¿Cual es la función de la memoria? Luego de las tragedias vividas durante el siglo XX, el mundo se ha dedicado específicamente a recordar los errores, para tenerlos bien presentes. Sin embargo, el problema principal es «¿Cómo?». No tiene la misma implicancia la impronta conceptual y abstracta del monumento del Holocausto que la lista de nombres de los desaparecidos en el Parque de la Memoria. ¿Cómo representar el horror?

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“Yo les daré en Mi casa, y dentro de Mis murallas,
memorial y nombre … les daré un nombre eterno
que jamás les será quitado”.
Isaías 56:5

 

Año 2015
Mes de abril
Varsovia, capital de Polonia
6 AM
4 grados

Yo lo sabía muy bien, iniciaba el día más importante de aquel viaje, de ese programa llamado “Marcha Por La Vida”. Ese viaje al pasado, ese recorrido por mi historia, esa búsqueda de mi propia identidad.

Sí, sabía muy bien qué día era. “Iom HaShoá”- el día del Holocausto- en el calendario hebreo. Era el día en el que delegaciones de todo el mundo nos uniríamos para marchar desde  el campo de concentración de Auschwitz hasta el de Birkenau. Dos de los campos donde se produjo una parte importante de la masacre nazi. Un trayecto que significaba, en el tiempo del Holocausto, una marcha hacia la muerte.

Hoy sé con certeza que ése fue uno de los días más trascendentales en mi vida, la experiencia con más significado que viví desde que tengo memoria. Durante las horas previas a la marcha, el guía nos hizo un recorrido por todo el campo de concentración. La visita concluyó en la barraca número 5, que fue reconstruida y transformada en una especie de museo. Antes de ingresar, el guía nos hizo un pedido especial. En una de las salas, nos encontraríamos con una gran estructura que colgaba del techo y sostenía una cantidad de hojas indescriptible. Ahí, estaban escritos los nombres de cada una de las seis millones de víctimas judías del régimen nazi, con su fecha de nacimiento y de fallecimiento. Su pedido personal era que cada uno de nosotros, eligiera uno de todos esos nombres y lo recordara tanto tiempo como pudiera. Para evitar que fueran todos tratados como parte de un proceso masivo, que perdieran toda su individualidad, que se los recordara de manera general.

¿Cómo negar después de esta experiencia lo significativo del concepto de rendir homenaje a las víctimas de un genocidio como éste a través de un monumento? Es a partir de aquí que entiendo que los monumentos tienen una doble tarea: reconstruir el proceso histórico en general y representar las historias individuales en particular.

De hecho, me propongo destacar algunas características que poseen el “Monumento Memorial a los judíos asesinados en Europa” en Berlín y el “Parque de la Memoria” en Buenos Aires que buscan cumplir esta doble tarea.

Reconstruyendo el proceso histórico

El primer punto a destacar común a ambos monumentos, tiene que ver con la elección del lugar en el cual se establecieron. No fue definido al azar, sino que esconde un significado profundo que representa, en algún sentido, el proceso histórico detrás de cada monumento.

Por un lado, el Monumento en Berlín está ubicado a pocos metros de la puerta de Brandeburgo, donde, en los tiempos de Hitler, colgaban banderas con la esvástica negra. Frente a la puerta de Brandeburgo, en el boulevard de Unter den Linden, se realizaban masivos actos del partido Nacional Socialista encabezados por su líder con cientos de miles de personas. A pocos metros del lugar, se encuentran unos edificios donde estaba ubicada la Cancillería y el búnker de Hitler.

Es evidente el simbolismo que implica esta ubicación en particular que, desde mi punto de vista, jamás podría ser tomada como una coincidencia trivial. Más bien, se trata de establecer un vínculo entre lo que fue y lo que es. «Es un límite y un lugar de transición. Es el lugar desde el que ejercía el poder el régimen nazi de Adolf Hitler (1933-1945), que pretendía exterminar, aniquilar, borrar al pueblo judío de la faz de la Tierra», dijo Thierse (presidente del Parlamento Nacional Alemán) en el discurso inaugural.[1]

Es decir, aquél lugar que durante el transcurso de la  Segunda Guerra Mundial, cobraba importancia por ser el refugio del líder del partido nazi, donde se han tomado muchas de las decisiones importantes, donde han tenido lugar encuentros y reuniones decisivas, es hoy, siete décadas más tarde, un monumento que condena aquellas decisiones, que repudia aquel régimen y que rinde homenaje a las víctimas.

 

Por otra parte, la ubicación elegida para rendir homenaje a las víctimas del terrorismo de Estado en Argentina, también tiene un simbolismo cuya finalidad es establecer relación con el hecho histórico. El Parque de la Memoria se encuentra en la Ciudad de Buenos Aires frente al Río de la Plata, aproximadamente unos 300 metros al norte del Aeroparque, donde se halla también uno de los aeropuertos militares utilizados para los denominados vuelos de la muerte, mediante los cuales los detenidos-desaparecidos eran arrojados al río.

Personalmente creo que esta característica que comparten ambos monumentos deja en claro la intención de sus creadores de montar homenajes con un significado global acerca del proceso histórico que representan, queriendo reflejar algo de lo que fue la historia que igualó a miles o millares de individuos diversos. El terror, la violencia, la discriminación, consiguieron, en cada caso, igualar a sus víctimas,  conduciéndolas hacia el mismo final: la muerte. En este punto radica el desafío de montar un monumento en recuerdo de una pluralidad de víctimas.

Representando las historias individuales

Entonces, ¿Cómo no caer en la pérdida de la individualidad? ¿Cómo evitar que se vuelvan todas las víctimas una masa homogénea? Estos monumentos intentan resolver esto asegurando que los nombres de todas las víctimas aparezcan en el monumento.

El Monumento en Berlín cuenta con un espacio especial conocido como El Centro de Información. En las palabras del arquitecto Gastón Boero – decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad ORT Uruguay –, “A él se accede mediante un descenso que deriva en un hall a partir del cual se despliega una exposición en una serie de habitaciones. Una de ellas es “la sala de los nombres”. Es una sala vacía, donde en las paredes se proyecta el nombre de una víctima por vez, junto con su fecha de nacimiento y fallecimiento. Una voz lee un párrafo sobre la vida de esa persona en voz alta. En esta sala, el visitante se vincula directamente con la dimensión personal e individual del Holocausto. Las personas son recordadas por su nombre con el objetivo de evitar una segunda muerte, aquélla provocada por el olvido”.[2]

 

En el Parque de la Memoria de Buenos Aires, por su parte, los nombres de las víctimas fueron colocados en el sendero, con forma de herida gigantesca en el césped, en dirección al río. Pero eso no es todo. El parque cuenta, también, con la denominada Sala Pays (Presentes Ahora y Siempre), que es un espacio de debate y reflexión crítica sobre el terrorismo de Estado y los Derechos Humanos. Además, funcionan también el Centro de Documentación y Archivo Digital del parque, que reúne información acerca del proceso y de las víctimas.

En una entrevista del diario “Página 12”, la directora ejecutiva del parque, Nora Hochbaum, expresó sobre el enfoque a las víctimas: “El Monumento se levanta junto al Río de la Plata porque a sus aguas fueron arrojadas muchas de las víctimas. Este lugar no pretende cerrar heridas que no pueden cerrarse, ni suplantar a la verdad y la justicia. Los desaparecidos están presentes en la evocación que se haga de sus vidas truncadas, por eso uno de los más simbólicos e importantes objetivos de los organismos de Derechos Humanos integrantes del Consejo de Administración, para las futuras generaciones, es la posibilidad de contar con una base de datos e información pública sobre los ideales de vida, libertad, solidaridad y justicia por los que ellos vivieron y lucharon”[3]

 

Desde mi punto de vista, la presencia del Centro de Información y de la Sala Pays, es la característica más importante de los monumentos, en tanto demuestra claramente la intención de reconstruir historias individuales y representar la individualidad de las víctimas. La particularidad de incluir centros de información refleja que el objetivo del proyecto es mucho más profundo que simplemente montar un monumento vacío, desligado de aquello que supone representar y aquellos a quien supone homenajear. Ya no se trata de uno más de los 30.000 desaparecidos o uno más de los seis millones de judíos, ya no se trata de contar números: el nombre le da a cada uno su propia individualidad, reconstruye su identidad, distingue al desaparecido número 50 del número 51. Cada quien es alguien. Y tiene una historia individual.

Sin embargo, cuidar la individualidad de las víctimas, no quita que la inspiración para construir estos monumentos sea la dimensión colectiva de los asesinatos. En definitiva, los monumentos son un llamado a la memoria, una búsqueda por conectar el presente con el pasado. Ese pasado cobra tanta importancia y es objeto de recuerdo al montar un monumento por el alto número de víctimas.  La memoria suele presentarse como la otra cara del “no olvidar”. Se trata del intento de condenar lo sucedido, repudiarlo. Pero la memoria puede ser un arma de doble filo. Una observación del profesor alemán Andreas Huyssen sobre el uso abusivo de políticas de la memoria sostiene que puede ser peligroso, porque podría derivar en el reemplazo u olvido de la justicia. No obstante, no considero que estos monumentos constituyan un uso abusivo de la memoria, sino un uso positivo. Como dijo Nora Hochbaum en el pasaje previamente citado, no son lugares que pretendan suplantar a la verdad y la justicia, al contrario, memoria y justicia se vinculan porque en la medida en que uno recuerda, está más consciente de que hace falta pedir justicia.

Un perfecto ejemplo de esta vinculación es el caso del atentado a la Amia, que la sociedad argentina recuerda todos los años con un acto multitudinario, y todos los días con la estación de subte Pasteur, que se llama “18 de julio”, junto con otras muestras artisiticas destinadas a recordar y memorizare buscan justamente dejar en claro a la sociedad que todavía no se hizo justicia. La memoria y el pedido de justicia pueden ir juntos y uno no diluye al otro.

 

El análisis expuesto me remite nuevamente a aquella sala en medio del campo de concentración de Auschwitz. Elegir un nombre y recordarlo era la consigna. Darle entidad, diferenciarlo, destacarlo: individualizarlo. Si bien los monumentos reúnen a las víctimas de una masacre colectiva, eso no significa que les quiten su individualidad.

Creo que respetar la diversidad es uno de los desafíos más importantes que enfrenta la modernidad. Vivimos en un mundo masificado y globalizado que genera que las personas intenten copiarse unos a otros siguiendo estándares sociales. Es por eso que considero que estos monumentos tienen, también, un valor educativo, más allá del recuerdo de las víctimas: nos transmiten que cada víctima es importante en sí misma y ese mensaje nos concientiza para que no nos olvidemos que también los vivos tenemos una individualidad, un talento que nadie más tiene, un sueño personal. Nos enseña que cada persona se construye al diferenciarse de los demás, y así cada una construye su historia, que es única e irrepetible. Estos monumentos, buscando respetar la individualidad de cada víctima, nos dan una lección de vida.

[1] http://www.lanacion.com.ar/703071-berlin-inaugura-un-monumento-a-las-victimas-del-holocausto

 

[2] file:///C:/Documents%20and%20Settings/Invitado/Mis%20documentos/Downloads/monumentoberlinpaper.pdf

 

[3] https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/6-16620-2010-01-12.html

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