Carlos Nino marcó un camino en el pensamiento sobre la justicia que se distinguió por su combinación de rigor teórico, honestidad intelecutal, disposición al debate y generosidad. Andrés Rosler lo recuerda.

El texto fue originalmente publicado La Causa de Catón

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Muy Modesto Homenaje a Carlos Nino en el Día del Abogado

Me han dicho varias veces que no parezco un abogado, lo cual es un gran cumplido para mí. Creo que Carlos Nino tuvo bastante que ver con eso.

En realidad, Nino tuvo además mucho que ver con que gran parte de una generación de estudiantes ganara becas o fuera admitida en las mejores universidades extranjeras. En mi caso particular, le debo a Nino su recomendación para la beca del British Council. Mi promedio era bastante regular (siete y pico) pero la carta de Nino fue el ábrete sésamo.

Nunca me voy a olvidar de ella, y todavía la tengo. Era una carta en inglés de dos párrafos. En el segundo párrafo decía que yo tenía “comando de la filosofía continental y de la filosofía analítica” (1). Eso también demuestra la amplitud mental de Nino y cómo supo conocer a la gente.

Lo había conocido personalmente en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) allá por 1990 ó 1991 mientras yo cursaba la maestría en Ciencia Política y él diera lo que entiendo fue su único seminario allí. Cuando me presenté le dije que yo era ayudante-alumno de Eduardo Russo (2). Él se rió y me dijo: “Entonces, Usted es ayudante mío”. Por supuesto, Eduardo era adjunto de su cátedra.

Para aquel entonces, yo ya había contraído el virus de la filosofía política continental gracias a que también había conocido en FLACSO a Jorge Dotti, en cuyo seminario, de hecho, decidí que quería dedicarme a la filosofía política. El punto fue que mientras trabajaba con Nino en lo que terminaría siendo el último Centro de Estudios Institucionales (CEI) (3) de la calle Pueyrredón, en ese edificio de los setenta balcones (4), en el último proyecto de investigación que tuviera Nino, yo no le ocultaba mis lecturas de Carl Schmitt. Recuerdo que él solía decirme: “Perro Andrrés, ¿a Usted le parrece…?” (5). Ahora que lo pienso, con el querido y enorme Claudio Amor (6), tuve la gran suerte de moverme entre Dotti y Nino sin que Dotti o Nino exigieran que tomáramos partido. Los superhéroes jamás hacen eso.

Una vez le dije a Nino que varias de las críticas que le hacía al parlamentarismo ya habían sido formuladas por Schmitt en su libro sobre el tema, con la sola diferencia de que Schmitt básicamente no tenía muchas esperanzas sobre el parlamento y Nino quería transformarlo en algo verdaderamente deliberativo. Fue ahí que le presté a Nino The Crisis of Parliamentary Democracy, la traducción inglesa de Die geistesgeschichtliche Lage des heutigen Parlamentarismus. En lo que fue uno los últimos trabajos que publicó en vida -si no fue el último-, un capítulo sobre la justicia para la Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía, Nino citó una frase de Trotsky citada, a su vez, por Schmitt en ese libro (8).

Fue también en el CEI que leí por primera vez el libro de Finnis, Natural Law and Natural Rights (9). Se suponía que, como yo había leído a Leo Strauss, entonces sabía bastante sobre iusnaturalismo. Sin embargo, no entendí una sola palabra. Era un ejemplar que Finnis le había dedicado a Nino. De hecho, Finnis le agradece en el prólogo sus comentarios al libro. En Oxford, una vez le pregunté si se acordaba de Nino, quien también había sido supervisado por él, y me llamó la atención que Finnis me contestara que se acordaba de ese abogado argentino que estaba muy interesado en la dogmática alemana (10). Quien, para nosotros, en Argentina, se había convertido en EL filósofo analítico del derecho, en Oxford lo recordaban como un penalista interesado en el derecho continental.

Dado que era una persona brillante, también tenía un gran sentido del humor. Alguna vez nos contó en el CEI que en una época en la que había bastante delito en New Haven, él vivía en el barrio más seguro porque allí vivía un jefe mafioso. En el fondo, tal vez no era precisamente un chiste, pero lo contaba riéndose, con esa amplia sonrisa que lo caracterizaba.

Nino justo tenía que viajar a Colombia, me parece, cuando accedió a recomendarme para el British Council. Sin embargo, recuerdo que era un sábado de fines de julio o principios de agosto de 1993, y me dijo que fuera a su casa para buscar la carta. El único milagro que explica que yo haya ganado la beca fue la carta de Nino. Había accedido también a recomendarme para ir a Oxford si todo salía bien con el British Council, pero lamentablemente no salió todo bien. Un lunes, si no me equivoco, y que debió haber sido entonces un 29 de agosto, nos llamó llorando la Secretaria del CEI para darnos la terrible noticia de lo que había pasado en Bolivia.

Hace poco, un profesor argentino que había conocido a Nino me dijo durante un debate en la Sociedad Argentina de Análisis Político sobre las garantías penales que, al escucharme, le parecía que estaba escuchando a Carlos Nino. Por supuesto que fue absolutamente inmerecido, pero me hizo ver que, a pesar de todo, yo había tomado el camino correcto. En cierto sentido, confirmó mi intuición acerca de que se puede ser liberal sin dejar de leer a los más enconados y profundos críticos del liberalismo. En realidad, con los años, me di cuenta de que es imposible ser verdaderamente liberal -en el sentido apropiado de la expresión- sin hacer exactamente eso.

Todos nos seguimos preguntando qué más no habría logrado Nino si no hubiera fallecido a los 49 años, teniendo en cuenta todo lo que había hecho durante esos 49 años. Nino pertenecía a esa clase de gente respecto a la cual no queda otra que decir “es Nino y diez más”. Encima, quizás lo más importante para quienes lo conocieron, era un tipo extraordinario, que mientras escribía escuchaba música clásica en la radio y cada vez que pudo ayudó absolutamente a todos los que se le acercaron. No hay mucha gente así.

 

El libro de Finnis dedicado a Carlos Nino

 

NOTAS

1- En el contexto de la filosofía contemporánea, es habitual distinguir entre la tradición analítica, que es el estilo o método que predomina entre los filósofos anglosajones, y la filosofía continental, nombre con el cual, de manera poco precisa, se engloba a las demás tradiciones filosóficas, que, en general, tuvieron su origen en, o fueron desarrolladas por, autores provenientes de los países de Europa continental.

2-  Eduardo Ángel Russo fue Profesor Titular de Teoría General del Derecho en la Facultad de Derecho de la UBA y antes, como se indica en la nota, había pertenecido a la cátedra de Nino, como profesor adjunto.  

3- El Centro de Estudios Institucionales fue fundado por Nino llevar adelante investigaciones en materia política, jurídica e institucional, y promover la formación de jóvenes profesionales, docentes e investigadores.

4-  Setenta Balcones y Ninguna Flor, el poema de Baldomero Fernández Moreno el cual, según una tradición porteña, describe al edificio diseñado por los arquitectos Mallet y Dunant a principios del siglo veinte, ubicado en Pueyrredón y Corrientes, en el que, casualmente, estaban las oficinas del CEI. Se especula que el poema se refiere a ese edificio pues, en su planta baja, había un café que era frecuentado por Fernández Moreno.

5- La peculiar manera de hablar de Nino.

6- Claudio Amor (1960-2014) fue otro discípulo de Nino, especializado en filosofía política, principalmente en el pensamiento de John Rawls, que constituyó el objeto de su tesis doctoral en la UBA. Posteriormente, fue profesor e investigador en la Universidad Nacional de Quilmes.

7-  Se trata de una obra en la cual Schmitt efectuó una crítica del parlamentarismo como una de las instituciones políticas concretas en las que se implementa el proyecto más abstracto del liberalismo. Publicada originalmente en alemán en 1923, su segunda edición, de 1926, cuenta con una traducción al castellano: Los Fundamentos Histórico-Espirituales del Parlamentarismo en su Situación Actual (Madrid: Tecnos, 2008).

8- La Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía es una colección de libros de la editorial española Trotta en la que se reúnen trabajos de autores de países de lengua española y portuguesa, especializados en las diversas ramas de la filosofía como disciplina académica.

9- John Finnis es profesor de filosofía del derecho en la Universidad de Oxford y uno de los principales animadores en el debate filosófico de la actualidad. La obra a la que se alude en la nota, Natural Law and Natural Rights (trad. cast.: Ley Natural y Derechos Naturales, Buenos Aires: Abeledo Perrot 2000), publicada en 1980, constituye una de las defensas más poderosas del iusnaturalismo, es decir, de una perspectiva teórica que afirma que el derecho tiene, en cierto sentido, una conexión necesaria con la moral o la justicia. Según su posición, no resulta sensato separar la reflexión sobre el fenómeno del derecho de una evaluación respecto de la justicia o injusticia de las instituciones jurídicas. Como profesor en Oxford, Finnis supervisó los estudios doctorales de Nino, primero, y del autor de esta nota, después.

10- En el contexto jurídico, el término “dogmática” se utiliza para referirse a la actividad intelectual de los juristas, es decir, la descripción, la sistematización y, eventualmente, la evaluación crítica, de los sistemas jurídicos. En su tesis doctoral en Oxford, Nino estudió los fundamentos de la responsabilidad penal, es decir, cuáles son las razones capaces de justificar que el estado le imponga un castigo a las personas que realizan ciertas conductas que se consideran delictivas. La dogmática penal alemana es considerada una de las más sofisticadas y refinadas y, por ese motivo, goza de un enorme prestigio en otros países, y la Argentina no es la excepción. Eso explica por qué Nino se interesó especialmente por la dogmática alemana en la época de sus estudios doctorales lo cual, aparentemente, llamó la atención de Finnis.  

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