¿Cómo escribir? ¿Por qué escribir? ¿Por qué no escribir? ¿Miedo a la página en blanco? ¿Pereza? ¿Pudor? Saer dijo alguna vez que la experiencia literaria era una forma de experiencia más intensa de la vida. Esteban Schmidt, escritor y periodista nos presenta una breve reflexión sobre el arduo ejercicio de la escritura y el íntimo proceso que la hace posible.
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No es obligatorio escribir, como no es obligatorio hacer yoga o comer brócoli aunque las tres hagan bien.
De todos modos, no hay que no escribir solo que porque no se tenga ganas, hay que no escribir después de haber intentado escribir e incluso después de haber escrito, luego de haber redondeado algo. Luego de haber pensado por escrito, que es la forma más aguda y productiva de pensar, si se logró y si se percató la persona de que escribiendo se piensa mejor puede ya no escribir, porque sabe lo que puede obtener por escrito.
El que escribe debe saber que lo que produce es un signo que tiene forma y contenido. Que el contenido es intelectual y que la forma es musical. El contenido debe ser tan agudo como pueda serlo el autor, y la música se obtiene de la lectura en voz alta (aunque sea en voz baja, aunque sea haciendo rebotar los sonidos silenciosos de las oraciones en la cabeza). La oración debe canta, y la complejidad, la agudeza, no debe ser a costa de la musicalidad, y viceversa.
La escritura es solitaria, es una acción solitaria y algo autista, aunque se escriba en un bar. Quien no puede soportarse solo debe ver a un psicólogo para poder escribir. Lo otro a tolerar es la frustración. Lo que uno escribe está mal la mayor parte del tiempo, hay que aceptarlo y seguir. Y quien no pueda tolerar la frustración pero quiera escribir debe ver a un psicólogo.
Hay que disponer de tiempo o usar apenas el tiempo que se dispone. Se escribe muy bien en diez minutos y muy mal en diez años. No hay reglas con esto. Aunque va en las características de cada individuo, nada que se pueda generalizar.
Las oraciones deben ser hermosas. Entonces cada palabra cuenta, y las palabras deben ser justas en el sentido de justeza, de adecuación a los fines, y un objetivo de la escritura es dar con el matiz exacto de la experiencia, por lo tanto no se adjetiva fácil ni se adjetiva divertido sino que se adjetiva justo.
Hay que escribir pensando y corregir leyendo. Y se lee tratando de entender, de aprender, y de entretenerse. El corrector, que es el autor mismo, debe poder desdoblarse en estos dos papeles, el loco inteligente que escribe y el abogado conservador que lee.
Recomiendo escribir considerando las ulterioridades como incentivo: el prestigio, el dinero o el poder, o las tres juntas, por supuesto. Sé que hay gente que solo escribe porque le gusta, pero a mí nunca me pasó.