Alberto Kornblihtt (Buenos Aires, 30 de junio de 1954) Es Profesor Titular Plenario en el Departamento de Fisiología, Biología Molecular y Celular. Es doctor en Ciencias Químicas y licenciado en Ciencias Biológicas y se desempeña como investigador superior del Conicet.
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El código del alma
Vos trabajás con investigaciones sobre ADN, pero no te dedicás a lo que se llama genética, sino a otro campo que es la biología molecular ¿De qué se trata?
La biología molecular se dedica al estudio de lo que se conoce como flujo de información genética. Es decir, estudia el proceso que va desde el ADN, pasando por el ARN y hasta la fabricación de las proteínas, que son los «laburantes» de las células. La biología molecular se enfoca en los mecanismos a nivel molecular que ocurren en ese proceso ADN-ARN-proteínas. Y esto lo estudiamos tanto en la célula normal como en la patológica.
¿Y en qué se diferencia de la genética?
Voy a decirlo por el absurdo. Había un viejo profesor que decía que quien hace genética tiene que hacer cruzamientos. Tiene que cruzar plantas o animales y ver qué pasa. La genética es más amplia que en su campo que la biología molecular, porque aquélla podría involucrar las variables que surgen por cruzamientos, por ejemplo, el estudio de la evolución de las especies a un nivel mucho más macroscópico. Ahora, lo cierto es que todas las disciplinas de la biología se entrelazan.
¿Tiene aplicaciones prácticas la biología molecular?
En sí misma, la biología molecular es una disciplina súper básica, pero, haciendo lo suyo, desarrolló una serie de técnicas y conocimientos que tienen muchísimas aplicaciones. Hay aplicaciones en la industria farmacéutica, en la agroalimentaria, en la medicina y hasta en la industria textil. Los jeans que se venden desgastados, por ejemplo, antes se desgastaban en una máquina con piedras ahora se gastan con una enzima proveniente de un hongo cuyo gen fue clonado en una bacteria y que se produce en grandes cantidades. Por el lado de la generación de fármacos la biología molecular permite producir en bacterias u otros microorganismos proteínas artificialmente que antiguamente había que extraerlas de un animal o un humano. Por ejemplo, la insulina. Con técnicas como éstas, la biología molecular revolucionó la producción de fármacos y vacunas.
¿Y qué hay de la industria alimentaria?
Bueno, ése es otro terreno que tiene que ver con la genética molecular. La modificación de la información genética de los seres vivos y la generación de organismos genéticamente modificados en el mundo de las plantas han producido nuevas variedades que son resistentes a virus, hongos, sequías; y que entonces mejoran el rendimiento de los cultivos. De hecho, nuestro país es el tercer productor en el mundo de soja y la superficie sembrada con soja está hecha con la soja genéticamente modificada resistente a un herbicida. Y el conocimiento para modificar esa soja provino de la biología molecular.
Pero la biología molecular ¿Tiene su propia historia? Es decir¿Cómo surge como campo independiente?
Es un tema interesante porque hay quienes pueden decir: “la biología molecular no es nada más que bioquímica o química biológica o genética estudiando el ADN, el ARN y las proteínas”. Yo, por el contrario, creo que la biología molecular es una disciplina en sí misma que tiene una manera específica de pensar los problemas. Su historia tal vez comience en la década del ’40 con la fundación de un grupo de investigadores en EEUU que se conoció como el Grupo del Fago. Fago es el nombre que los biólogos le damos a los bacteriófagos. Y bacteriófagos son los virus que atacan bacterias. Ese grupo fue fundado por dos emigrados del nazismo que fueron Max Delbrück y Salvador Luria. Max Delbrück era alemán y había sido discípulo de Niels Bohr, el físico danés que ganó el premio Nobel por la estructura del átomo. Y Salvador Luria era italiano. Ambos eran judíos. Ambos fueron perseguidos por el nazismo. Emigraron a EEUU y formaron este grupo que se propuso conocer las bases físicas y químicas del funcionamiento de las células y de la herencia. De ese grupo surge James Watson, que describió por primera vez, junto a Francis Crick, la estructura del ADN. Es decir, que hay un grupo fundador de lo que sería la biología molecular moderna en la década del ’40 en los EEUU.
¿Y cómo es esa manera de pensar del biólogo molecular?
Es hacer eje en el flujo de información genética, en los mecanismos que definen la ese flujo la información genética, en qué información se enciende y qué información se apaga en el desarrollo de las células.
¿Cómo es eso?
Todos los procesos de una célula, y entonces, de cada órgano de nuestro organismo, están regidos por la información del ADN. Todos esos procesos son, de una forma u otra, resultado de la acción de proteínas -por eso digo que las proteínas son las laburantes de las células- que son producidas a partir de la información que tenemos en nuestro ADN. Para hacer proteínas, el ADN se copia en otra molécula llamada ARN y este ARN tiene la información de qué proteínas fabricar en un momento determinado en un tipo de célula determinada. El pasaje de ADN a ARN se llama transcripción y el pasaje de ARN a proteína se llama traducción. La transcripción ocurre en el núcleo de la célula y la traducción en el citoplasma. A ese flujo, los fundadores de la biología molecular, lo llamaron dogma central de la biología molecular. La biología molecular piensa sobre ese flujo, piensa cómo una fase del flujo determina a otra, cómo se arrastra o se pierde la información de una fase del proceso a otra. Porque esto es determinante de por qué las cosas resultan de una manera o de otra en el organismo. Antes de la biología molecular más que entender los flujos de información, se describía cada estadío del proceso como algo aislado.
Bien. Tus investigaciones más reconocidas son sobre el splicing alternativo ¿Qué es?
Cuando el gen se transcribe para fabricar el ARN que, a su vez, fabricará proteínas, el ARN fabricado es el resultado de un ADN que hace una copia suya pero con algunas informaciones diferentes, corta y pega algunas partes, se descartan ciertos segmentos y se unen los segmentos remanentes. Este fenómeno de cortado y ligado de segmentos de ARN se llama splicing (del inglés: atar cabos). Entonces uno se pregunta: ¿Cuál es el sentido de que la célula gaste energía y enzimas en fabricar algo largo -una primera copia del ADN- que después lo corta para sacarle pedazos del medio y ligar los pedazos remanentes -el ARN mensajero final, que según qué corte y qué ligue hará una u otra proteína-? Bueno, una de las ventajas de esto es que al permitir hacer cortes y ligados, permite que el mismo gen fabrique diferentes moléculas de ARN, según cómo se corte y se ligue ese ARN. Entonces, ese splicing tiene alternatividades. Esto es el splicing alternativo: la posibilidad de un solo ADN de generar diferentes ARNs lo que, entonces, permite generar diferentes proteínas. El splicing alternativo es el mecanismo por excelencia que permite a cada gen fabricar más de un tipo de proteína con lo cual aumenta enormemente el potencial codificante de los genomas. Porque nuestras células tienen 20.000 genes pero en potencia pueden hacer 100.000 proteínas. Eso es porque el splicing es alternativo, a veces una manera, a veces de otra.
La metáfora que yo uso es como si cada gen fuera capaz de codificar un ARN que es como un largo corte de tela de un sastre. Y ese sastre puede hacer trajes de distinto diseño y forma con el mismo corte de tela. Entonces, el corte de tela siempre tiene -supongamos- 20 metros y siempre es la misma tela. Pero según dónde corte y dónde cosa, hará un traje para mujer, uno para hombre, un traje grande, otro chico, etc.
¿El splicing es el fundamento de la variedad entre los seres vivos?
No exactamente. En un organismo, como todos nosotros, todos los órganos están formados por células muy diferenciadas. Las células del hígado no son lo mismo que las del cerebro o el músculo. Pero, sin embargo, todas esas células tienen la misma información genética, el mismo genoma, el mismo ADN. Lo que hace que una sea una neurona del cerebro, otra sea una célula de hígado y otra cartílago o músculo es cuáles de los 20.000 genes se transcriben y cuales no se transcriben en cada tipo celular, en cada órgano y a su vez, que variantes de splicing alternativo se producen al reproducirse las células.
¿Y qué es lo que manda? ¿Qué es lo que determina que el splicing sea de una manera o de otra?
Ésa es la cuestión clave. Pensemos que en el primer momento de un embrión de cualquier ser vivo, las células están todas indiferenciadas, no hay células de hígado, de hueso y de cerebro. Lo que hace que, de repente, en el desarrollo de las células del embrión, unas células se diferencien de otras es la alternatividad del splicing.
¿Y qué regula el splicing?
Es una combinación de cosas. Por un lado, son señales externas a la célula: todo eso está regulado por hormonas, neurotransmisores, temperatura, pH. La célula responde encendiendo y apagando genes a cambios en las señales externas. Pero también hay señales internas a la célula. Esto se va produciendo de una manera programada. No es mágica, no hay un relojero que está indicando que ocurra eso, sino que es una seguidilla de encendidos y apagados en los cuales ya la señal externa puede no existir porque una vez que cierto gen se encendió por la señal externa, el propio producto de ese gen empieza a regular que otros genes se encienden y se apagan. La propia proteína fabricada por el gen tiene la información de cómo sigue el proceso.
ÉTICA DE LOS GENES
Considerando esto de que la diferenciación de las células ¿En algún sentido te parece que un mecanismo más complejo es superior o inferior que uno más simple?
No diría eso. Aunque en el lenguaje popular se habla de organismos más evolucionados y menos evolucionados, en el lenguaje biológico eso no tiene sentido; en cambio, se dice que algo es más o menos reciente en la evolución. En todo caso, creo que uno puede preguntarse por las adaptaciones a su medio que una especia desarrolla. Desde este punto de vista uno podría decir que el ser humano es una especie muy adaptada a su medio porque tiene la mayor capacidad transformadora del medio. Porque la transforma con la agricultura, fabricando aviones, generando electricidad, explotando riquezas naturales y con una capacidad de generar una sofisticación de efectos sociales inmensos.
Pero hay organismos mucho más sencillos que nosotros que podrían sobrevivir a situaciones que nosotros no podríamos soportar. De hecho, en la historia del mundo así lo han hecho.
Exacto. Por eso es muy difícil establecer jerarquías de superioridad e inferioridad.
Volviendo al splicing y la reproducción celular, si no es el hombre con su voluntad quien decide qué gen se reproduce y qué gen no ¿Quién es el sujeto de la evolución? ¿Es el gen? ¿Es la especie?
La evolución es un proceso poblacional, no es un proceso individual. Si un individuo muta y no deja descendientes que formen un grupo, esa mutación no tiene valor evolutivo. La evolución es un proceso que selecciona poblaciones. Siempre tiene que haber un grupo de individuos o células genéticamente idénticas y distintas respecto de aquellas de las cuales se originaron, de modo tal que ese grupo tenga un éxito numérico o un déficit numérico. O sea, que si bien los genes son los que subyacen, el fenómeno selectivo, el fenómeno evolutivo es un fenómeno poblacional.
¿Sacás alguna conclusión bioética cómo opera la selección natural en la personas?
Yo creo que lo más importante es preservar la capacidad sociocultural de la humanidad que el tema de seleccionar variantes genéticas.
¿Qué quiere decir eso?
Básicamente, el genoma de nuestra especie es igual al de 5.000 años atrás. Sin embargo hay un abismo en las capacidades económicas, culturales y sociales. Los romanos no fabricaban aviones ni tenían computadoras. Todo eso no viene de nuestro genoma, sino del desarrollo sociocultural. Y si hubiera una catástrofe en el mundo y sobreviviera sólo una pareja capaz de reproducirse, pero no sabe hacer aviones, ni televisores, ni heladeras, no los harán, ni les va a nacer un hijo que se acuerde cómo hacer una heladera.
¿Creés que la especie humana puede ser mejorada con modificaciones genéticas?
Yo me opongo absolutamente a ese tipo de modificación genética. Ya de por si el mundo es injusto en cuanto a las posibilidades de acceso a la salud, a la vivienda y a la educación, peor sería que quienes pudieran pagar esa práctica generen una sub especie de personas súper resistentes a virus, por decir un ejemplo. Yo creo que la vacunación es democrática y que el enhancement genético (mejoramiento, en inglés) es elitista y potencialmente un instrumento de dominación.
¿El mejoramiento genético no podría masificarse en toda la sociedad, como la vacunación?
Lo veo como ciencia ficción, por ahora. Si, hipotéticamente, se lograra que algunas mejoras fueran distribuidas democráticamente y se evitara que unas personas tengan un beneficio transmisible por la herencia y otros no, bueno, podría ser. Pero lo veo muy lejos. Yo por ahora directamente digo no.
¿Pero, entonces, estás en contra de la terapia genética?
No, en absoluto. Si es una terapia génica de órganos adultos yo no tengo ninguna objeción. Si a un adulto le encuentran un gen que le trae problemas de salud y mejorando la expresión de ese gen le mejoran la salud ¡Bingo! No veo ningún problema en eso. Es como afectar un órgano de un adulto, como un trasplante de córnea, nadie hereda el trasplante que se hicieron sus padres. Entonces, trabajar genéticamente sobre órganos ya desarrollados me parece éticamente correcto porque no se transmite a la descendencia. Lo que a mí no me parece éticamente correcto es la modificación genética de la línea germinal en algunos humanos y en otros no. No sé cómo se podría garantizar la igualdad en el acceso a estos beneficios.
EL MODELO
Hablando sobre la agenda científica y el desarrollo de ciencia en la Argentina ¿Qué lugar ocupa la producción científica argentina en la comunidad internacional?
La Argentina tiene una tradición científica muy importante, sobre todo en las ciencias biomédicas, lo que convierte a nuestro país en una periferia posible: somos periféricos pero no es imposible generar conocimiento de primer nivel. Y en este contexto, la Argentina se destaca en Latinoamérica, porque si bien Brasil invierte mucho más dinero y produce más trabajos publicados, el impacto de los trabajos publicados por científicos argentinos es mayor. Otra característica distingue a la producción argentina es que, a diferencia de algunos grupos de otros países latinoamericanos, la producción no se basa en colaboraciones internacionales en una posición rezagada, sino que se busca una producción autóctona. Hay colaboración con el exterior, claro, pero con la expectativa de ser protagonista de lo que se produce. Y, bueno, la Argentina tiene sus científicos premiados con el Nobel: Houssay, Leloir, incluso Milstein, quien no hizo sus trabajos en Argentina pero fue formado en la universidad pública argentina, fue doctor en química de Facultad de Ciencias Exactas y también presidente del centro de estudiantes de la facultad.
Y en relación a una “ciencia argentina” ¿Creés que hay temáticas nacionales? ¿O la ciencia es necesariamente universal?
Yo creo que existe tal distinción: hay temas universales y temas locales. Pero creo que es posible y valioso hacer las dos cosas. La cuestión central es la calidad de una u otra producción. Hay grupos de investigación que estudian problemas básicos sin relación inmediata con el problema nacional, y, si son buenos, deben ser apoyados. Y también existen temas prioritarios, relacionados con los problemas de la Argentina que deben ser fomentados y estimulados. En uno u otro caso, hay que ser igualmente riguroso con la calidad, en esto hay que sincerarnos.
¿A qué te referís?
Puede haber una expectativa o, incluso una presión, sobre los científicos: hagan algo aplicado a los problemas nacionales. El problema es que siempre se puede disfrazar un proyecto de investigación como algo aplicado, pero, en realidad, perseguir algo básico e irrelevante con respecto al problema nacional. Eso me parece antiético.
La discusión es sobre qué se financia y cómo se financia.
Claro.
¿Cómo se financia en el mundo?
En los países europeos fundamentalmente a través del Estado o de organismos multiestatales como European Research Council o el Laboratorio Europeo de Biología Molecular. En EE.UU. hay mucha inversión del mundo privado en sus propios centros de producción. Las propias empresas tienen laboratorios de investigación con reglas un poco distintas a las del Estado, pero que es un trabajo de investigación con profesores universitarios, publicación de papers y patentes.
¿Y cuál es tu evaluación del financiamiento de la ciencia en nuestro país?
En estos años hubo una mejora importante, sobre todo con el plan federal de infraestructura. Pero como dije, creo que si bien somos una periferia posible, por otra parte, nuestras capacidades son muy buenas y están para que se invierta más en ellas.
¿Quién tendría que invertir más?
El Estado y la industria privada, ambos tendrían que entender que son una inversión los fondos destinados a la investigación científica. Pero el mundo privado argentino no invierte en ciencia. Las grandes empresas multinacionales farmacéuticas radicadas en el país -por dar un caso- no hacen investigación en la Argentina, eligen Suiza, Suecia, EEUU o Canadá. Yo creo que si estas industrias vienen a nuestro país a fraccionar materia prima importada de sus países centrales para venderla acá, en algunos casos, hasta 3 o 4 veces más caro de lo que lo venden en sus países de origen, el Estado debería imponerles a esas industrias, un impuesto que financie la investigación estatal. O invierten en investigación local o pagan un impuesto para financiarla.
¿Y por qué el sector privado argentino no invierte en investigación cuando en otros países sí lo hace?
Primero, porque Argentina tiene una capacidad económica mucho menor. Segundo, no hay un desarrollo industrial significativo en nuestro país. Salvando, claro, la industria agroalimentaria, el campo.
¿Y el Estado?
Yo creo que el Estado debe llevar las riendas de la investigación científica. Miremos el caso de EE.UU. En el país del súper capitalismo existe el National Institutes of Health (Instituto Nacional de la Salud, NIH) que marca el avance de la investigación biomédica en EEUU. El NIH es un ente estatal que da subsidios y además tiene su propio campus de institutos de investigación en Maryland. Sus investigadores no pueden juntar millas en sus vuelos de trabajo porque sería un beneficio de los fondos públicos, ni pueden aceptar regalos, ni pueden cobrar un honorario por dar una conferencia. Parece socialismo ¿No?
¿Y qué autonomía le cabe al investigador financiado públicamente?
El Estado lo puede incentivar, pero la libertad es esencial para la investigación, sobre todo en la investigación en el ámbito universitario y en los institutos del CONICET.
Pero, teniendo en mente cómo funciona la academia a nivel internacional, ¿Esa libertad del investigador no resulta, de una u otra manera, en la adecuación de las investigaciones locales a una agenda internacional?
Yo ya no creo más que uno está sometido a imposiciones de investigación del primer mundo que someten de manera imperialista al tercer mundo, aun cuando creo que las políticas imperialistas sí existen, sobre todo en los condicionamientos impuestos por los organismos acreedores del crédito internacional sobre la economía del país y sobre el destino de los fondos.
¿La agenda científica no es un vector de lazos de dependencia y subordinación entre los países?
Más o menos, no es lineal. Con la revolución informática los países periféricos hemos logrado entrar en las discusiones generales. Todo el mundo tiene capacidad para meterse en las agendas de la ciencia y eso te da un poco más de libertad de elección que antes porque estás más enterado y te das cuenta si algo es simplemente una moda o es algo valioso.
¿La agenda de la ciencia básica está autonomizada de las relaciones en el campo del conocimiento típicas en el capitalismo?
No está autonomizada, pero hoy resulta mucho más evidente distinguir quien se acomoda a una agenda impuesta desde afuera de quien tiene poder de decisión sobre lo que investiga. La agenda de ciencia básica está más integrada a los problemas que se investigan en el resto del mundo. Obviamente hay retraso tecnológico y diferencias en las posibilidades de hacer ciertos experimentos en diferentes países. Pero, a nivel de las carreras individuales, hay buenos resultados en muchos lugares. Y eso pasa porque la menor inversión en los países periféricos puede encontrar algunas compensaciones para los investigadores. Si bien nosotros tenemos peores sueldos, peores maquinarias, tenemos una mística y como el primer mundo no espera mucho de la ciencia argentina, si la ciencia argentina logra algo tiene doble valor.
¿Y cómo se evalúa lo que el investigador hace con su libertad para investigar?
¡Eso es lo central! Tiene que haber libertad para el investigador, pero lo que no puede pasar es que ese investigador no tenga una evaluación. Hay que evaluar el rigor, la calidad y la racionalidad. El sistema de evaluación, indefectiblemente, tiene que tener algún tipo de cuantificación, pero también, también hay que poder evaluar cualitativamente. Porque además de cantidad papers y de patentes hay otros factores relevantes: la formación de discípulos, la actividad docente, la repercusión de sus trabajos.
Es decir, hay muchos elementos para saber si la persona es protagonista de una línea de investigación.
¿Cuál de ellos te parece más significativo?
Dentro de una carrera ya avanzada: la consistencia. Que el investigador haya seguido consistentemente un problema y no que haya salpicado de un problema a otro simplemente con el fin de hacer renglones.
¿Cómo juzgás la evaluación en la Argentina? ¿Creés que atiende estos criterios?
Yo creo que muchos de los criterios que he mencionado se tienen en cuenta. De hecho, creo que la administración de Lino Barañao quería incentivar el riesgo. Aún en lo básico. Eso me parece bien, dejar la maquinita de papers e incentivar el riesgo hacia algo nuevo, aunque pueda terminar en un fracaso.
¿Hacés algún señalamiento crítico?
El sistema de evaluación no es perfecto y cada tanto se observan arbitrariedades que podría haber sido evitadas. Es como la democracia burguesa: tiene injusticias pero es mucho mejor que la dictadura. Bueno, yo personalmente soy marxista, y pienso que probablemente existan mejores formas de democracia en un sistema no capitalista.