Una nueva traducción de De rerum natura, de Lucrecio, fue publicada por la editorial Las cuarenta. El valor particular de esta traducción reside en tu caracter colectivo y colaborativo. Bajo la dirección de la doctora Liliana Pégolo, docente de la Universidad de Filosofía y Letras, un grupo de jóvenes estudiantes, investigadores y graduados emprendió la aventura literaria de traer a nuestro presente y a nuestra lengua el clásico del filósofo atomista de siglo I A.C. La edición se presentará el próximo 7 de diciembre, a las 17 hs, por la plataforma virtual Microsoft Teams.
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No hay recuerdo de lo que viene; quizás unas murallas
blancas detrás de las cuales se escuchan árboles.
Las partículas,desde el espacio curvo que tiende a otra orilla,
se saturan con el olor de mandarinas.
Carlos Cociña
Acaba de salir a luz -en el año de la peste, como reza la contraportada del libro- por editorial “Las cuarenta”, la traducción de De rerum natura, de Tito Lucrecio Caro, realizada por un grupo joven y heterogéneo de investigadorxs, graduadxs y estudiantes de griego y latín, de filología y filosofía, formados en su mayoría en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, dirigido por la doctora Liliana Pégolo. Hacer referencia a las dimensiones materiales del libro – 856 páginas, más de 2700 notas- apenas alcanza para dar cuenta de las verdaderas dimensiones de este ingente trabajo. La edición es un hito, la primera en Argentina en versión bilingüe, que busca en todo momento respetar las líneas del verso, que cuenta con un prolífico aparato de notas y un completo estudio introductorio; todo esto sin más apoyo que la buena predisposición y aliento de colegas para aportar espacios de trabajo, bibliografía, o buena música y café.
Para escribir esta crónica le hice algunas preguntas a Liliana Pégolo con el fin de reconstruir las diferentes etapas de este largo proyecto que tiene su proto-origen en el año 2015. La primera semilla podría decirse que se gestó en un congreso en México un año antes organizado por la UNAM, al que asistieron Liliana y Camilo Abecian, en el cual, una de las propuestas residía en la presentación de ponencias entre un filólogo y un representante de las “ciencias duras”. De acá surge la idea de llevar esta misma propuesta a un congreso de diálogos culturales, realizado en La Plata, en el año 2015, en donde Camilo y Liliana expusieron en conjunto el texto “Diálogos culturales entre ayer y hoy: ecos lucrecianos en la ciencia actual”. Un segundo origen tiene lugar cuando el grupo de alumnos de la cátedra que dirige Pégolo comenzaba a transitar el quinto nivel de latín, el último de la cursada; se decide emprender un proyecto de traducción cuya única ambición era seguir estando juntxs como grupo. Este núcleo originario estaba conformado por Alexis Robledo, Nicolás Russo, Mariano Pérez Monier , Daniel Galindo y Josefina Morley. Si bien la idea en un principio era traducir a Ovidio, a raíz de las mencionadas incursiones en el mundo lucreciano, Camilo convenció al equipo de ir por el De rerum natura. Fijado el objetivo, el grupo comenzó a reunirse todos los viernes en el Instituto de Filología Clásica sin tener muchas expectativas de que la traducción que emprendían pudiera llegar a publicarse.
La segunda etapa de este proyecto tiene lugar cuando, con la intermediación de Gustavo Daujotas, aparece Néstor González, editor de “Las cuarenta”, con la propuesta de hacer una edición para publicar. Esto supone un primer replanteamiento del trabajo; Gustavo sugiere la idea de publicar el libro en tomos, para lo cual el grupo comenzó a trabajar en conjunto todo el libro primero. En esta etapa se suman otrxs alumnxs de Liliana: Matías Pizzi, Facundo Bustos Fierros, Melina Angelozzi, que vienen de Filosofía, y Carolina Durán, becaria doctoral dirigida por Liliana; con ellxs comienzan a trabajar una exalumna de cursadas anteriores de latín como Malena Mulligan y un alumno procedente de Alemania, Tobías Weggler. Una nueva reconfiguración de la metodología de trabajo tiene lugar cuando Néstor decide hacer la traducción completa en un tomo único. Para esto había que abordar bloques más extensos de la obra, los cuales se tuvieron que redistribuir en subgrupos de trabajo. A su vez, dado que varixs integrantes se habían graduado, y, en consecuencia, el grupo estaba más disperso, los horarios y días más difíciles de concertar, surgió la necesidad de un traslado del espacio de trabajo. Así fue que el equipo se mudó desde el Instituto a la misma casa de Liliana Pégolo y las reuniones pasaron a ser los sábados. Esta se convirtió en el nuevo refugio de traductores durante tres largos años, pacientemente soportados por la familia de Liliana, y, sobre todo, por su marido, Miguel Abecian, que asistió al grupo repartiendo inolvidables cafés que llegaban entre piezas de violín de Vivaldi, Bach y Schubert que ensayaba en el living de la casa, o mientras transcribía las doce “fantasías” de Telemann para viola da gamba a viola de brazo.
Además de la nueva redistribución del texto, surgió la necesidad de un trabajo filológico más refinado. Se consultaron las ediciones canónicas, las que proveyó el Instituto de Filología Clásica, como la de Bailey de 1947, en tres tomos; las digitalizadas, como la de Lachmann, la de Munro y otra de Bailey, de 1898, o las que conseguían lxs integrantes del equipo: Alexis Robledo aportó su edición de Ernout de Les Belles Lettres. También hubo un importante trabajo de recopilación de traducciones al español, como la de Valentí Fiol, y numerosos títulos de bibliografía especializada. Al avanzar en la traducción de la obra, aparecieron nuevas dificultades, porque el problema a la hora de emprender una traducción total del libro de Lucrecio no residía solo en la extensión, sino también en el hecho de que había que lidiar con complejos conceptos filosóficos, gnoseológicos y científicos. En este sentido, la impronta interdisciplinaria del grupo fue fundamental. Uno de los problemas con los que se tuvo que lidiar fue cómo manejar el vocabulario técnico. Por ejemplo, Lucrecio al exponer la teoría del atomismo jamás utiliza el equivalente latino de ἄτομοϛ (‘átomos’), término que sí es usado por Cicerón (atomus), sino que despliega una serie de conceptos que reflejan diversos matices: materies, genitalia corpora rebus, semina rerum, corpora prima o primordia. En cada contexto de aparición se optó por seguir una traducción que reflejara el término utilizado por el poeta latino. En otras traducciones canónicas, como la de Valentí Fiol, por el contrario, en numerosos casos se opta por unificar la diversa terminología bajo la idea de átomo. Lo mismo podría decirse de otros conceptos que Lucrecio utiliza alternativamente y que reflejan sutiles diferencias, como anima, animus y mens, o imago y simulacrum. Todo esto implicó un intenso trabajo de investigación, extensas y acaloradas discusiones y tomas de decisiones importantes.
En el verano del 2018, Liliana dio el seminario sobre Lucrecio, «Científico, didacta, poeta y filósofo. Lucrecio: todo o nada», que resultó otra instancia importante porque, no solo se sumaron integrantes de la nueva camada de latín, como Pilar Lorenzo, Marta Glozman y quien suscribe, sino que ofreció un marco de promoción para el texto, en donde se planteó una interpretación política de la obra lucreciana, y se llevó a cabo un abordaje más exhaustivo que el que se suele dar en las cursadas de latín, por lo general, limitado a los proemios que abren cada libro de De rerum natura. A partir de este punto, el trabajo fue constante hasta llegar a finales del 2019 con la primera versión completa. Para los primeros días de enero se había fijado la fecha de entrega, y llegaba el trabajo más temido: la revisión y corrección de un prólogo de 187 páginas, más de 7000 versos y más de 2700 notas. Esta primera revisión la hizo casi por completo Liliana Pégolo, en un trabajo de sol a sol, con una constancia y sacrificio ejemplar, para el que solo queda la admiración. El mismo verano de 2020 comenzó el trabajo de galera, de nuevo el grupo se encontró reunido en la casa de Liliana, sometiendo el texto a una revisión minuciosa, verso a verso, nota a nota, hasta el momento en que irrumpe en Argentina la peste que marginó a cada unx en sus casas. Por supuesto, el equipo siguió trabajando a través de encuentros virtuales, corrigiendo y corrigiendo hasta el hartazgo. Finalmente, en septiembre se realizó la entrega definitiva y, unas semanas después, llegó el tan ansiado mensaje de Néstor: ¡el libro está en imprenta!
Sin dudas, esta fue una experiencia iluminadora para todxs lxs que participamos en el proyecto, no solo a nivel de conocimiento y aprendizaje, sino también a nivel humano, y me atrevería a decir, que por sobre todo, a nivel humano. Hace unos días le pregunté a Liliana qué había significado para ella trabajar con un grupo joven y heterogéneo, y qué reflexión le merecía la experiencia en términos de construcción de saber. Me gustaría ahora citar directamente sus palabras, para no reducirlas al mero servilismo de la paráfrasis:
“Fue todo favorable, todo ha sido favorable porque significó una formación para todes y también una formación para mí, sí, es cierto que yo venía de dirigir hace mucho tiempo y de formar parte de UBACyT desde hace más de veinte años, pero nunca habíamos hecho un trabajo de traducción, y no traducción por la traducción misma, me parece que hay grupos que solamente se dedican a traducir y que ese es el fin de la labor. Esto significó ponernos a nuestras espaldas una obra de semejante tamaño, porque estamos hablando de una obra de más de siete mil y pico de versos, con la cantidad de notas que eso presupone, y la cuestión de la revisión…yo creo que fue muy favorable, y ha sido un aprendizaje para todes, para los jóvenes, para los menos jóvenes, y yo que ya no soy joven, y, sobre todo, sostenerlo en el tiempo, sostenerlo en el tiempo… creo que es el sí se puede guevarista, aquello de que uno puede transformar la realidad y hacerlo con rigor y con ternura.
Con respecto a la construcción del saber, ha sido algo tan favorable… yo creo que el saber ha sido el instrumento del encuentro de todes nosotres. En algún momento intentamos presentarnos para ganar una beca del Fondo Nacional de las Artes y encontrar de alguna manera la posibilidad de un retiro, un lugar para irnos y aislarnos y ponernos a trabajar, porque sabíamos que en el momento de hacer la revisión de este ingente trabajo necesitaríamos tiempo de aislamiento y estar todes juntes, y eso tampoco lo podíamos hacer. Construir el saber entre todes fue sobre todo una experiencia amorosa, una experiencia en la que hubo una convergencia de todes y me parece que eso ganó, el saber ganó, porque no hubo divismos, había discusiones, había encuentros y cambios de pareceres, hubo alguna que otra salida de la voz, pero creo que todes supimos cómo tolerarnos y me parece que lo que ganó frente a esto fue precisamente el saber.”
Otra respuesta que me parece interesante traer a colación es la que me dio Liliana ante la pregunta de cuál creía que era la importancia de autores como Lucrecio y de la literatura grecolatina en el contexto actual:
“Me parece que hay que deconstruir los prejuicios y darnos cuenta de que estos son autores necesarios para entender la realidad de hoy, para entender también los procesos de construcción de saber que se han llevado a cabo en occidente desde la recuperación de estos textos, por supuesto pasando por múltiples etapas…ahora, que Lucrecio es un autor diferente nos lo muestra la oscuridad a la que estuvo sometido durante tanto tiempo, el hecho de que haya sido un autor recuperado en la modernidad, a diferencia de lo que ha ocurrido con autores que pertenecen a la antigüedad grecolatina. El hecho de que haya sido sumido en la oscuridad es por la peligrosidad que las élites vislumbraron en el texto lucreciano, no nos olvidemos que Lucrecio es el único autor que ha reproducido el sistema epicúreo, el cual se conserva de una manera completa frente al estado fragmentario o de tradición indirecta en que hemos recibido a los epicúreos o al atomismo y, definitivamente, esto tiene que ver, evidentemente, con la carga ideológica que presupone esto. En el contexto argentino y latinoamericano actual, vuelvo a insistir, son autores necesarios para entender la necesidad de construir un saber que les sirva a todes, y que sirva para transformar la realidad desandando la ignorancia, superando la ignorancia que es lo que dice justamente Lucrecio. Por eso es un texto que tenemos que instalarlo desde una perspectiva política, porque es lo que pretendía supuestamente Lucrecio, transformar a las élites, porque había que transformar la codicia de los poderosos en esa Roma del siglo primero antes de Cristo que estaba en un discidium, en una grieta de la cual posiblemente nosotres seamos herederos y herederas. Me parece que seguimos hablando de optimates y populares, y no sé si Roma, que fue una verdadera maestra en política, lo instauró como un veneno para siempre, quizás lo que tendríamos que hacer es justamente releer a alguien como Lucrecio para darnos cuenta de que también esto tiene un límite, y que son ellos los verdaderos perjudicados en esta grieta que parece insalvable, entonces Lucrecio se convierte en un necesario en este sentido”
Como dice Liliana en la entrevista, lo político de De rerum natura marginó la obra durante siglos, y es por esto que una nueva traducción de estos textos, tradicionalmente apropiados por las élites, es más que nunca una urgencia, cada nueva traducción supone un realumbramiento e implica una toma de posición, y esta nueva traducción y edición de Lucrecio, producida desde Latinoamérica, que sale a luz en el año en que nuestras vidas se vieron interrumpidas por un fenómeno como el Covid-19, en el año en que vimos nuestras pantallas pobladas de imágenes satelitales que ilustraban cómo gran parte del territorio latinoamericano estaba siendo arrasado por incendios forestales, es más importante que nunca. Lucrecio nos interpela a conocer nuestro mundo, porque es un mundo que tiene un límite, un mundo compuesto de materia, que nace, se desarrolla y se vuelve a desintegrar en materia. En definitiva, Lucrecio nos vuelve a hacer ver a nuestro alrededor, y a reflexionar sobre la necesidad de conocer la naturaleza de las cosas para entendernos y para tratar de llegar a vivir mejor.