En medio de la polémica por el concurso del Fondo Nacional de las Artes, el escritor Carlos Godoy lanza un premio de poesía totalmente autogestionado desde el Festival de poesía del Riachuelo (FPR). Con motivo de este nuevo concurso y del contexto editorial actual, CyF habló con el escritor para que nos brinde su punto de vista sobre la poesía contemporánea y el lugar que ocupa en el mundo de las letras.

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Hace un tiempo que Carlos está instalado a pocas cuadras de la cancha de Boca. Le gusta el barrio, se siente cómodo con la gente y con la movida. A poco de instalarse comenzó a recorrer el circuito de galerías de arte de la zona, y no pasó mucho tiempo hasta que decidió intervenir sobre la escena ocupando un espacio que habían dejado libre. Así fue como creó objeto-b (http://www.objeto-b.online/) donde publica reseñas/ensayos sobre las distintas obras e instalaciones que van presentándose en el circuito ribereño. Sin embargo, eso no era suficiente. También vio la necesidad de reactivar la movida cultual del barrio y pensar algo a mayor escala, con mayor participación de gente, poniendo sobre la mesa la necesidad de que el barrio de La Boca ocupara un lugar relevante en la movida cultural porteña, sin que se mantuviera restringida a la actividad de las artes plásticas. Así fue como surgió el Festival de poesía del Riachuelo, que tuvo lugar en febrero en la galería Munar, donde hubo música electrónica, feria editorial, lecturas y workshops. Ahora, con el mismo concepto, lanzó el un concurso de poesía que busca transformarse en un punto de referencia para el género.

Escritor de ficción, ensayos, poeta, Dj y gestor cultural, Carlos ha participados de la organización de varios eventos del circuito porteño: el ciclo de poesía y música electrónica miniMOOG en Levitar Bar, miniMOOG experimental en el Recoleta 24hs, Festival de poesía Verano en la Ciudad, Suculenta y Club Fantasma, entre otros. Todos los eventos buscaban explorar en los márgenes del circuito establecido. En esta oportunidad, Festival de poesía del Riachuelo aparece en escena como un nuevo espacio que pretende abrir al público un nuevo núcleo de circulación de la palabra, de discusión cultural y un espacio de encuentro que se conecte con la importancia política e histórica del barrio de La Boca.

El concurso actual del FNA despertó repudio de varios sectores, pero sobre todo de la poesía ¿Por qué hay tanta expectativa en el concurso del FNA?
No lo sé. No termino de entenderlo. Quizás es porque el FNA es la cara más visible del Estado en términos de subsidios (o acompañamiento) para determinados sectores -o disciplinas- del campo del arte. O tal vez es porque no hay concursos de poesía que, más allá del monto del premio, sean una autoridad como lo supo ser, por ejemplo, el premio del Diario de poesía. De ahí salieron grandes obras poéticas como Puctum de Gambarotta o Zelarayán de Cucurto. Sinceramente no lo entiendo. Veo muchas personas que nunca ganaron ningún premio del FNA reclamando por un premio que no van a ganar. Me recuerda cuando Fogwill estaba indignado porque Pedro Mairal con 28 años ganó el premio Clarín y empezó a decir que el padre de Pedrito era uno de los abogados del Grupo Clarín o no se qué cosa con Bioy que era uno de los jurados, buscando una explicación acomodaticia. Pero bueno, era Fogwill y, viendo guiándome por el año, seguramente había perdido el premio con Vivir afuera, un novelón. Pero volviendo a los premios de poesía, mi intención con el Concurso de poesía del Riachuelo, lanzado desde el Festival de Poesía del Riachuelo, es tratar de volver a poner en el mapa al concurso de poesía como una herramienta para la construcción de un campo. Mi deseo es que el Concurso de poesía del Riachuelo, con el transcurrir de los años, se convierta en una autoridad. Lamentablemente no conseguí sponsors para poder dar algún premio en efectivo, así que solo será la edición en libro objeto más algunas otras cositas. Pero yo creo que los concursos de poesía, así es el modelo chileno, son los que van promoviendo un tipo de producción a un determinado nivel.

¿Cómo ves el panorama de la poesía independiente en Argentina? ¿Creés que hay algún estilo predominante o hegemónico en la poesía contemporánea?
Creo que la poesía se volcó a la zona borrosa y confusa de la expresión. La expresión se convirtió en una especie de estilo, en un barroco sobrecargado de pulsión y distanciado de la técnica y el procedimiento. Yo le digo el grado cero de la expresión. Es por eso que el mundo de las artes visuales utiliza a la poesía como un recurso performático de la conceptualización vacía, esto, como posición frente a la academia o al pensamiento analítico y sociológico de la obra de arte. Es interesante ver cómo el texto de sala, o incluso el guión curatorial, se transforma en un poema esencial, sin recursos literarios, sin métrica, sin una tradición. Aunque a veces, claro, esta apropiación funciona como una simple reproducción de la moda, de lo que se estila. Luego las nuevas subjetividades también tienen a la poesía como un territorio propio. Así como la música electrónica en sus movimientos más sociales de los años 80s y 90s con la rave fueron territorios deliberadamente ocupados por la comunidad gay, hoy la poesía es un territorio ocupado por las nuevas subjetividades. 

¿Conocés autores que estén explorando proyectos experimentales de poesía?
Conozco más artistas que están explorando en la poesía que escritores o poetas que estén en zonas experimentales de la poesía. Un poco poco por el movimiento que veo y que te decía en la pregunta anterior. Steiner decía que todavía nos seguimos emocionando con los amaneceres y la experimentación se sigue dando en los cruces. Yo por mi parte estoy armando una trilogía con material extraído de la web. Por ahora tengo terminado el primer volumen y los otros dos están en proceso. Otra vez volvemos a pensar que en las artes ya todo está hecho o que todo ya está en la web. Y un poco de esa idea viene el procedimiento. Nada nuevo, nada loco, pero sigue siendo experimental para el mundo conservador de la literatura donde todavía seguimos discutiendo PDFs sí o PDFs no, o Saer sí, Saer no. 

Hace un tiempo que te enfocaste más en la narrativa que en la poesía ¿Por qué?
Tuve dos hijos y la poesía se me fue. Por eso encontré una respuesta en lo experimental o performático para seguir produciendo en esa línea. De todos modos, en cuanto a género, lo narrativo me permite expresar mejor mis ideas.

¿Cómo pensás que se va a modificar el panorama editorial después de la pandemia?
Bueno, la industria editorial está en un momento muy crítico. Diría que es el peor momento para estar corriendo atrás del sistema editorial argentino: distribuir, cobrar a las librerías, pagar liquidaciones, ir a negociar (o renegociar) con imprenteros, etc. Lo que nos enseñó el 2001 es que en estos momentos de crisis es cuando hay que volcarse a la comunidad. Eloísa cartonera, Belleza y felicidad, son modelos editoriales de la crisis. Son proyectos que a través de la poesía o la literatura, proponen un modo de interacción comunitario. Yo creo que en el mundo editorial está todo mal hecho y usualmente siempre le digo a mis alumnos de talleres o clínica, que antes de buscar una editorial se hagan la propia o que publiquen en una web. Ojalá que vengan cosas nuevas y que las mismas editoriales dejen de concentrar el poder. Pero soy pesimista.

Hay algún síntoma particular de la relación entre mercado y literatura que observes actualmente?
No. Sigue siendo el mismo de siempre desde hace años. Todavía no salimos de Benjamin ni Adorno. 

Pese a que la poesía venda menos y genere menos dinero ¿Por qué se edita tanta poesía y hay tantas editoriales independientes dedicadas al género?
Porque la poesía es un modo de vivir. En un poema que publiqué hace unos años escribí: «Llegar a viejo siendo metalero es lo mismo que llegar a viejo siendo poeta» o algo así. No sé, no lo recuerdo bien. Y creo que se trata de eso. La poesía es un modo de vida. Casi como un arte puro. Alejado del mercado, de la calidad, de la sorpresa, de la edición. Un hermoso mundo paralelo.

¿Considerás que hay alguna razón particular para que se le de tan poca importancia institucional al género pese a la inmensa producción?
Pienso que es porque los funcionarios de la cultura o gestores o directores son todos muy clasistas. En el sentido de considerar a la poesía como algo bajo y menor. Y en realidad ellos son los que hacen que sea algo bajo y menor al no aceptar el lugar que realmente ocupa. Pese a que Chile es un país emblema del modelo neoliberal en latinoamérica y yo personalmente preferiría que no copiáramos o readaptáramos ninguno de sus programas políticos, el programa chileno con respecto a la poesía es un sistema interesante porque fomenta la formación, producción y profesionalización tanto de los poetas como de los editores, el circuito editorial, los agentes y hasta los bibliotecarios e imprenteros. Es un poco la fantasía ambiciosa que tengo con el Festival de poesía del Riachuelo.

¿Cómo surge la idea de crear el Festival de poesía del Riachuelo (FPR)?
Yo me crié en Córdoba al lado del Río Suquía o Río primero. Viví siempre muy cerca y mi escuela también quedaba cerca. La vida comunitaria siempre se desarrolló en sus orillas. Los primeros besos, las escapadas de la escuela, las peleas, las charlas, toda la vida comunitaria adolescente la hice en la costanera. Pero también la familiar. Cuando bajaba la creciente sabíamos ir con mis hermanos a ver qué trajo el río. Una vez rajo un carpincho que nos miraba desde la rama de un árbol medio hundido. Lo que siempre me inquietó del Río Suquía es que no es un río navegable: tiene muy poca profundidad. Y desde que vivo en La Boca empecé a volver a tener esa relación fuerte con la costanera. Ir a mirar el agua, a correr por las noches, salir a caminar con mis hijos. Y el Riachuelo, pese a que tiene una profundidad perfecta para la navegación, tampoco es navegable por motivos más oscuros. Mi idea con el FPR es la de evocar a los relatos que propone y vienen del Riachuelo. Escenificar toda esa literatura idiosincrática para así poner en valor al Riachuelo y de este modo volver a navegarlo. Apropiándonos de sus relatos y de su historia es como vamos a conseguir recuperarlo. Esa es la idea del FPR y también del concurso lanzado hace unas semanas.

¿Cuál es tu balance de la experiencia del festival? 
Salió muy bien la primera edición. Fue mucha gente, muchas editoriales y leyó gente de mucho nivel además de los workshops que aportaron una presencia formativa. De hecho, modestia aparte, hasta ahora que volvieron a abrir las galerías, el FPR fue lo único que pasó en el año en La Boca porque en marzo empezó la cuarentena.

¿Cuál es tu expectativa con el FPR para la post-pandemia?
Bueno, el concurso que lanzamos que es de poesía y foto ensayo, es un poco una propuesta a pensar en eso. A movilizarnos sin movernos y a reflexionar sobre lo que va a venir. Hay que readaptarse sin dudas, así que seguramente vamos a hacer el festival al aire libre. En las riberas del riachuelo. Con autocine, recitales y actividades exteriores. 

Bases y condiciones en: http://bit.ly/concurso-fpr, consultas al inbox. Hay tiempo hasta el 30 de septiembre.

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