«Woman is the nigger of the world», cantaba Lennon. Ahora ¿Qué pasa cuando hablamos de mujeres negras? El trabajo político e intelectual de las mujeres africanas y afrodescendientes ha sido invisibilizado por mucho tiempo. África también tiene sus heroinas y sus voces han comenzado a cobrar más relevancia en el ambito del pensamiento poscolonial y la lucha feminista. En esta oportunidad Federico Vivanco nos presenta un artíciulo sobre las principales narradoras representantes de la cultura africana moderna.
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Nnu Ego no fue la primera ni la última mujer africana que tuvo que sufrir el repudio y el estigma de ser una mujer infértil. Se vio forzada a regresar a la casa de su padre después de que su esposo tomase a una segunda esposa. Una vez devuelta la dote a la familia de su cónyuge, Nnu Ego es obligada a dejar sus tradiciones y su pueblo para mudarse a la tumultuosa ciudad de Lagos, Nigeria, a fin de celebrar un nuevo matrimonio concertado por su padre. Será posiblemente su segunda y última oportunidad de demostrarle a la sociedad y a su comunidad que es una mujer con todas las letras.
Después de años de frustración y de ser la vergüenza social por ser una mujer casada pero sin hijos, Efuru da a luz a su primera niña preguntándose: “¿Es realmente verdad que he tenido un bebé, que ya soy mujer?” para luego poner en duda si se trata de una realidad o de un sueño, temiendo despertar y descubrir que no ha sido real.
La historia de Amaka no será muy distinta a la de Nnu Ego y Efuru. Su supuesta esterilidad y la llegada de una segunda esposa al hogar, obliga a Amaka a dejar su a su marido y su pueblo para mudarse a Lagos. Es en la antigua capital del país donde emprenderá una vida desde cero, soltera y sin la dependencia económica de ningún semental. En la ciudad se hace contratista y, a través de su independencia, empieza a escribir su éxito y sus primeros pasos como madre soltera por elección. Su independencia solo pudo lograrse dándole la espalda a su tierra natal y a las tradiciones africanas que han ido perdiendo fuerza desde la época poscolonial.
Yejide espera un milagro, un hijo. A pesar de ser empresaria, con estudios universitarios, de clase media moderna de una Nigeria del tercer milenio y rechazar junto con su marido la poligamia, las tradiciones y ambas familias impondrán la llegada de una segunda esposa con el solo fin de mitigar el dolor de una familia tradicional sin descendencia. Después de haberlo probado todo — una nueva montaña donde ir a rezar, un nuevo pastor o un nuevo curandero en alguna aldea— terminará transitando por las oscuras sendas de la locura y padeciendo un embarazo psicológico. No será repudiada y desterrada como ocurre con otras mujeres. Su válvula de escape será enfrentándose a su propio destino y tomando otro camino que la ayude a romper los lazos con su pasado y emprender una nueva vida.
Estas cuatro mujeres, que tuvieron que digerir el injusto sentimiento de culpa por su supuesta infertilidad y pagar un precio muy alto para que sean valoradas como “mujeres”, pudieron al final concebir el fruto tan anhelado en un segundo matrimonio, en una segunda relación, o incluso secretamente con otro hombre fuera de su relación conyugal.
No obstante, ninguna de estas cuatro mujeres existió. Solo anidaron en las mentes de tres grandes escritoras de las literaturas africanas. Estas cuatro heroínas son las protagonistas de cuatro novelas que han llegado a cuentagotas a las manos de poquísimos lectores hispanos parlantes. ¿Por qué? Porque las letras africanas no venden. Solo venden los estereotipos, los safaris por la sabana africana y las noticias de hambruna, guerras, sida y todas aquellas que se lucran con el dolor ajeno. Estas cuatro mujeres no serán reales, pero habitan en las vidas de muchas mujeres africanas que no son consideradas “mujeres” hasta que no demuestren que pueden dar hijos a sus maridos, principalmente varones a fin de continuar el linaje del jefe de familia.
Nnu Ego es la protagonista de The Joys of Motherhood (1979) —editada en español bajo el título Las delicias de la maternidad— de la escritora nigeriana, Buchi Emecheta. Es considerada la madre de las literaturas angloafricanas. Nació de una familia humilde y fue prometida con solo once años. A los dieciocho años deja el país para trasladarse a Londres donde residía su esposo. Se volcó a la escritura como método catártico ante un matrimonio infeliz y violento, pero sus primeros escritos fueron quemados por recelo por su esposo. A veces la pluma puede ser más poderosa que la espada. Con veintidós años deja a su marido y saca adelante a sus cinco hijos. Ser una “ciudadana de segunda clase”, nombre con el que bautiza a su segunda novela, no le impidió titularse en Sociología y obtener más tarde un doctorado.
Efuru es la heroína que recrea Flora Nwapa en la novela que lleva su mismo nombre, Efuru (1966), la primera novela escrita por una autora nigeriana en ser publicada en el Reino Unido. Nwapa fue también la primera mujer africana en fundar una casa editorial donde luchó por «transmitir y educar a mujeres de todo el mundo sobre el papel que tiene la mujer en Nigeria, su independencia económica, su relación con sus maridos e hijos, sus creencias tradicionales y su posición en la comunidad como un todo».
Quince años después Flora Nwapa dará a luz a Amaka, protagonista de la novela One is Enough (1981). Una vez más, y siguiendo el arquetipo de las heroínas de sus novelas, Amaka es más reacia en aceptar las restricciones y las imposiciones de la sociedad. La autora dramatiza la tradición de la cultura igbo, una de las etnias más extendidas en África, y la importancia que le asigna esta sociedad a la procreación, ilustrando las tragedias de una joven que pone de manifiesto la concepción que tiene el continente sobre la maternidad.
Yejide es una de las heroínas más recientes que ha concebido una escritora africana. Es la protagonista de la novela, Quédate conmigo (2018), de la también nigeriana Ayòbámi Adébáyò. Ya han transcurrido cuarenta años entre la publicación de la novela de Buchi Emecheta y la de Ayòbámi Adébáyò, pero después de cuatro décadas, las escritoras africanas siguen denunciando a través de su pluma los estigmas sociales que deben padecer las mujeres africanas por el simple hecho de ser infértiles, estériles o por haber escogido el camino de no tener hijos. Muchas son las escritoras que centran sus novelas en esta problemática, ilustrando casos como los de Nnu Ego, Amaka, Efuru y Yejide que no hace más que preguntarnos por qué en muchas comunidades cuando se menciona la palabra “esterilidad” o “infertilidad” siempre hay un dedo que encañona a una mujer. Como si esto fuera una enfermedad y solo existiese en el sexo femenino.
Si nos desplazamos a Botsuana, la colección de relatos entrelazados de la escritora Wame Molefhe, Go tell the sun (2011), llevada también a la ópera, tiene como protagonista a Sethunya y su “supuesta infertilidad”. No solo tendrá que afrontar su homosexualidad en silencio y el suicidio de su amada, sino que deberá quedar embarazada del amigo de su esposo, a fin de cumplir el sueño de su suegra: dejar descendencia y evitar así el rechazo de su esposo y de su familia.
La infertilidad o esterilidad es una de las tantas cargas que deben aguantar las mujeres africanas a sus espaldas, así como lo que esto conlleva dentro de una sociedad donde las mujeres, en la mayoría de las regiones, no son solo amas de casa, madres, esposas, sino también el soporte económico gracias a sus labores agrícolas. Su cruz será también batallar con la imposibilidad de procrear, y en consecuencia, de dejar descendencia. Ante los ojos de un sistema patriarcal férreo y predominante, en la mayoría de las culturas africanas la infertilidad solo existe en el género femenino, y es imposible e inconcebible en el masculino.
Más allá de los subargumentos que se desarrollan en los textos de estas autoras —la independencia femenina, el choque entre las tradiciones y la modernidad, la transición entre el sistema colonial y el neocolonialista actual, la guerra civil, el papel de la mujer en una sociedad patriarcal, la mujer como principal motor económico, entre otros— los cimientos de estas novelas sostienen la necesidad de que una mujer sea fértil, y sobre todo, dar hijos varones. El mensaje no puede ser más claro y directo: no eres nada ni nadie si no tienes hijos.
Lamentablemente en África —como también ocurre en otras regiones fuera del continente— una mujer es considerada mujer cuando esta concibe hijos. De no ser así, se la considera no solo que no es mujer, sino que es rechaza, repudiada e infravalorada, teniendo que sufrir el destierro y el ostracismo de la sociedad con una etiqueta de por vida que lee “estatus inferior”. Ningún matrimonio es considerado como “definitivo” o “estable” hasta el nacimiento de un niño. En algunas comunidades la incapacidad de tener hijos es la única razón por la cual un matrimonio puede ser disuelto, de ser así, la mujer tendrá que aceptar la decisión del hombre. Este último es libre de tomar otra esposa e incluso la primera esposa puede elegir a la segunda co-esposa para él con el fin de mantener la vida familiar.
Desde que comenzó a proliferar la literatura escrita por mujeres africanas en los años sesenta, después de varios siglos con su férrea tradición oral y sin olvidar que fueron precursoras y protagonistas anónimas en sentar las bases para la posterior difusión de la literatura escrita, las autoras vienen tratando dos temáticas que son fundamentales para la concienciación social y un cambio en esta última: la femineidad y la condición de la mujer africana. Se observa en las tres generaciones de autoras africanas —colonial, postcolonial y neocolonial actual—distintos personajes femeninos que desafían, a través de la antítesis, las representaciones convencionales que los escritores africanos venían haciendo sobre la mujer. Es decir, de personajes pasivos y sometidos a heroínas que tienen una función activa y con gran fuerza de resistencia. Un correctivo a la imagen representada por aquellos escritores donde la mujer conservadora ahora es representada por distintas escritoras como un ser radical que incluso desafía a la autoridad patriarcal. Formas “confesionales”, esto gracias a técnicas como la narración en primera persona o la autobiográfica que tienen como fin el refuerzo de la identidad.
Uno de los temas preocupantes de las escritoras africanas contemporáneas es sobre la dinámica del poder en la sociedad africana. La estratificación de los géneros y de clases en África ha generado que las relaciones familiares de la sociedad postcolonial se vean afectadas por tensiones y conflictos que se han estado gestando gracias a nuevas oportunidades, nuevos intereses y nuevos dilemas en las recientes generaciones. Esta tensión entre generaciones y de sistema se observa entre el conflicto de madres e hijas. La dirección de la escritura de mujeres toma una nueva dirección y las bases tradicionales de la sociedad se ven amenazadas cuando los mitos y creencias sobre el amor maternal y la relación madre-hija se desdibujan o se ven desde una óptica muy diferente como cuando se veían desde el prisma de una visión precolonial o tradicional.
Temas como el amor maternal, las obligaciones que conlleva la maternidad y la maternidad “impuesta u obligatoria” han venido desarrollándose en distintas novelas de escritoras angloafricanas desde los años sesenta del siglo pasado, donde se cuestiona y se intenta anular algunas de las actitudes tradicionales sobre la mujer y el lugar que ocupan estas según la sociedad y el sistema patriarcal.
Previamente, el embarazo era una de las cartas más importante que tenía una mujer en el continente africano. No es que haya dejado de serlo, sigue actualmente vigente en muchas comunidades africanas y fuera del continente donde concebir no solo demuestra la fertilidad de la mujer y acallaba el chismorreo y la vergüenza de la familia de su esposo y la suya, sino que la maternidad también es un pasaporte para el disfrute de su feminidad. Lo que no se observa en las letras africanas escrita por mujeres, ya que continúa siendo un tema tabú, es la interrupción del embarazo. Son casi inexistentes las obras que tratan esta temática, como así también la libre elección que deberían tener las mujeres a su interrupción. Estamos ante un gran continente donde muchas sociedades incluso consideran promiscuas a aquellas mujeres que utilizan un método anticonceptivo.
Las novelas de Buchi Emecheta, Flora Nwapa, Ayòbámi Adébáyò, como así también otras grandes escritoras angloafricanas como Ama Ata Aidoo, Bessie Head o la vitoreada Chimamanda Ngozi Adichie, funcionan como un caleidoscopio donde se examinan las vidas de sus protagonistas y el rol que cumplen estas como mujeres en la sociedad. Sociedad donde están a disposición de los hombres las decisiones sobre el matrimonio, la familia, la propiedad y el futuro que correrán sus cónyuges. La situación de la mujer es menoscabada por el marido al tomar otra esposa —y siempre más joven— donde prima la necesidad de demostrar su fertilidad y hombría ante la sociedad.