La educación es el principal pilar para la creación de ciudadanos tolerantes. En la Argentina estamos acostumbrados a pensar la educación un ámbito de integración ¿Qué pasa cuando funciona al revés? ¿Qué sucede cuando el sistema educativo se empeña en preservar el odio y la división cultural?

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Los sistemas educativos de Chechenia e Irlanda del Norte han contribuido a la exacerbación de la hostilidad entre los grupos étnicos que habitan sus territorios. Ambas regiones comparten el hecho significativo de que el conflicto étnico que las caracteriza sigue, en menor o mayor medida, latente. Una de las facetas en la que es clara esa persistencia es la educación.

En estos países hay una lógica de guerra cultural: el desmantelamiento del sistema educativo enemigo. Es importante mencionarla porque es la raíz de muchas otras problemáticas relacionadas con la educación. En el caso de Chechenia, gracias a la investigación de la periodista Anna Politkovskaya plasmada en el libro “Chechenia. La deshonra rusa”, sabemos que durante los dos conflictos bélicos más recientes entre los años 1991 y 2000, las escuelas secundarias y los centros de enseñanza superior de la capital, Grozni, fueron totalmente destruidos. La periodista señala también que las únicas instalaciones educativas de la región que funcionaron durante ese periodo fueron aquellas que se encontraban en las aldeas no afectadas directamente por el conflicto armado. Aun así, estas escuelas no contaban con los fondos ni con la estructura para educar a la población joven de Chechenia. Como bien expresó el Instituto para la Democracia en Europa del Este (IDEE), más de una generación llegó a la mayoría de edad en Chechenia sin pasar por un proceso educativo, hecho que tiene aún hoy profundas incidencias.

[…]durante los dos conflictos bélicos más recientes entre los años 1991 y 2000, las escuelas secundarias y los centros de enseñanza superior de la capital, Grozni, fueron totalmente destruidos

En consecuencia, generaciones de niños y jóvenes en Chechenia no han accedido a la educación. Esto, sumado a las demás condiciones de precariedad producto de las guerras, ha creado una gran brecha cualitativa entre la población de la República de Chechenia y el resto de Rusia, lo que ha contribuido al descontento y la hostilidad contra los rusos.

Actualmente, aunque parte del daño edilicio ha sido reparado, no hay en la República de Chechenia suficientes escuelas primarias y secundarias para la cantidad de alumnos que posee. Cuenta sólo con tres universidades y no parece haber interés del poder ejecutivo actual de mejorar esta situación. Parece como si la política de guerra, que en su momento consistió en negarle la educación a los jóvenes chechenos, se mantuviera. Los presidentes, tanto de Rusia como de Chechenia, se niegan a aceptar la existencia de esta problemática.

Parece como si la política de guerra, que en su momento consistió en negarle la educación a los jóvenes chechenos, se mantuviera.

Por otro lado, el sabotaje de los sistemas educativos como política de guerra no afectó ni afecta a Irlanda del Norte directamente, ya que los enfrentamientos que se dieron allí no tuvieron como resultado la destrucción total de ciudades. Aun así, vale la pena señalar que, durante los bombardeos en Belfast, Castlereagh y otras ciudades entre 1969 y 1998 las clases fueron interrumpidas muchas veces por semanas.

En segundo lugar, un aspecto negativo de los sistemas de educación presente en ambas regiones es la segregación de la educación entre los grupos étnicos. En Irlanda del Norte desde 1981 existen las llamadas “Escuelas Integradas” que intentan, como su nombre lo indica, integrar a los jóvenes protestantes y católicos y enseñarles en una misma institución. Pero la realidad es que el 95% de los estudiantes asiste a colegios de religión protestante o católica. Por otra parte, en Grozni, por las razones expuestas anteriormente, los estudiantes no pueden darse el lujo de elegir no asistir a la escuela con otros jóvenes de diferentes etnias, pero, como lo señala la Lic. Marina Buzykina, profesora que ejerció su profesión en Moscú y en la capital chechena, hay una gran tendencia entre rusos y chechenos de separarse en las instancias de educación superior. Por otra parte, en su libro “A Small Corner of Hell: Dispatches from Chechnya”, Anna Politkovskaya nos revela que en las aldeas donde la población es mayoritariamente chechena es muy común que funcionen escuelas, oficiales hasta cierto punto, que no admiten alumnos rusos. En ambos casos, los sistemas educativos que pretenden ser inclusivos no logran solucionar la tenencia segregacionista de la población.

Esta segregación tiene obvias consecuencias. Como señalan Kenneth Bush y Diana Saltarelli en su informe para UNICEF “The Two Faces of Education in Ethnic Conflict” esto contribuye a la exacerbación de la hostilidad entre los grupos. La segregación en la educación permite a las instituciones manipular los contenidos para que estos respondan a la ideología o a la visión del mundo del grupo que la dirige. En Irlanda del Norte, aunque se supone que los contenidos están estandarizados y son los mismos para todos los estudiantes, los colegios católicos y protestantes dan versiones muy distintas de la historia de los conflictos de Irlanda, con una retórica que favorece a los unionistas protestantes y demoniza a los nacionalistas católicos, y otra que hace exactamente lo contrario. La falta de contacto con el otro grupo produce, aún más cuando es institucionalizada, la creación de un sujeto al que hay que odiar, un sujeto que es el origen de los problemas. Esto viene acompañado de la exageración de estereotipos sobre el “Otro”, fomentando su discriminación. Chechenia es, en este sentido, un caso extremo: los jóvenes chechenos, casi todos estudiantes radicalizados, son los que componen las filas de organizaciones terroristas que, bajo la bandera del islam y de la independencia de Chechenia, cometen actos terroristas contra la población rusa. El caso más famoso es la toma de una escuela en Beslan que resultó en la muerte de 331 personas, 186 de las cuales eran niños. Estas células terroristas hacen uso del resentimiento checheno para con los rusos, a quienes culpan por la guerra y por la condición de pobreza en la que muchos viven.

En Irlanda del Norte, aunque se supone que los contenidos están estandarizados y son los mismos para todos los estudiantes, los colegios católicos y protestantes dan versiones muy distintas de la historia de los conflictos de Irlanda

En tercer y último lugar, otra faceta negativa de la educación, que se encuentra estrechamente relacionada con las dos anteriores, es la desigual posibilidad de acceso a una educación de calidad. En 2014, en el marco de una examinación general en Rusia, se dio un éxodo de estudiantes de distintos Sujetos Federales hacia Chechenia. Los exámenes allí no solamente eran más fáciles, sino que también las respuestas habían sido filtradas y publicadas semanas atrás. De estos exámenes dependía la graduación secundaria de miles de estudiantes rusos, y era de general conocimiento entre ellos que aprobar estos exámenes era mucho más fácil en Chechenia, donde la educación es más ineficiente, que en Moscú o Samara, donde ésta es más exigente. Cabe suponer que este no es un evento aislado. La corrupción e ineficiencia del sistema educativo en Chechenia no se limita sólo a la publicación de respuestas o a la laxa educación. En un artículo publicado por Catalina Alyabieva en el diario “Slon” en mayo de 2014 se reveló que en ese mismo año algunas de las pruebas tomadas en Chechenia obtuvieron hasta 126%… de 100% posible.

En 2014, en el marco de una examinación general en Rusia, se dio un éxodo de estudiantes de distintos Sujetos Federales hacia Chechenia. Los exámenes allí no solamente eran más fáciles, sino que también las respuestas habían sido filtradas y publicadas semanas atrás.

Por otro lado, en Irlanda del Norte no hay una desigualdad cualitativa en la distribución de la educación entre católicos y protestantes. Es importante resaltar que el Reino Unido ha obtenido buenos resultados en análisis de rendimiento estudiantil internacionales y que Irlanda del Norte suele obtener mejores resultados que los demás miembros del Reino. Tampoco han sucedido en Irlanda hechos de corrupción en materia educativa tan obscenamente escandalosos como el caso checheno, por lo que no se puede tachar su sistema educativo de ineficiente. En promedio los alumnos católicos suelen obtener, por pequeños márgenes, mejores resultados que los alumnos protestantes, pero no se puede establecer una relación entre éste hecho y una desigual distribución de la educación entre católicos y protestantes. En Irlanda del Norte, esta desigualdad no se ve entre las etnias sino, como en muchas otras partes del mundo, entre sectores pobres y ricos de la sociedad, donde se aprecia una gran diferencia en la calidad educativa siendo esta mejor en los sectores ricos.

En las escuelas de los sectores más pobres de la sociedad, los profesores describen la convivencia entre alumnos protestantes con alumnos católicos como sectaria cuando estos deben estudiar juntos (retomando de alguna manera al punto anterior en lo que se refiere a la creación de un “otro‟ al que odiar), fenómeno que no se repite en escuelas cuyos alumnos vienen de sectores más pudientes. A simple vista este hecho no parece estar relacionado a problemas con el sistema educativo sino a problemas socioeconómicos. Pero es un hecho que este problema no ha podido ser solucionado, aunque sea en parte, por el sistema educativo norirlandés, y ni las escuelas ni los profesores parecen poder conciliar e integrar a los grupos.

De esta manera, en ambos casos los conflictos entre los grupos étnicos se ven profundizados por culpa de la desigual distribución cualitativa de la educación, aunque por diferentes razones. El caso de Chechenia puede parecer gracioso, pero demuestra que los alumnos de esa República reciben una educación de menor calidad que la de sus compatriotas rusos, lo que se traduce en menos oportunidades de progreso y menos oportunidades de salir de la situación de pobreza que caracteriza a Chechenia, dos factores que inciden en la hostilidad entre rusos y chechenos. Esta situación ha terminado con jóvenes chechenos engrosando las filas de organizaciones terroristas. En el caso de Irlanda los alumnos de escuelas pobres no son efectivamente alentados por el sistema educativos a integrarse, sino que son separados y educados en un ambiente donde las hostilidades se normalizan.

En el caso de Irlanda los alumnos de escuelas pobres no son efectivamente alentados por el sistema educativos a integrarse, sino que son separados y educados en un ambiente donde las hostilidades se normalizan.

Es claro que hay una relación estrecha entre los sistemas educativos y el desarrollo y la continuidad de los conflictos étnicos, y que este factor no es menos importante el histórico o el socioeconómico. Hoy en día, cuando el proceso de globalización ha permitido que muchas naciones vean un renacer en sus sentimientos de independencia, debemos prestar atención a los procesos y sistemas encargados de la educación, y asegurarnos que estos fomenten la integración entre los grupos étnicos, siempre valorando y protegiendo el contenido cultural de ellos. Es crucial que su objetivo sea que el desarrollo de los niños y jóvenes no este enmarcado en un contexto de hostilidad, evitando así gravísimas consecuencias para el futuro de los niños y jóvenes estudiantes y de las naciones en general.

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