¿Por qué razón, dos autoridades que se disputan el poder en distintos ámbitos, realizarían una alianza? Pese a las diferencias ideológicas y religiosas, EE. UU y la Iglesia Católica han entablado una alianza tanto estratégica y duradera ¿Cómo influye eso en la realidad geopolítica de países como Cuba?
“Mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca”.
Tzun Tsu (500 A.C)
La Iglesia Católica, y su doctrina, se ha caracterizado por su particular permanencia a través de los siglos. Esa permanencia tiene su raíz en determinadas relaciones de poder que la constituyen. En el Concilio de Sardes (344 D.C) se le reconoció al Papa el derecho de ser representado por Legados que actúen en su nombre[1] y que se ve concretado en los Tratados de Letrán en 1929[2]. Este reconocimiento jurídico por parte de las monarquías, y luego por los Estados nación, se traduce en un ojo observador de la Santa Sede sobre las actividades que se llevan a cabo en los territorios que tiene presencia. Sin embargo, la Iglesia ha tenido que enfrentar una infinidad de enemigos físicos[3] que, a pesar del ‘mal’ que pudieron causarle, fueron motivo de aprendizaje histórico para la institución.
Ahora bien, si la Iglesia ha tenido muchos enemigos a través de la historia, ¿qué factores han determinado su permanencia? El arma más eficaz de la institución eclesiástica no son sus líderes, pues estos son breves pasantes. La permanencia de la Iglesia se debe a la legalidad[4] que ostenta. Como heredera cultural del Antiguo Imperio Romano, la Iglesia se presenta y representa a sí misma como la institución de la legalidad[5] por antonomasia. La elaboración de documentos oficiales, tratados, bulas y convenios han sido la principal herramienta de acción que ha utilizado a lo largo de su existencia.
Pensado lo anterior cabe preguntarse: ¿todo lo legal es justo?[6] A pesar de que algo legal pueda considerarse injusto, no deja de ser legal, ergo, es permisible[7]. La Ciudad del Vaticano remonta su historia a muchos siglos, pero acá nos importa su papel a partir del Tratado de Letrán, el cual le dio la identidad jurídica y la reconoció como sujeto del derecho internacional; como sujeto derivado secundario[8]. ¿Qué importancia tiene este reconocimiento jurídico legal para la Iglesia? Específicamente eso, que es un reconocimiento legal, y por tanto interviniente[9].
Como se mencionó anteriormente, el Papa comienza a tener representantes avalados por él mismo, y con reconocimiento legal de parte de los soberanos de cada región en la que se encontraba su delegado. Y en la actualidad, ¿solo el papa tiene representantes alrededor del mundo? No. Cada país institucionalmente reconocido y sujeto del derecho internacional firma convenios y tratados con otros países. Esto le proporciona mayor acento a la Iglesia en su rol histórico a partir de la edad moderna.
Desde la Basílica de Letrán nos trasladamos hasta la Casa Blanca. EE.UU se ha presentado como un Estado cuyo desarrollo está basado en la legalidad, la búsqueda por el imperio de sus industrias alrededor del mundo se refleja en sus políticas proteccionistas[10]. Pero hay que tener en cuenta un hito que representaría una tensión entre a la Iglesia y EE.UU, pues este último fue fundado como un Estado con mayoría protestante. Sin embargo, no deja de ser una rama del cristianismo.
Por otro lado, podemos señalar otro punto de partida para el análisis a finales del siglo XIX, cuando el comunismo se expandía ‘como un fantasma’[11] por toda Europa. El comunismo surge como enemigo de la fe[12], del capitalismo y de la democracia[13]; implicó un punto y aparte en las relaciones diplomáticas de la Iglesia con EE.UU. Desde ese momento nace un enemigo en común: ‘el enemigo de mi enemigo’. Tal vez Washington y la Santa Sede no serían amigos doctrinales, pero sí tenían que combatir un enemigo común que amenazaba los intereses materiales del uno, los intereses espirituales del otro, y la ideología de ambos.
EE.UU, un país de mayoría protestante, comenzaba a abrir sus puertas a quien por mucho tiempo representó su rival doctrinal. A la entrada de EE.UU en la Segunda Guerra Mundial, la Iglesia Católica poseía o controlaba una red de iglesias, escuelas, hospitales, y periódicos que se extendía desde el Atlántico hasta la costa del Pacífico, se había vuelto la institución religiosa más grande, más compacta y poderosa en los Estados Unidos[14]. El Presidente Roosevelt[15] estimó necesario mantener un enviado ‘oficial personal’ en el Vaticano[16]. La política del Vaticano, que durante siglos estuvo basada en alianzas con países católicos en Europa, ahora se desplazaba al Oeste. El Vaticano, previendo el inminente desastre en Europa, estuvo preparándose para la creación de un nuevo mundo católico en América.
A inicios siglo XX, EE.UU y la Iglesia se ven relacionados en ciertos puntos que pueden identificarse como análogos. Mientras que León XIII condenaba al comunismo[17], EE.UU lo visualizó como su principal enemigo. El enemigo común representa al enemigo a combatir a partir de entonces. La finalización de la Segunda Guerra Mundial es el punto de partida para la competencia por la hegemonía en el globo. Por un lado, la URSS como bastión del comunismo a nivel mundial y EE.UU, como mayor exponente del capitalismo. La Iglesia, inmersa en ese mundo bipolar, debía tomar una postura específica. La defensa de la propiedad privada es algo característico entre los dos entes relacionados en este artículo, posición opuesta a las políticas de expropiación de tierras que llevaba a cabo el comunismo en los países en que se instalaba.
Mientras que EE.UU se expandía mediante sus corporaciones a nivel mundial, y defendía su intervencionismo por la vía legal, aduciendo la defensa de la libertad y la democracia, la Iglesia Católica llevaba a cabo una reforma litúrgica a gran escala[18], cuyos objetivos enfocaban su integración en una sociedad cada vez más secularizada. Ambos enviaban cada vez más y más representantes a distintos países del mundo. Y a medida que aumentaba el número de representantes, aumentaba el intervencionismo en la política interna de los países a los que llegaban. La ‘nueva evangelización’ y el ‘estado de bienestar’ que marcó la edad de oro[19] del siglo XX tenían un enemigo común a combatir: el comunismo.
La expansión del comunismo implicó una seria amenaza para la Iglesia y EE.UU.. Los pequeños triunfos que éste tenía en distintas partes del mundo, y su creciente aceptación en América Latina, generó, como respuesta, una puesta en marcha de múltiples planes orientados a combatirlo. El triunfo de la revolución cubana representó un reto a superar por ambos los dos poderes, dado que esto generaba un espíritu esperanzador para los distintos movimientos revolucionarios en Latinoamérica. La Iglesia y EE.UU se enfrentaban a un problema común: el posible triunfo del comunismo en América Latina. La pérdida del control sobre un bastión económico en el caribe y sede de una gran población católica, sería la oportunidad para ambos entes de demostrar el castigo que implicaba adoptar un sistema contrario al que ellos promulgaban.
Hechos particulares y proceso histórico
EE.UU no se presentó hostil de entrada. Es curioso el hecho de que el jefe de Estado cubano haya realizado una visita oficial al país norteamericano en abril de 1959, durante la presidencia de Eisenhower, invitado por el Club de Prensa de Washington, momento al cual no se habían establecido aún relaciones con la URSS. Ante esta situación EE.UU veía amenazado su traspatio económico en el Caribe. Ya es de público conocimiento que la política exterior intervencionista de EE.UU ha sido motivo de golpes de Estado y guerras civiles. A lo que dirá Noam Chomsky respecto al caso Cuba:
La agresiva e intervencionista política exterior norteamericana de la posguerra ha tenido mucho éxito en crear una economía global en la cual las corporaciones ubicadas en Estados Unidos pueden operar con amplia libertad y altos beneficios. Pero ha habido fracasos, por ejemplo, en Cuba e Indochina. Cuando algún país tiene éxito en desembarazarse del sistema global dominado por Estados Unidos, la respuesta inmediata ha sido (sin excluir el terror y el sabotaje), evitar lo que, algunas veces, ha sido llamado en documentos internos ‛éxitos ideológicos’ (…) el temor de los planificadores ha sido siempre que el éxito de la revolución o de la reforma social pueda influir en otros para seguir el mismo ejemplo[20].
Es a partir de esta lectura del modo de actuar del país norteamericano que se pueden comenzar a comprender las políticas en contra de la isla a partir de mediados de 1959. En febrero de 1960 se firman los primeros acuerdos entre Cuba y la URSS. la idea de una Cuba satélite de Moscú sería el pretexto idóneo para el diseño de la política más agresiva contra la Isla.
En 1961 Kennedy, que profesaba la fe católica, llega a la presidencia. Uno de los hechos que marcó la presidencia de Kennedy fue la invasión por Playa Girón en abril de ese mismo año. Con apenas 100 días en la presidencia, el joven mandatario había conocido un fracaso significativo en la lucha contra el comunismo. Kennedy, en su corta estadía en la Casa Blanca, estuvo involucrado en muchos eventos relacionados contra la lucha del comunismo internacional y acontecimientos que crearon tensión a nivel internacional, tales como la crisis de los misiles en octubre de 1962 y las primeras acciones de EE.UU en Vietnam. También, durante su mandato se inició la construcción del Muro de Berlín.
Apenas 8 años después del fracaso de invasión a la isla por parte del presidente norteamericano, el líder cubano prohibía la celebración de la navidad y del día de reyes. Tradiciones que poseen significación popular en todos los países de Latinoamérica y cuyo efecto fue una excelente oportunidad para demostrar las ‘maldades del régimen comunista’ en Cuba. Esto presentó un antecedente para que las relaciones entre la Iglesia y Cuba empezaran a volverse tensas. Las relaciones diplomáticas entre el Vaticano y La Habana datan de 1935 y, a pesar de que no fueron interrumpidas a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, las tensiones se hicieron ver desde el momento en el que el gobierno de Fidel comenzó a limitar el poder de Iglesia en el territorio. Sin embargo, nunca se llegó a prohibir la religión como tal.
Como se mencionó anteriormente, la navidad fue prohibida en 1968. Fidel Castro realizó una visita oficial a la Ciudad del Vaticano el 19 de noviembre de 1996, casi un mes después, el presidente Bill Clinton promulga la Ley Helms Burton, que permite demandar a quienes negocien con propiedades confiscadas a estadounidenses en la isla[21]; y tan solo 13 meses más tarde el Pontífice en turno realizaba la primera visita en la historia a la Isla. Curiosamente, ante la llegada de Juan Pablo II, el congreso cubano aprobó nuevamente las celebraciones religiosas, que ya tenían casi 30 años de haber sido prohibidas.
Nacimiento y evolución de las relaciones
Para los movimientos latinoamericanos, el ‘triunfo’ de la revolución cubana representó una guía en el modo de operar de las distintas organizaciones nacientes. A partir de los llamamientos de apertura con el mundo por parte de Juan Pablo II hacia Cuba, las restricciones a los católicos se disminuyeron en 1992. Teniendo en cuenta la crisis económica que atravesaba en esos años Cuba debido a la caída de la URSS en noviembre de 1991, se puede plantear un oportunismo por parte de Washington ante la nueva situación de la Isla. Tres papas pisaron territorio cubano y tuvieron encuentro con Fidel Castro. Estos hechos preceden las nuevas aperturas de EE.UU para con Cuba. En el 2011 EE.UU reduce las restricciones de viaje para fomentar el contacto entre los pueblos, y el siguiente año Benedicto XVI visitaba la Isla. En 2015 el nuevo líder, Raúl Castro, a casi una década de haber asumido el cargo declara que el actual presidente norteamericano no tiene la culpar de las acciones de sus 10 antecesores en cuanto a las políticas económicas contra Cuba[22]. Apenas unos meses después el presidente Barak Obama envía una carta a Raúl Castro en la cual propone la reapertura de ambas embajadas a partir del 20 de julio. En septiembre de ese mismo año el papa Francisco hacía su visita oficial a la Isla para encontrarse con Fidel Castro y hablar sobre la apertura de Cuba con el mundo. Sin embargo, el hito que marcaría el fin de un largo y tedioso camino de lucha ideológica y de intereses materiales y espirituales fue la visita del presidente Obama a Cuba. En declaraciones oficiales, Raúl y Obama afirmaron que el papa Francisco fue clave en las nuevas negociaciones de apertura, siguiendo una iniciativa que no fue personal ni producto de sus simpatías de izquierda como a veces se dice desde visones maniqueas, sino consustancial al rol que pretende jugar el Vaticano con paciencia milenaria[23].
La Iglesia como institución no se ha promulgado nominalmente en contra del comunismo[24]. No obstante ha hecho referencia a sus notas características en constituciones pastorales:
“Entre las formas del ateísmo moderno debe mencionarse la que pone la liberación del hombre principalmente en su liberación económica y social. Pretende (…) que la religión, (…) es un obstáculo para esta liberación (…). Por eso, cuando los defensores de esta doctrina logran alcanzar el dominio político del Estado, atacan violentamente a la religión, difundiendo el ateísmo, sobre todo en materia educativa”[25].
Recapitulando
EE.UU orientó su política anticomunista para que los países latinoamericanos rompieran relaciones con la URSS. Dichas políticas se alinearon al apoyo de dictaduras militares en Latinoamérica, que facilitaban a EE.UU la lucha contra los crecientes movimientos revolucionarios. La Iglesia se presentaba como actor neutral, no obstante, reprimió severamente a sus miembros que se integraban a los movimientos revolucionarios; entre los cuales se encontraban muchos sacerdotes ‘guerrilleros’[26].
Inmediato al triunfo de la revolución cubana, las políticas económicas de restricción contra la isla repercutieron en la vida de sus habitantes. Los jerarcas católicos han mostrado una posición contraria a las medidas económicas aplicadas a Cuba[27]. Pero el papa no es la Iglesia. Después de la revolución, la Iglesia en Cuba no sufrió represalias, pero sí se tomaron medidas que le restaban importancia en actuación sobre la vida social de las personas.
Teniendo en cuenta la ‘amenaza’ que representa el comunismo, tanto para EE.UU con sus políticas expansionistas y para la Iglesia Católica para su difusión del evangelio en todos los países del mundo, un bloqueo económico representa la consecuencia que tendría el triunfo de un sistema que está en contra de la ‘libertad y la democracia’ y de ‘la verdadera fe’. Aunque EE.UU sea mayormente protestante, sus intereses son similares a los de la Iglesia: ‘salvar a la humanidad’.
No obstante, la evolución de las relaciones EE.UU-Cuba-Vaticano puede ser analizado desde el punto de vista del desarrollo lógico de la historia en la era de las comunicaciones y los medios masivos. La apertura, no tanto como modelo económico, llegaría de una manera u otra por el relevo generacional al que están destinados los distintos pueblos. No es cuestión de olvidar el pasado, sino de tratar de escribir un mejor futuro para todos.