Luego de un hiato de un año, en el que los posteos y el fanatismo que producía Game of Thrones parecían haber mermado y hasta desaparecido, la serie volvió a la pantalla chica (de la televisión y las computadoras) con una nueva y última temporada. Ocho años de historia, ocho años de intrigas, luchas por el poder, asesinatos masivos y dragones. El fervor volvió renovado y colapsó el streaming de HBO. GOT logró reunir frente a la pantalla a un público diverso cuyos intereses convergen en la serie. Frente a un acontecimiento televisivo tan grande, cabe preguntarse ¿Qué nos puede decir esta serie sobre el poder de la ficción? ¿Qué fibras sensibles tocó para lograr este efecto? En esta oportunidad, escribe Belén de los Santos.
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Un vino, una picada y el whatsapp explotado por el tráfico de usuarios y claves de diferentes operadores de cable. Mientras esperábamos el gran comienzo, pensaba en la singularidad del evento, tal como lo señalaba Fiorella Sargenti en su columna sobre la serie (Link a nota): la masividad del fenómeno, la simultaneidad de la transmisión alrededor del globo y la rápida reacción en las redes sociales. Se trata de un modelo de recepción virtualmente nuevo, somos la primera generación en experimentarlo. ¿Tomamos verdadera consciencia del poder comunicacional que implica este instante, cuando gran parte del mundo frena y espera impaciente… la llegada de una ficción?
El cuerpo entero reconoce la música. Nos agitamos, sonreímos y nos sumergimos en la mítica presentación (y el adjetivo no es gratuito): se construye frente a nosotrxs el territorio, el espacio de este mundo creado. Nos llaman la atención los cambios porque sabemos que se trata de un mapa dinámico, maleable, que toma forma a partir de las acciones que presenciamos; un mapa, en definitiva, quizá más realista que los que usamos a diario como meras referencias. Y un dato irrevocable nos confirma que estamos, finalmente, a horas de que todo termine: el muro está roto, la batalla final es inminente.
Estos apuntes no quieren —porque es absurdo quererlo— agotar temáticas o ejes de análisis. Me permito solo un juego de líneas de lectura posibles que nos convocan a seguir pensando, hilos de los que tirar para seguir construyendo sentido. Por hoy, elijo detenerme en tres miradas iniciales, el aviso de un escenario de poder dinámico y la emoción de siete reencuentros.
I.
Ante la advertencia de Jon Snow sobre la desconfianza de lxs habitantes del norte, hacen su aparición los dragones, símbolos del verdadero poder y única esperanza de quienes se agrupan en Winterfell. Su vuelo es el nexo que junta tres miradas: el orgullo de Daenerys, la expectativa de Arya y la reticencia de Sansa. En este cruce se realiza la primera gran convergencia de la octava temporada, el triunvirato femenino de Winterfell.
Llevamos años viendo el camino de estas tres mujeres hacia el poder. Ya apenas nos acordamos de los capítulos en que a Daenerys la vendían como esclava sexual, a Sansa la casaban por un acuerdo entre familias y a Arya la dejaban afuera del entrenamiento militar: todas estas escenas quedaron tan lejos que nos parecen ridículas. La reivindicación de los roles de los personajes femeninos en la serie, que tantas lecturas ha despertado y despierta, pareciera dejar de ser un eje de discusión para esta temporada. Y digo esto porque la posibilidad se ha materializado y vuelto real. Podemos, por fin, dejar de sorprendernos por su capacidad de liderazgo y concentrarnos en pensar cómo se va a tejer el poder de cara a la batalla final, con ellas ya instaladas como sujetas de poder en igualdad de condiciones. No olvidemos, sin embargo, que este paso que damos ahora sólo es posible gracias al recorrido que ha construido la ficción. Al igual que el mapa se va armando, la serie ha logrado fabricar un imaginario particular en sus espectadores y llevarnos, de a poco, hacia este mundo en el que no solo naturalizamos a la mujer en los espacios de poder, sino que también hace varios asesinatos y una hermosa explosión que hasta las aceptamos malas (hola, Cersei), en lugar de atadas a una idea romántica de bondad basada exclusivamente en estereotipos de género. ¡Ah, igualdad verdadera! No es poca cosa, HBO.
II.
Pasamos, entonces sí, a pensar la construcción política que se nos viene. No, no se trata de este 2019 electoral (¿o sí?). Para eso basta con el discurso que el mismísimo Tyrion Lannister le dedica a la oposición política argentina (“Sé que nuestros pueblos no han sido amigos en el pasado. Pero debemos luchar juntos ahora o morir”). Pero dejemos los sabios consejos de Tyrion sólo un momento.
En este primer capítulo, la serie comienza a anticipar el recambio generacional dentro de las posiciones de poder y las consecuencias que este implica. Varys, Tyrion y Sir Davos nos plantean la cuestión desde las cornisas del castillo de Winterfell, mientras miran a lo lejos a Jon y a Daenerys. Ellos, los hombres que estuvieron en la mesa chica de las tomas de decisiones más importantes de Westeros, ahora se cuestionan su capacidad para intervenir sobre el presente. La serie avanza, los personajes evolucionan y debemos mantenernos alertas para no perderles el ritmo.
Los tres hombres mirando a la nueva pareja que lidera en el norte somos también nosotrxs, de este lado de la pantalla. Tyrion mismo, escenas antes, nos hace otro guiño directo (por eso te queremos, Ty), cuando le dice a Sansa: “Muchos te subestimaron. La mayoría de ellos están muertos ahora.” ¿Cuántxs de nosotrxs entramos dentro de ese “muchos”? La ficción se empecina en que nos incomodemos, junto con Varys, en que no nos creamos exentos de este juego de poder. Nosotrxs somos parte de la ficción, la alimentamos a base de predicciones y teorías, creemos comprenderla. Han pasado ocho años, toda la escena es una muestra clara del paso del tiempo. ¿Podemos acomodarnos también?
¿Cuántxs, como Sansa, pensábamos que Tyrion era el más inteligente de este mundo? ¿Estamos dispuestxs, como espectadores, a mantener en movimiento nuestra mirada sobre el mapa político de Westeros, a aceptar que los contextos y las funciones de cada personaje varían, a no volvernos anacrónicxs? Las escenas nos muestran un escenario dinámico en lugar de maniqueo, un campo que se mueve y se resignifica. Se trata de una forma particular de narrar y de leer el poder —el de Westeros, sí, pero también el nuestro, si en definitiva la ficción no es otra cosa que una forma de acercarnos a la realidad.
III.
Por último, una especial mención a los reencuentros.
Ya se dijo, ya lo escuchamos, se trató del capítulo de los “reencuentros más esperados por toda Latinoamérica unida”, para citar al enorme @teloresumo (link a video). Siete relevantes, para ser exactxs: Jon con Arya, Bran y Sam; Tyrion y Sansa; Gendry y el perro con Arya y, el cliffhanger final, Jamie con Bran.
“El verdadero viaje es el regreso” decía uno de los personajes de la novela de ciencia ficción Los desposeídos de Úrsula K. Le Guin. ¿Qué implica que la serie comience con un primer episodio tan cargado en este sentido? Los reencuentros comienzan a cerrar significados que venimos construyendo hace años y así empujan la trama hacia su etapa final. Lo recorrido cobra sentido en el momento en el que todo coincide en un mismo punto y, para bien o para mal, se cierra. Los reencuentros nos emocionan porque percibimos, con ansiedad, que nos encaminamos en ese sentido. De hecho, el capítulo sigue alentándonos a esperar otros encuentros que ya se anticipan: Theon con los Stark, Bronn con Tyrion y Jamie.
Sólo en el momento del clímax final, de la convergencia total, vamos a poder cerrar nuestras lecturas, armar un significado. Es el bien más preciado que nos da la ficción: poder cerrar un sentido. Eso que la realidad no nos permite porque ‘nada dura para siempre’ y nada frena jamás tampoco. Entonces, construimos el sentido a través de relatos. Es por esto que, desde el comienzo de nuestros tiempos, nos explicamos el mundo narrándonos historias. Narramos para darle sentido a la experiencia compartida que tenemos de todo lo que nos rodea y para tal vez, por un instante, poder alcanzar algo de su significado. Por eso, también, nos detenemos a interpretarlas.
Y recibimos ese relato juntxs, entre hashtags, memes y grupos de whatsapp, porque la narración es, desde sus comienzos, una experiencia compartida. En otros tiempos nuestrxs antepasadxs se juntaban a escuchar sus relatos alrededor del fuego. Nosotrxs, el domingo, nos juntamos alrededor de la red para el estreno mundial de un nuevo capítulo de Game of Thrones.