Cuando hablamos de música no hablamos solo de escucha como una acción etérea que traduce vibraciones en información que nuestro cerebro analiza. Hablamos de eso, pero también de lo que pasa con el cuerpo, la carga que arrastramos, rechazamos o redimimos cada día. El pogo, el mosh, la autodestrucción de las bolsas de poxi, el cuerpo sagrado, las agitaciones rítmicas, las tardes en la cama, las piernas cansadas de patear en la madrugada, todo es cuerpo. En esta oportunidad, Mauro Petrillo y Tomás Pérez Garate, integrantes del SPERAC, reflexionan sobre las transformaciones de ese cuerpo en el indie, el rock cristiano y el punk.

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Congregamos entre aquellos que le temen al silencio. Lo dicho como forma, como masa play doh, moldeando y llenándolo todo. Es defensa, vital acto de defensa. Como lo es casi cualquier actitud social en la vida. Pensar que lo dicho tiene valía en sí misma. No encuentro acto más vanidoso. Lo ejecuto, no sin vergüenza.

Hay algo de sadismo en el hecho ineludible de saberse parte de una tradición que agoniza. Frustrada, desbocada en los excesos y la autoreferencialidad. El arte patético de aferrarse a aquello que se evapora sin siquiera emprender batalla. El vacío, tranquilizador y discreto encanto de la derrota. “Es la depresión sin épica / la depresión sin épica” (“El tesoro”, La Síntesis O’konor, Él mató a un policía motorizado, 2017)

Hablas sobre mi vida como tu papá

Pensar los cruces, es la tarea emprendida, un trayecto que nos lleva a desmembrar poéticas disímiles. Punk, indie, rock cristiano. Austeridad y compromiso. Outsiders devenidos decadencia, renuncia o redención. Barro, odio tal vez.

Ahí, donde está la fe, ahí es donde el cuerpo, la relación entre el yo enunciante y su límite físico, marca diferencia. Ese cuerpo presente que adolece, que cruje descompuesto incluso en su cenit. La muchacha punk, atrofiada, cercenada. El cuerpo roto.

Hay ét(p)ica. Hay moral en los 3 cuerpos de la acción. Del hoy, del ayer y del mañana. Cada cuerpo productivo, el indie, el punk y el cristiano, encarna una ética propia. El cuerpo del hoy, del goce chiquito, quietito, lumpen y conservador de indie que se queda y acompaña en la derrota.[1] Derrota ya consumada, derrota que se vive en la que el yo se regodea: camita, terraza y “pa, necesito un poco de plata” (“Más o menos bien”, La Dinastía Scorpio, Él mató a un policía motorizado, 2012).

El cuerpo roto ya perdido, el ayer como anhelo y el futuro como muerte. El punk encarna esa melancolía, enmascarada, ocultada, por la violencia y el abuso del cuerpo propio. Un cuerpo que no se quiere habitar, un cuerpo sufriente que clama las cenizas y bulle entre balbuceos “Ya no hay nada en mí, me obligaron a crecer” (“Metamorfosis adolescente”, El exceso y/o abuso de drogas y alcohol es perjudicial para tu salud… ¡Cuidate, nadie lo hará por vos!, Flema, 1994).

Y está también el cuerpo ajeno, prestado por una fuerza total, voraz, contundente y absoluta. Es el cuerpo del pecado, del delito. Aquel que flaquea, que lleva al alma a sus márgenes, a sus tropiezos.

Hay un yo enunciador mutado en cada poética. El yo preservado, respetado y celebrado en tanto no propio y ventura temporal del latir cristiano; un yo moldeado de mierda y vómito que se desmorona patético ante nuestros ojos en el punk y un yo quieto, nostálgico y transhuamante en el indie. Agotado. “Cuando juntes fuerzas las cosas van a estar mucho mejor” (“Chica de oro”, La Dinastía Scorpio, Él mató a un policía motorizado, 2012). Futuro, pasado y presente.

Qué hacer ante lo inevitable, ante lo ya escrito. La fe mueve montañas. La fe calma, serena. Él te ampara en el peor escenario, el cuerpo se abandona y queda lo trascendente. Aquello puro, no corrompible.

La espera como leitmotiv. Desde ópticas antagónicas parece ser la esencia de las 3 poéticas. La eternidad anhelada, necesaria, contundente e inevitable hace que en el convencido de la fe, el paso terrenal sea siempre en paz y sin titubeos. Ante las flaquezas él te arropa, te calma y te recibe. Cuando el cuerpo, débil, lascivo y pecaminoso crece y carcome la rectitud está él “Si para encontrarte/el caos vino hasta acá/bendita adversidad/ te di traición/y vos la pasión/te di terror/y vos este amor” (“Bendita Adversidad”, Bendita Adversidad, Fila 9, 2016).

El rey del terror que se avecina, tranquilos, la derrota es inevitable. La cama es la mejor opción. Vos y yo esperando el armagedón. En ese nihilismo/Kawaii que maneja el indie hay sosiego, belleza y calma. El techo descascarado, la masturbación por tedio y el balde de vómito al costado de la cama familiar del eterno adolescente punk, angustia y frustra. Pero quizás la mirada puesta en el horror solapado es la que se busca. El cuerpo cruje y hay que extremarlo. Nada bueno bajo el sol. Sombras.   

¿Dónde, acaso, buscamos la verdad, la belleza? Donde lo que se atrofia disruptiva y fatalmente. En el odio, en el grito, lo desbocado como esencia de un sentir. Un vacío que apuna, que emociona y trasviste lo hecho, lo dicho, lo propio. No pensamos en una furia que empantana, que hiere; en la furia frustrante, agonizante que empala y descubre las miserias y los fantasmas.

Siempre hay un idiota para convencer

¿Evitar el ablande? ¿O, más bien, pensar el ablande?

Cuando el hombre nace es frágil y flexible. Cuando muere se torna fuerte y rígido. También las plantas y los árboles nacen frágiles y flexibles pero al morir se vuelven mustios y secos. Lo fuerte y lo rígido pertenecen al dominio de la muerte. Lo frágil y lo flexible pertenecen al dominio de la vida. Por eso un ejército excesivamente poderoso no puede vencer, y el viento quiebra al árbol rígido. Lo fuerte y lo rígido deben permanecer abajo, lo frágil y flexible deben permanecer arriba.

Lao Tse 1999, p.112

¿Por qué elegiste esta banda? ¿Por qué dejaste afuera a tal otra? Porque se me cantó. No historizamos, no mapeamos, no respondemos. NS/NC. Nos mueve el deseo. La escucha interna, propia y caótica. Como aclara (¿hace falta? ¿aún?) nuestro compañero Emiliano en la Introducción de Contra la moderación: “No, elegimos, por el contrario, la tercera iniciación, luego de ese gran derrumbe: la del espíritu”.

La elección propia y arriesgada.

Algo nos debe unir en el SPERAC. ¿El espanto? La escucha, esa supuesta actitud pasiva que engendra lo que dignifica. Oir, balbuceos, gritos, llantos. Eriza la piel. “El sonido es cutáneo” continúa diciendo Emiliano. El sonido es lo vivo. Pero en Contra la moderación escuchamos encerrados; una escucha muerta, difícil, dura (ya volveremos a eso). Una escucha que, aun sin cuerpo carnal, motorizamos de forma colectiva y resultó. Y cómo. Entendemos que esta escuela de escritura se forja de la escucha, de la palabra del otro y del encuentro. Se asienta, aplaca en la soledad pero resuena lo escuchado. 

Mariano Pacheco, en el prólogo al libro que nos convoca, sentencia con extremada y envidiable certeza:

Frente a las formas estereotipadas de la escritura contemporánea, el ensayo sigue siendo una apuesta por tomar la palabra desde el riesgo, el arriesgo y la culpabilidad. (…) Hay algo del arte de la escucha en la propuesta de este libro. Y no solo de la escucha de canciones (opción más obvia puesto que se trata de un libro de-desde-sobre rock), sino,  fundamentalmente, diría de una constelación de voces –pretéritas y contemporáneas, de vivos y de muertos-, que permiten hoy seguir sosteniendo una conversación.

“Tendremos que tener estómagos laxos” sentenció Emiliano en una de las primeras reuniones. Ser flojos como una virtud. Doblarse sin quebrarse. En esa plasticidad nos movemos y desde allí nos reivindicamos. Una fragilidad que no sea síntoma de debilidad ni de resignación. Porque nos sobra aguante, no evitamos el ablande, lo enfrentamos y lo hacemos parte de nuestra voz.

Bibliografía

-Attalí, J. Ruidos. Ensayo sobre la economía política de la música. Mexico: Siglo XXI. 1977

-Igarzábal, N. Más o menos bien. El indie argentino en el rock post Cromañón (2004-2017). Buenos Aires: Gourmet Musical. 2018.

-Jung, C.G. El hombre y sus símbolos. Madrid: Editorial Aguilar. 1964. 

-Lao Tse. Tao Te Ching. Buenos Aires: Need. 1999.

-Leal, A/Sanabria, C. Hazlo Tú Mismx – Historias de Hardcore Punk en Buenos Aires  Buenos Aires: Editorial Madreselva. 2021

-Scaricaciottoli, E.(Comp.). Contra la moderación. Del Rock mayúsculo a la bifurcación de senderos. Buenos Aires: Clara Beter Ediciones. 2022.

-Talio. D./Scaricaciottoli, E. (Comp.). Memorias del Primer Encuentro de Investigadorxs sobre rock argentino y latinoamericano y contemporáneos. Buenos Aires: Clara Beter Ediciones. 2023.

-Vadalá, J. Historias Del Buenos Aires Hardcore Punk. Buenos Aires: Vegan Records. 2021.


[1] En este punto, consideramos sumamente enriquecedora la lectura hecha por Alan Ojeda en el I Encuentro de Investigadorxs sobre rock argentino y latinoamericano contemporáneos y luego materializada en su texto “Indie-gente: esperando el Armagedón, vos y yo, es la fiesta que te prometí”.

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