El Dr. Alejo Pérez Carrera es el decano de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires y uno de los impulsores de «Una Salud», un concepto que integra la salud como elemento dinámico en el que intervienen tanto animales, como humano y medio ambiente. «Una Salud» tuvo su primeras jornadas a finales de octubre y contó con la participación de más de 100 trabajos de investigación y que se organizaron de forma conjunta con las facultades de Farmacia y Bioquímica, Ciencias Médicas, Odontología y Psicología junto a las secretarías de Salud y Ciencia y Técnica de la UBA. Desde Código y Frontera decidimos juntarnos a conversar con el Dr. Alejo Pérez Carrera para saber un poco más del proyecto, y el impacto que tiene en la vida cotidiana y en el mundo académico.

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Después del covid

Una de las hipótesis del COVID es que fue una zoonosis ¿Qué impacto tuvo esa noticia en las ciencias veterinarias y en cómo son percibidas en la sociedad?

Además del enorme impacto que supuso en la vida de todo el mundo, la pandemia puso de manifiesto cómo una enfermedad que se puede transmitir de los animales a las personas llega a causar daños tan significativos, algo que los veterinarios sabemos, pero que, para muchísima gente en todo el mundo, fue una novedad. En la Facultad, esto no generó ningún cambio significativo respecto del enfoque en la formación de recursos humanos porque ya estaba internalizado en nuestro plan de estudios y en la formación de profesionales. A lo largo de toda la carrera universitaria estudiamos qué significa una zoonosis, cómo es la prevención, el diagnóstico y los tratamientos en los animales. Ahora bien, sí advertimos claramente que las discusiones que abrió la pandemia destacaron el rol de la medicina veterinaria en la sociedad. Creo que, entre otras cuestiones,  porque no era la primera vez que se presentaba una situación similar por ejemplo en los últimos años: el SARS a principios de los 2000, el brote de gripe porcina N1H1 de 2008-2009, el COVID 1 en los camélidos y en los dromedarios en Medio Oriente alrededor de 2012. Con estos antecedentes, la palabra «zoonosis» circuló más y hubo más demanda de información en los medios, de colegas de otras disciplinas y también entre la gente. Y no fue algo que se limitó a un ámbito de opinión pública. Movilizó a la comunidad veterinaria en general e institucionalmente: a la Facultad de nuestra universidad y en otras universidades de nuestro país, a los Consejos  y Colegios profesionales y las Sociedades de Medicina Veterinaria entre otros. Un resultado concreto de esa activación fue que el Ministerio de Salud de la Nación emitiera una resolución reconociendo de interés sanitario a la profesión veterinaria. Los veterinarios por supuesto ya teníamos muy presente nuestro rol central en ese ámbito, pero esto ayudó a que más gente nos viera como agentes de la salud, porque, como decimos siempre, la salud es Una Salud.

¿Qué quiere decir con Una Salud?

La salud es una sola: la de las personas, de los animales y del medio ambiente. Es un concepto que la OMS promueve hace unos 20 años, sin embargo la vinculación entre la salud de los animales, las personas y el ambiente se describe en diferentes textos desde hace varios siglos. Todo lo que venimos charlando lo demuestra. La salud humana, la salud animal y la del ambiente no deben pensarse disociadas. El daño sobre la salud de los ecosistemas tiene impacto sobre la salud humana y la animal. La prevención y el tratamiento de estas problemáticas requiere en consecuencia miradas interdisciplinarias, desde diferentes profesiones y especialidades. Cada uno haciendo lo suyo, pero trabajando en sintonía.

-¿Y qué recepción tiene este concepto fuera del campo veterinario?

En el campo veterinario diría que está prácticamente internalizado. En otros campos, es cada vez más aceptado. A partir de la pandemia de COVID-19, aún más. Hoy, más que nunca tenemos que trabajar de manera interdisciplinaria para abordar estos desafíos sanitarios tan complejos. En nuestra universidad, sin dudas, esto se expresa permanentemente. De hecho, acabamos de realizar las Jornadas Una Salud, que organizamos en forma conjunta con las facultades de Farmacia y Bioquímica, Ciencias Médicas, Odontología y Psicología junto a las secretarías de Salud y Ciencia y Técnica de la UBA. Fue sumamente valioso e interesante, porque se presentaron más de 100 trabajos científicos de investigadores/as de nuestra universidad y de otras casas de estudio e instituciones de la región que fueron encarados con este enfoque unificador de la salud del ser humano, los animales y los ecosistemas. Hubo conferencias y mesas redondas para pensar en todos estos temas. No sólo las zoonosis. Cuestiones como la calidad de los alimentos, la contaminación del agua, el cambio climático, la resistencia a antimicrobianos o las enfermedades emergentes, entre otras, tuvieron presencia en el debate, que necesariamente debe involucrar a todas las ciencias de la salud en un trabajo compartido y coordinado.

Habló del SARS, del COVID-1, el COVID-19  ¿Cree, como dicen muchos analistas, que hay más zoonosis que antes por efecto del avance de las personas sobre tierras vírgenes?

Sí, creo que esto se está acelerando o por lo menos se van registrando con mayor frecuencia. Vemos los virus de influenza, los que generan la gripe, que tienen una altísima mutuagenicidad, como los coronavirus, y los especialistas en el tema consideran como muy posible la aparición de nuevos brotes. Me refiero a que seguramente habrá casos de zoonosis con mayor frecuencia. Por un lado, debido a esta alta mutagenicidad que tienen los virus. Pero, por el otro, porque las personas ya superamos los 8.000 millones de individuos a nivel mundial y en las zonas más pobladas es inevitable que invadamos diferentes ecosistemas. Esto genera interrelaciones cada vez más cercanas entre animales y personas que antes no coexistían. Y, bueno, esos animales son portadores de diferentes microorganismos. También los cambios en las condiciones en el clima favorecen en diferentes regiones la aparición de enfermedades emergentes o reemergentes.

Los nuevos temas

Comentó sobre el diálogo de la veterinaria con otras disciplinas ¿En qué nuevos ámbitos se está abriendo campo la veterinaria?

Me gustaría destacar por ejemplo el trabajo en la definición de políticas públicas: sanidad y bienestar animal, planes de prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades, etc. En el trabajo del SENASA (el Servicio Nacional de Sanidad Animal), con las dependencias de calidad alimentaria de la Secretaría de Agricultura Ganadería y Pesca o con los productores y sus organizaciones. Ahí se piensa la salud a partir de lo que puede surgir en la producción animal. Los veterinarios aportamos nuestros conocimientos en diferentes aspectos, por ejemplo, para encontrar e implementar mejores prácticas ganaderas o para lograr prácticas agropecuarias sostenibles, con  menos impacto sobre los recursos naturales, o para definir y monitorear el cumplimiento de medidas de bioseguridad que eviten la transmisión de patógenos, en el uso racional de antimicrobianos, seguridad y soberanía alimentaria, entre muchos otros temas. Estas nociones de Una Salud, de bioseguridad, de vinculación con otras disciplinas y de agenda de políticas públicas están en la formación que ofrecemos en nuestra facultad.

¿Qué queda pendiente en ese trabajo con otras disciplinas o con los productores para generar más innovación y aporte desde la veterinaria?

Necesitamos aún más diálogo con los organismos de control y fiscalización y con los diferentes actores de las cadenas productivas. Promover y llevar al campo de acción las buenas prácticas productivas. No es fácil, porque siempre requiere inversión en tecnología y en capacitación. Tratamiento de afluentes, manejo de la hacienda en la manga y en los traslados promoviendo continuamente las prácticas que consideren el bienestar animal. Minimizar los golpes mejorando las instalaciones en los tambos, por ejemplo. Estas prácticas tienden a prevenir, entre otras cuestiones, la aparición de cuadros de mastitis (inflamación de la ubre de las vacas) con el impacto sanitario y económico que eso trae aparejado. Todo esto requiere adecuación de la infraestructura y capacitación del personal, lo cual necesariamente demanda inversión. En esto los veterinarios tenemos conocimiento de las prácticas que pueden mejorar el trabajo de las personas, la vida de los animales y la productividad; y el Estado puede ayudar a que estas prácticas sean más conocidas e impulsar su implementación.

¿A qué otras áreas se expanden los aportes de la veterinaria?

En temas de bioseguridad de diferentes industrias. En alimentos, por ejemplo. Trabajamos mucho en la seguridad e inocuidad alimentaria. Alimentos seguros, que no transmitan enfermedades de origen animal, ya sea porque los patógenos están en microorganismos que lleva el alimento consigo o bien porque es un producto metabólico de ese microorganismo, una toxina que deja el microorganismo en el alimento. En biotecnología también hay aportes de veterinarios que trabajan para mejorar los índices de reproducción de los animales. También, en la conservación animal. Eso entra en lo que en la facultad llamamos especies no tradicionales. Para todos estos temas tenemos que ofrecer cada vez más capacitación. Hoy aparecen de manera incipiente, pero necesitamos expandirlos más. El desafío pasa porque son tantos los aspectos que necesitamos abordar que es imposible que todos entren en una carrera de grado. Sería una carrera interminable y la nuestra ya es bastante larga. Para cada uno de estos temas tenemos que impulsar actividades de actualización profesional y la formación a nivel de posgrado.

¿La agenda del cuidado animal, del no maltrato, está entre esos temas?

Es un tema que está cada vez más presente. Hay nociones del cuidado animal que están presentes desde siempre en la carrera de veterinaria. Digo: nosotros, los veterinarios y veterinarias, velamos por la sanidad y el bienestar de los animales. Claro, los enfoques al trabajar con animales de compañía y con animales para la producción no son las los mismos. En un mundo donde la población mundial crece casi de manera exponencial, en el que la demanda de proteínas no ha dejado de incrementarse por décadas, tenemos el desafío de producir alimentos, y así entienden su rol los veterinarios y veterinarias que trabajan en la producción, desde los sistemas productivos hasta la góndola. Todos estos temas los encaramos con una mirada netamente productiva para afrontar la necesidad cada vez mayor de alimentos con proteína de origen animal. Y también está la necesidad de cuidar la producción animal, no sólo por la sanidad y bienestar animal, sino por el ambiente. No se debería producir sin control o sin considerar prácticas sostenibles porque se arrasa con el medio ambiente, como ocurre con la pesca en algunos sectores de nuestro mar Argentino, especialmente por la pesca ilegal. Los veterinarios y veterinarias pensamos también cómo producir cuidando los recursos naturales, con el menor impacto posible en el agua o el suelo. En resumen, la cuestión del cuidado animal está presente en la formación que ofrece la carrera, y eso se interpreta de diferentes maneras, según cuál sea el ámbito de trabajo. Pero todos los veterinarios incorporan la idea de cuidar a los animales y velar por su bienestar. En el caso de los animales de compañía, venimos trabajando hace mucho tiempo en la tenencia responsable y en lo que esto significa para los tutores/as humanos.

Facultad, a dónde vas.

¿Cuáles fueron las novedades de los últimos años en la carrera de veterinaria de nuestra universidad?

El impulso del concepto de Una Salud es importante, en el  marco de una tradición de diálogo con otras unidades académicas de la salud: Medicina, Psicología, Farmacia y Bioquímica, Odontología. Lo más novedoso, acaso, sea un aumento de la presencia de los veterinarios integrando equipos interdisciplinarios para el abordaje de diferentes problemáticas; desde la pandemia de COVID-19 y otras zoonosis, la sanidad y bienestar animal o el desarrollo sostenible, hasta la bioseguridad de los alimentos y la soberanía alimentaria, entre otros.

Un segundo gran desafío relativamente reciente es el impacto del desarrollo científico tecnológico y la velocidad de cambio y aparición de nueva información y tecnologías. Exige actualizar contenidos muy rápidamente. Las cátedras hacen este ejercicio de actualización constante, sin embargo, no deben perderse de vista los esfuerzos en esta dirección.

Y una tercera novedad es el cambio del vínculo humano-animal, desde el avance sobre el terreno tradicionalmente animal, hasta su incorporación como un miembro de la familia. Los cambios en las últimas décadas en este vínculo han sido notables, al punto de que ya hablamos de familias multiespecie.

¿Qué logros del último tiempo de la facultad valora más?

El equipo de trabajo, con objetivos, metodología de trabajo y roles definidos. El equipo de gestión del Decanato, pero también el trabajo con las cátedras, con nuestro Hospital Escuela y con el personal nodocente. Si la facultad no funcionara así no podríamos haber enfrentado el aislamiento social preventivo obligatorio de la pandemia como lo hicimos. Cuando se declaró el aislamiento tuvimos que pasar en tiempo récord a la educación a distancia. Fue posible por la coordinación con cada una de las cátedras y porque gestiones anteriores ya habían avanzado en esta dirección y contábamos con una infraestructura virtual de plataforma y aulas virtuales. Muchas reuniones y trabajo contrarreloj, siempre con la total disposición para seguir adelante y adaptarnos al desafío.

En segundo lugar, contar con un equipo nos permite afrontar desafíos nuevos, como impulsar la investigación, por ejemplo, con la creación de dos nuevos institutos de investigación con sede en nuestra facultad; el instituto de Investigaciones Clínicas Veterinarias y el de Investigaciones en Epidemiología Veterinaria fueron los creados últimamente. El primero nos ayuda a reunir en un mismo espacio a grupos que trabajaban dispersos, y esperamos que ese encuentro potencie sus investigaciones con la clínica médica y quirúrgica de pequeños y grandes animales. El segundo reúne a los grupos que trabajan sobre enfermedades infecciosas y parasitarias, salud pública y medicina preventiva entre otros temas de relevancia.

Por último, valoro especialmente el impulso de las prácticas de extensión como las campañas de vacunación y de tenencia responsable de animales de compañia, y las Escuelas de Formación Profesional abiertas a la comunidad  como la de Herradores de equinos, Adiestramiento canino, Control y gestión de plagas y Sommeliers de carnes. Nos importa mucho tener una oferta accesible para la sociedad interesada, y no sólo para estudiantes e investigadores.

¿Y qué te gustaría que pase en la facultad en los próximos años?

Lo que más me gustaría es que la facultad logre consolidar estrategias de financiamiento para modernizarse tecnológicamente de manera continua y para asegurar formación continua de recursos humanos en todos sus ámbitos, cátedras, Institutos y en el Hospital Escuela, principalmente. Y también querría que la facultad trabaje aún más con otras instituciones del sector productivo y de la medicina veterinaria, escuchando mucho cuáles son las necesidades para poder tener una oferta lo más específica y útil posible, tanto como para incorporar tecnología, buscar financiamiento y fomentar más intercambio con productores y organizaciones de la sociedad civil.

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