¿Qué son las Empresas de Base Tecnológica? ¿Para qué sirven? ¿Por qué es importante involucar a las instituciones universitarias y de investigación con el sector productivo? ¿Qué implica que la UBA esté diseñando su propio reglamento para la producción de EBT? Para responder algunas preguntas, Alan Ojeda decidió conversar con Franco Di Mauro, director de Vinculación Tecnológica de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires.
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Un poco de historia
Varias décadas atrás, durante la primera mitad del corto siglo XX, Frederick Terman, profesor de la Universidad de Stanford decidió impulsar, en vasta zona sin utilizar de propiedad de la universidad, inversiones de capital de riesgo para que los graduados desarrollaran ahí sus proyectos. Primero convenció a William Hewlett y David Packard, quienes fundarían la empresa Hewlett-Packard, que se convertiría en una de las primeras empresas no dependientes de la NASA y la marina. En 1951 se crea el «Parque Industrial de Stanford», y en 1954 el The Honors Cooperative Program, un programa dedicado a que los empleados de las empresas residentes obtuvieran un título universitario con un sistema de cursada diseñado para ellos. En paralelo, William Shockley propone cambiar los semiconductores de germanio por unos de silicio, investigación que lo llevaría a ganar el premio Nobel en 1956. El resto es historia: para los años 70´s el valle estaba lleno de empresas tecnológicas, en diciembre de 1980 explota la oferta pública de acciones de Apple, y hoy es la sede de las empresas tecnológicas más poderosas e influyentes del mundo.
Debido al éxito que tuvo el sector y la forma particular en la que fue construida esa retroalimentación entre producción de conocimiento y producción tecnológica, Silicon Valley se transformó en un modelo que despertó la atención de distintos paises del mundo. El éxito se debe al aprovechamiento estratégico de la producción científica de las universidades a través del estímulo financiero y la posibilidad de conseguir capitales para el desarrollo de proyectos con relativa facilidad.
Las start-ups son empresas en sus primeros niveles de desarrollo y que pueden (o no) tener potencial para seguir creciendo. Funcionan como “incubadoras” de ideas y proyectos que prometen ofrecer una solución innovadora a un problema existente, sea esta la producción de un nuevo material, un software o maquinaria. Sin embargo, no todos los modelos para impulsar este modelo de negocios y producción tiene las mismas bases.
Silicon Pampa
A diferencia de lo que puede suceder en EEUU, el rol de las universidades públicas de Argentina propone un modelo distinto que está en desarrollo hace varios años. En los 90´s la Universidad Nacional del Litoral desarrolló un “Parque industrial” y un Centro de Trasferencia con el fin de capitalizar los descubrimientos científicos realizados en el marco de institución y darles un lugar en el mercado. De esta manera se podía evitar que muchas investigaciones quedaran en el reducido circuito académico y permitieran ofrecer soluciones concretas y prácticas a problemas existentes. Luego, imitando este modelo, siguieron la Universidad Nacional de Quilmes, la Universidad Nacional de Córdoba, la Universidad Nacional de La Plata y el CONICET, que posee el 49% de la propiedad de Y-TEC, empresa creada en 2013 junto con YPF y cuya misión es brindar soluciones tecnológicas al sector energético y formar especialistas. En este marco la UBA, desde su Secretaría de Ciencia y Técnica, está impulsando el primer reglamento de Empresas de Base Tecnológica (EBT) en la Universidad. El objetivo de este reglamento radicará en fomentar la creación e incubación de Empresas de Base Tecnológica (EBT), promovidas por las y los miembros de toda la comunidad universitaria, cuya actividad se centre en la aplicación de conocimientos científicos, tecnológicos y/o resultados de investigación, derivados de las actividades de enseñanza, investigación y/o extensiones generadas en el ámbito de la UBA. Proponiéndose, de esta manera, apoyar y acompañar al desarrollo productivo y científico del país mediante la vinculación entre la ciencia y el medio.
“Desde nuestra dirección y desde esta Secretaría se tramitan todas las transferencias y vinculaciones que hace la Universidad, por medio de trece unidades académicas, al medio productivo, al mundo privado y hasta el exterior. Hay tres funciones sustantivas de la Universidad: docencia, investigación y extensión. Podemos hablar también de una cuarta función, que sería la vinculación. Antes, esta función de la Universidad se la relacionaba mucho con extensión, pero en realidad extensión tiene más que ver con el rol social de la Universidad y la idea de aquellos que estudiaron ahí puedan devolverle algo a la comunidad. La vinculación en realidad se refiere más al desarrollo productivo, es vinculación con el medio para agregar valor, para generar mejores condiciones de producción”, señala Franco Di Mauro, director de Vinculación Tecnológica de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires. La importancia de la consolidación de la UBA en el terreno de las EBT reside en el rol que cumplen estas empresas en la transferencia de investigación tecnológica al mercado, la dinamización de la innovación en ámbitos productivos, la proyección internacional de los desarrollos locales, la posibilidad de aumentar el impacto argentino en mercados emergentes y estratégicos con riesgo tecnológico y comercial, la productos o servicios con alto valor agregado, y la promoción de la sustitución de importaciones a través de nuevas soluciones tecnológicas para los procesos de producción de la industria nacional.
Patente, propiedad intelectual y soberanía
Otro de los temas importantes relacionados a la necesidad de la creación de este reglamento es el de la propiedad intelectual. El reglamento para el impulso y generación de EBT implica pensar también en la soberanía intelectual y en el cuidado de las patentes y las producciones generadas en el marco de la universidad. “Estamos trabajando fuertemente en lo que es formación en materia de propiedad intelectual porque hay mucho desconocimiento. Se pierde mucho trabajo hecho en la UBA, se pierde porque la gestión la terminan tomando terceros. Lo más importante es proteger esa producción. Para ser más precisos: primero funcionamos como vidriera mostrando lo que hace la Universidad en sus diversas facultades por medio de sus unidades académicas, para vincularlas con el sector productivos. Eso es promoción de proyectos. Por otro lado, nos encargamos de registrar la propiedad intelectual previo a cualquier tipo de transferencia. Un investigador necesita la intermediación de la Universidad para resolver esas cuestiones. También se relaciona con que ese descubrimiento se hizo gracias a la formación de la Universidad y a las inversiones que realiza. Nosotros aportamos la formación y los laboratorios, por ejemplo. Finalmente, y eso es lo más interesante, acompañamos el salto entre ciencia básica y ciencia aplicada permitiéndole e impulsado al investigador a fundar su empresa y continuar el desarrollo de su invento en las siguientes etapas”, detalla Franco Di Mauro. En este sentido, las empresas de base tecnológica son un resultado del avance de las universidades en el campo de la propiedad intelectual. Desde la investigación hasta la industria hay un salto muy importante. La posibilidad de la Universidad de registrar e intervenir como parte activa en el desarrollo de la investigación, a través de financiamiento, equipos y el estímulo para la obtención de capitales de alto riesgo, permite al investigador seguir formando parte de la cadena productiva, ser artífice del desarrollo integral de su producto. Di Mauro concluye: “Lo que nosotros impulsamos es el incentivo al desarrollo, a la investigación aplicada, y a que quienes desarrollan esa investigación puedan crear la figura jurídica que les permita culminar con un desarrollo apto para el medio productivo y el mercado”.
Sin duda, en un contexto altamente competitivo y la necesidad del país de impulsar, descubrir y potenciar posibles «unicornios» del área tecnológica, el involucramiento de la UBA es una gran noticia. Su público altamente heterogeneo, su alta capacitación y su gran desarrollo de profesionales podrá ser capitalizado de manera más optima, permitiendo una mayor jerarquización tanto de la institución como de sus investigadores en el sector privado y en el mercado internacional.