñarse entre sí la doctrina cristiana. Ellas se enseñaban doctrina unas a las otras en los templos, y el rumor de conocimiento confundía a los apóstoles cuando predicaban. Por eso Pablo les llamó a callar. Juana, desde la soledad del convento, sueña con la posibilidad de un espacio propio para la experiencia femenina y el pensamiento. Hoy, tres siglos después, esos espacios están en plena efervescencia. Dos claros ejemplos son las “Jornadas de historia de las mujeres y Congreso Iberoamericano de género” y el “Congreso de la International Association of Women Philosophers”, cuya edición número XIX tendrá lugar en la Universidad de Buenos Aires entre el 31 de julio y el 4 de agosto.
Jornada de historia de las mujeres y Congreso Iberoamericano de género
“El primer encuentro se llamó Jornadas de Historia de las Mujeres, organizadas por la Universidad de Lujan (UnLu) en 1991. Que fueran ahí tenía una razón, además de ser una universidad cerrada por la dictadura, era el lugar de trabajo de la historiadora feminista Cecilia Lagunas. En esas jornadas se le otorgó el Doctorado Honoris Causa a la historiadora Reyna Pastor, que había tenido que exiliarse en España en 1976. Ella se había encargado en sus visitas de fomentar la creación de grupos de estudios sobre las mujeres. A partir de ahí las Jornadas son organizadas siempre por universidades nacionales cada dos o tres años, dependiendo de las posibilidades de la universidad. En el 2001 se hicieron en Buenos Aires, concretamente en la UBA”, recuerda la doctora en antropología y directora del Instituto de Investigaciones de Estudios de Género, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, Mónica Tarducci. Esas Jornadas organizadas en la Facultad de Filosofía y Letras, pasaron a denominarse “Jornadas de historia de las mujeres y Congreso Iberoamericano de género”. El cambio de nombre concretó algo que ya de hecho estaba ocurriendo y es que eran interdisciplinarias. “La decisión fue polémica porque las historiadoras querían un ámbito propio, merecido por otra parte, ya que ellas eran un grupo muy potente en cuanto a los estudios de género. Sin embargo presentábamos trabajos desde distintas disciplinas, yo que soy antropóloga iba y presentaba ponencias siempre. Lo que sucedió fue que formalizó algo que ya pasaba de manera informal”, señala Mónica.
La aparición tardía de las Jornadas en suelo argentino tiene que ver con el contexto latinoamericano, que a diferencia de lo que sucedía en Europa y Estados Unidos, en América latina, durante los años setenta y principios de los ochenta muchos países vivían bajo gobiernos dictatoriales. Mónica dice que “en esos años, el feminismo iba de la calle a la academia, y con la dictadura eso era imposible. Por eso recién se pudo empezar a pensar cómo incidir en los estudios universitarios con el retorno de la democracia”. El camino, de alguna manera, fue inverso. La apertura democrática permitió gestionar nuevos espacios dentro de la academia, con resistencia institucional y de los propios docentes, situación que estuvo presente por bastante tiempo. “Hace 30 o 40 años, ser feminista en la academia implicaba como mínimo la burla y como máximo el desprestigio”, confiesa. Pese a todo, poco a poco los espacios empezaron a aflorar. En 1989 hay un primer núcleo de investigación en Rosario; en la Universidad del Centro se abrió un área en 1991; para 1992 Filosofía y Letras de la UBA inauguró un espacio para estos estudios, el Área Interdisciplinaria de Estudios de las Mujeres (AIEM). “Filo tenía un gran número de académicas que desarrollaban sus investigaciones aún sin que hubiera un marco que nos contuviera, como Nora Domínguez en literatura y yo misma en antropología”, aclara Mónica.
Actualmente, la existencia de estos espacios lleva también a replantear otras áreas de la academia que al día de hoy aún parecen ofrecer bastante resistencia a los cambios que se estuvieron dando de manera acelerada en los últimos años. “Los planes de estudio son el quid de la cuestión. Mientras nos manejamos en el posgrado no hay problema. También existen los seminarios optativos, que son de contenido más libre, pero el problema son los contenidos de las materias obligatorias”, reflexiona Mónica. “Yo creo que a veces el obstáculo está más en quienes manejan las carreras, los institutos y departamentos que en las autoridades de la Facultad. Nosotros tuvimos el placer de tener una decana feminista que hoy es vice decana, y ahora tenemos un decano también muy interiorizado y comprometido con todas estas problemáticas”, concluye.
XIX Congreso de la International Association of Women Philosophers
Entre el 31 de julio y el 4 de agosto, la Universidad de Buenos Aires será la sede del XIX Congreso de la International Association of Women Philosophers bajo la consigna: “Feminismos hoy: contribuciones filosóficas contra las violencias, la discriminación y las exclusiones”. A lo largo de los 5 días, el congreso ofrecerá worshops, simposios, mesas redondas, conversatorios y sesiones de ponencias libres con participantes de todo el mundo.
“En Argentina, a diferencia del resto del mundo, particularmente en la filosofía, las mujeres tienen una presencia muy importante. Tenemos una tradición muy importante de mujeres filósofas. Muchas de ellas han sido mis maestras. Esto llevó a la idea de que si se hacía el congreso en Latinoamérica por primera vez tenía que ser la Universidad de Buenos Aires con el Departamento de Filosofía”, remarca Verónica Tozzi Thompson, doctora en filosofía y una de las encargadas de llevar a cabo la edición local del congreso. La asociación de mujeres filósofas comenzó en Alemania en los años 70. Desde esa época se encuentra realizando congresos con cierta periodicidad en Estados Unidos, Europa y Australia. La decisión de llevarlo a cabo en nuestro territorio implica un reconocimiento a la trayectoria institucional de la universidad y al trabajo de sus investigadoras, que a lo largo de décadas se han encargado de hacer posible nuevos espacios para el diálogo y la reflexión, tanto en género como en otras áreas de la filosofía.
Así como las “Jornadas de historia de las mujeres” no se encargaba únicamente de cuestiones vinculadas al feminismo sino a la historia de la mujer como objeto de estudio, el Congreso de mujeres filósofas tiene un fin más amplio. “El objetivo no es trabajar sobre temáticas feministas, sino visibilizar el trabajo de las filósofas y las diversidades sexo-genéricas. Si bien el título del Congreso es Feminismos hoy: contribuciones filosóficas contra las violencias, la discriminación y las exclusiones, el objetivo es visibilizar el trabajo de colegas filósofas”, señala Verónica. Sin embargo, la participación no está restringida exclusivamente a mujeres. Verónica aclara: “Tenemos un cupo de 30 por ciento para participantes varones cis, porque también eso habla de nuestra comunidad. Hay muchos varones que tuvieron el interés de sumarse sin ser ellos protagonistas de la situación, pero acompañando a mujeres y a quienes no se reconocen en categorías binarias y que vienen trabajando juntos hace mucho tiempo”.
En lo que refiere a la agenda del Congreso, Verónica señala que no se diferencia de el resto de los congresos tradicionales, la diferencia está principalmente en quiénes son las protagonistas: “Quizá una particularidad de este congreso sea que las mesas plenarias no van a ser conferencias magistrales unitarias, sino paneles de tres o cuatro participantes en forma dialógica, que es como tal vez las mujeres interlocucionamos. Ahí los temas van a ser muy acordes a la agenda mundial. En ese sentido somos una disciplina estratégica para el gobierno nacional. Se trata de pensarnos en Latinoamérica y especialmente en la Argentina donde ser un académico, una académica, un intelectual, un investigador o investigadora, científico o científica, implica que no te podés desligar del contexto en el que trabajás”. Como ejemplo, Verónica destaca el papel que tiene la facultad en un contexto social en el que aún se vuelve difícil cumplir con algunas normas: “el ámbito de la filosofía se está mostrando como un ámbito donde de alguna manera, quienes quieren hacer la transición se sienten acompañados o acompañadas”.
Organizar un evento de tal magnitud implica desafíos materiales muy concretos. “Nosotros primero decimos que sí y después vemos de donde sale la plata. Recuerdo algo que dijo Horacio González cuando le entregaron el Doctorado Honoris Causa en la Universidad de San Juan en 2017, que me hizo llorar. Dijo que los argentinos sabemos lo que es trabajar en la precariedad y en las dificultades, no es que alguna vez vivimos en un paraíso. Vos podés tomar eso para victimizarte o para empoderarte. Eso es algo que va a estar presente acá. Aún en esas condiciones nuestra carrera está muy bien posicionada en los rakings internacionales. Nuestro cuerpo docente está integrado en su mayoría por doctores e investigadores del CONICET. Prácticamente no hay docentes que no estén doctorados o estén en proceso”.
La Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires es también la sede de REDEMM, red de filósofas mujeres de Latinoamérica de la UNESCO. Verónica señala que este rol internacional de la Facultad, sumado a la creación en 2019 del Colectivo filofeminista por parte de graduadas de la carrera, fue fundamental para aceptar el desafío de organizar la edición local del congreso.
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En “Primero sueño”, Sor Juana construyó su aventura en la búsqueda del conocimiento. Ahí, su alma viaja sola. A diferencia de los tradicionales relatos de anábasis, su alma se encuentra sola frente a la inmensidad de la creación. No hay Virgilio, no hay Beatriz, no hay ángel ni Dios. Se encuentra tan aislada como lo está en el convento en el que duerme su cuerpo. El viaje fracasa, una y otra vez, pero solo parcialmente. Sabe, también, que cuando se uno se refiere a conquistas realizadas sobre el saber “ningún robo es pequeño”. Hoy, tres siglos después, el impulso de Sor Juana se une al de otras mujeres y disidencias en el mundo, para hacer posibles espacios donde el viaje del conocimiento no sea tan hostil y solitario.