Si hay una pasión argentina, esa pasión es la amistad. O al menos eso decía Borges. Es también una máxima que puede aplicarse a Ca7riel y Paco Amoroso. Papota es el último EP del dúo, que consiste de cuatro temas nuevos y las cinco canciones que presentaron en su Tiny Desk, la popular serie de conciertos cortos organizados por el programa de radio All Songs Considered de NPR Music, cuyo video ya cuenta con 27 millones de vistas en YouTube. Esta combinación no es casualidad, pero puede ser causalidad. Varios momentos del EP y del short film dirigido por Martín Piroyanksi hacen referencia a esta presentación, presentación que, a su vez, se enlaza con la amistad de Ca7riel y Paco.
A lo largo de todo el videoclip se hace obvia la parodia a la industria musical, a lo que el mercado espera de dos estrellas del trap y el pop. La fama, la difusión, la plata, las expectativas. Todo eso es el marco para contar otra cosa, la narrativa de un vínculo que es atravesado por esos elementos, pero que, en su burla, se las ingenia para dejarlos atrás.
Primer momento: extender la fiesta
Paco, Ca7riel y los músicos que los acompañaron en su Tiny Desk entran al bar Santa Fe. Antes de su llegada, desde afuera, vemos los toldos rojos, las luces frías en los techos, la gente quieta en la barra que le da la espalda a la noche. Podría ser un “Nighthawks” argentino, o mejor aún, un cuadro de Daniel Santoro (se atraviesa una frase del pintor: Un bar en esquina es un panóptico ideal para la contemplación meditativa del mundo). Ya en esa primera aparición hay algo profundamente argentino. Después de cada evento, de cada hito, queremos que el festejo siga, y para que el festejo siga tienen que estar nuestros amigos. No es casual que el recital de Ca7riel y Paco Amoroso en 2019 en el Estadio de Obras Sanitarias se llamara La Celebración. Se trata de un sentir colectivo, los bordes que extendemos para que entren otros.
La música de estos dos amigos hoy podría ubicarse entre el trap experimental, el hip hop y el pop. Actualmente, una idea se repite a lo largo de los tres géneros: la figura del individuo como campeón, elevado por sobre el resto, envidiado y deseado, proveedor de su gente y constantemente desdeñoso de sus enemigos. El artista no es solo artista, sino un ídolo. ídolo que, además, se apoya sobremanera en su propia construcción estética sin trasfondo que solo pareciera obedecer a un imaginario aspiracional. La plata, el look, el ego, la crew organizada en torno a uno.
Nada de esto sorprende. Ante el recrudecimiento de una realidad donde los bienes materiales están constantemente disponibles, pero cada vez más inalcanzables, la fantasía que persiste es la de tener. Tener cosas que sean de verdad nuestras y no puedan sacarnos, tener la comodidad del dinero, tener seguidores, tener ropa envidiable. El trap, el hip hop y el pop se apoyan, en gran medida, en aquello que muestran, tanto desde su construcción visual como discursiva. No buscan, tampoco, una identificación con su público, sino la distancia, la diferencia, el éxito como una constante inalcanzable y por eso mismo siempre deseable. Esto es lo que les ofrece en un primer momento el productor musical Gymbaland (Martín Bossi) a los artistas en el bar.
Segundo momento: las consecuencias de la fiesta
Las nuevas canciones de Papota evitan estos lugares comunes. O, en todo caso, los reconocen para exagerarlos y exponer lo ridículos que realmente son. Arriba de un colectivo y mientras los demás pasajeros ven el Tiny Desk en sus celulares, Ca7riel y Paco se dan cuenta de que la situación se les fue de las manos, su propio Proyecto X, demasiados invitados, demasiada gente subida al festejo, viéndolos, esperando algo de ellos y pidiendo más:
¿Ahora qué vamos a hacer?
Tenemos que mentir
Solo soy un impostor,
just a little bit.
La gente se emocionó
Abuela haciendo TikToks,
¿Y ahora qué vamos a hacer?
El Tiny Desk me jodió.
Grabar un Tiny Desk podría verse como un hito. Una serie con llegada global, trayectoria de años, colaboraciones con músicos internacionales y 11 millones de suscriptores. Especialmente para un dúo argentino: un reconocimiento desde la cuna de la cultura del consumo y la industria a dos músicos del sur global. Sorprende entonces el giro retórico de “Impostor”, que descubre el mecanismo detrás del éxito: la presión, el estrés, los clichés, los reclamos. La fantasía de tenerlo todo y ser el mejor no puede tener fisuras. También se diferencian de esta distancia ideal que suelen establecer los cantantes de pop, trap y hip hop con respecto a su público. El síndrome del impostor es una idea cercana, empática, reconocible para cualquiera que alguna vez haya alcanzado algo, por mínimo que sea, que cree no merecer. No vemos figuras ególatras reclamando algún tipo de derecho de nacimiento a ser reconocidos como los mejores, sino las dudas de dos amigos que están viendo su amistad espectacularizada.
En “#Tetas”, el abuso paródico de anglicismos, que como argentinos ya hemos incorporado a nuestro discurso cotidiano, refuerza esta relación entre industria extranjera y éxito: Te voy a hacer un glow up / tú eres mi vibe check / voy a besarte para que te pongas high tech. Entre estos versos y el uso de un hashtag como agregado necesario a la canción, la fórmula para una carrera musical ascendente pareciera estar en ser actual, no trascender más allá de la época, sino utilizar su lenguaje para generar una identificación pasajera; un guiño cómico a las expresiones de Twitter y no mucho más.
Quieres ser alguien,
no puedes ser tú
Tienes que ser alguien,
que no seas tú
Y si quieres ser tú,
no vas a ser nadie
Solo serás tú
De vuelta el reconocimiento alevoso a las expectativas que se tienen sobre cualquier artista que se enmarque en un circuito mainstream. Ca7riel y Paco Amoroso, con su amistad desde los seis años, sus apellidos casi idénticos y sus proyectos compartidos son, ante todo y en esencia, amigos, pero ser ellos mismos se contradice con la meta de “ser alguien”. Si uno de los pilares que los sostenía era la prevalencia de ese vínculo, entonces el dúo como tal jamás podrá ingresar al mercado prometido.
En el camino a la fama, las grietas entre ellos se empiezan a ver, el precio a pagar por un Latin Chaddy, o quizás el precio a pagar cuando el proyecto que arrancaste con tu amigo ya es algo tan ajeno y lejano que no pueden reconocerse en el otro. Según el informe de Chad GPT, la IA del short film, este conflicto, en lugar de perjudicarlos, acrecienta sus figuras, les hace ganar seguidores, se están convirtiendo en superestrellas. Eso sí, solos. Porque si el foco de atención está puesto en los dos por igual, ninguno puede ser el mejor, y eso es incompatible con lo que la industria musical espera de cualquiera de sus productos.
La gala de los Latin Chaddys continúa con el absurdo. Ca7riel y Paco Amoroso, ahora con sus caras de chads (figura conceptual masculina que originalmente refería a un “hombre alfa” o genéticamente superior), visten pieles, están rodeados de sus seguidores y llevan cadenas de oro, elementos mencionados hasta el hartazgo en el trap como símbolo de estatus. Lo lograron. Son lo que tienen que ser.
Se notan a través del salón, podrían acercarse a hablar, pero, ¿qué se dirían? Paco se pregunta: Alcancé mi sueño / Pero, ¿a qué costo?
En “Forro” queda una vez más en evidencia la vacuidad del ideal que pensaron que querían:
Cuando al espejo yo me miro
Con estos ojos de vampiro
Sé que en el pecho ya no hay na´ na´ na´ na´ na´ na´
En la letra se reconocen como “monstruos”, figura paradójica si pensamos lo que implica y cómo se contrapone con la imagen que venden los cantantes de pop, trap y hip hop. El monstruo, tradicionalmente, reúne todo aquello que es negado u ocultado por la sociedad bienpensante. Permanece en los límites, aislado, lejos de aquella comunidad que lo engendró hasta el encuentro inevitable que lleva al reconocimiento de lo propio. Las superestrellas musicales, en su afán de ser idealizadas, también están separadas del resto, pero personificando todo aquello que se desea, no en los límites, sino en el centro, que no por eso es cercano. El popstar, el trapero y el monstruo encuentran su punto en común en la falta de comunidad genuina, pero la reconciliación de los dos amigos propone una salida a esa soledad.
Tercer momento: hagamos otra fiesta
Volvemos al bar Santa Fe del principio. El panóptico para la contemplación meditativa del mundo, donde desde la tele, Chad GPT lo dice bien claro: Paco y Ca7riel perdieron su oportunidad de ganar un Latin Chaddy por preservar su amistad. No importa. Ellos, junto con su ensamble del Tiny Desk, recrearon su propia versión paródica de la presentación yanqui, una última joda con amigos. La canción se llama “El Día del Amigo” y reconoce a sus artífices:
I couldn’t fucking do it without you.
¿Te acordás del día en que te conocí?
Ese día supe que yo mataría por ti
Te pido perdón, si un día me perdí
Pero vos siempre podés confiar en mí.
Los traperos se vanaglorian de sostener valores humildes mientras cantan sus virtudes por sobre enemigos invisibles que siempre sienten envidia y desean lo que ellos tienen. Pocas veces vemos marcas genuinas de esta humildad. Pedir perdón es una de ellas. Y a un amigo, nada menos, tarea que cualquiera puede saber difícil, porque es a ellos a quienes más queremos impresionar, a quienes nunca queremos herir. Pedirles perdón es aceptar el error propio, lo humano, cualidad que Ca7riel y Paco Amoroso despliegan a lo largo de todo Papota.
Y si estás peleado con un amigo
Solo dile que lo amas (¡te amo, amigo!)
(Eres mi amigo, be my friend)
(Eres mi amigo).
Una solución ridícula, una fórmula mágica improbable, unos versos que casi podrían remitir a la simpleza boba de “Yo soy tu amigo fiel” de Toy Story. Y sin embargo es así. Una fuerza contra el mundo. A las cosas sagradas no les pedimos complejidad, solo que nos salven. Santa Fe en nuestros amigos.
Epílogo: el after
Babasónicos se enfrenta a la Muerte por sus amigos en “Anubis”. Roberto Carlos pide un millón de amigos para que su canto sea más fuerte. Los hermanos de sangre de Viejas Locas son los que están siempre en el show, lo mejor que hay, el rock. Sui Generis llama a un amigo que ya no está para contarle todo en “Amigo vuelve a casa pronto”. Mercedes Sosa canta que la amistad es oro, que no se compra ni se vende. “Amigo piedra”, de Él Mató a un Policía Motorizado, nos habla de la fidelidad de un amigo, uno mejor que los demás por esa lealtad que lo diferencia. Zoe Gotusso va a un bar con amigos donde la tristeza no existe. La lista sigue. Si hay una pasión argentina, esa pasión es la amistad, y Ca7riel y Paco Amoroso se suman al canon de esta tradición nacional, más allá de la fama, de la industria, de la plata, los shows, las tendencias y las expectativas de sus géneros musicales. Pedro Lemebel escribió que no tenía amigos, tenía amores. Sinónimos, más que significados paralelos, donde podemos reunir a quien amamos y nos ama. Así es Papota, una historia de amor.