La poética de Halo de Juana Molina (2017) retiene malestares: no busca triunfos ni certezas sobre la lengua. Recupera la voz superviviente de la retahíla hechicera: ¿qué quedó de esas brujas que la gramática de la matanza, el Malleus Maleficarum, anuló? ¿Cómo leer lo que no se conserva en Obra, en totalidades, sino en murmullo? Donde el lenguaje no es un instrumento sino convocación, se recupera una voz, una vibración de la palabra que sobrevivió la muerte, la persecución, la tortura. En esta oportunidad escribe Celeste Semcoff, integrante del Seminario permanente de estudios sobre rock argentino contemporaneo.

 *  *  *

Everything? (¿Todo?) [1]

“Darek Mazzone: Es increíble. Bueno, le quiero contar a la gente tu historia. Entonces, naciste en Argentina, tras el golpe de Estado tu madre te lleva a París, viviste en París durante seis años y empezaste a tocar la guitarra a los seis gracias a tu padre. Entonces, desde Argentina a París, estuviste rodeada de música, todo este proceso… Claro, puedo ver y escuchar, medio, de donde viene todo.

Juana Molina: ¿Todo?

Darek Mazzone: No todo pero esto, este sonido”.

(KEXP, 2014, 18’30’’ [mi traducción][2])

En una sesión de la radio KEXP-FM de Seattle, el 22 de abril de 2014, Juana Molina, entre la interpretación de algunas de las canciones de su último disco Wed 21 (2014), responde a las preguntas del locutor, Darek Mazzone, quien, sin dejar decir cuánto admira su música, hace, en un momento, referencia a su biografía: “Entonces, desde Argentina a París, estuviste rodeada de música, todo este proceso… Claro, puedo ver y escuchar, medio, de donde viene todo”. Juana Molina no contiene la risa y reacciona con un levemente irónico “¿todo?”. La respuesta pasa, la breve entrevista sigue, pero en esa risa que le causa que se pretenda comprender la totalidad (lo que sería decir, entiendo todo lo que resuena en el lenguaje); en ese humor y en esa resistencia a la interpretación total, hay un movimiento poético. A diferencia de Darek Mazzone y sus probables buenas intenciones, no me interesa entender todo lo que “pasa” en las letras de Halo (2017) sino uno de los movimientos de su poética: el murmullo y el hechizo.

Halo es un disco ritual. Su primera canción, “Paraguaya” (Juana Molina, Halo, 2017) describe y narra un embrujo de amor, que sale mal (puede pasar): “Quemarás la ruda / preparás la poción / y en noches de lunas / repetirás la oración. / Linda luna que ahí con tu luz iluminas / su brebaje que te invoco, / ayúdame a conseguir lo que he pedido”. Leer imágenes de bruja en esta canción no es intrincado, la letra describe la tarea de la mujer que luego de haber logrado su objetivo, enamorar con una poción (“Nos devora una pasión / pero pronto yo / ni lo miro”), pierde todo interés (“Está embrujado / y yo ya no / lo valoro / No lo lloro, lo ignoro”), para, más tarde, sufrir el desencanto de no verse amada, en un revés de justicia poética: “Y me olvidó / me lo bebí todo / y él me olvidó / me olvidó como yo / Y ahora / que me olvidó / La embrujada soy yo / y no lo olvido / ¡Ay qué pesar! / Oh, luna ahora yo  / lo adoro / de nuevo, lo lloro”. La voz que canta es baja, suave y cuando describe los pasos del conjuro parece entretenida: la imagen es la de una bruja jugando con sus ingredientes y los resultados de invocar a las fuerzas naturales. La aliteración de la vocal abierta “o” (también en “Lentísimo halo”: “Y ese halo / en forma de rombo / Te espero entre las piedras del fondo / Quiero mostrarte / lo que escondo…”), termina atravesando como un hilo sonoro todo el disco. Una boca abierta en forma de “O” dibuja una garganta, de donde brota la voz que hechiza. El videoclip Paraguaya (Juana Molina, 2017), protagonizado por la artista y Chunchuna Villafañe, su madre, clausura en parte el potencial poético de la letra, en escenas de película de terror, pero a la vez opera una apertura en el baile: no nos olvidemos, parece decirnos, los ritos, los embrujos, no solo se cantan, también se danzan.

Lengua madre.

Meschonnic (2007) en la Conferencia titulada “Continuar con Humboldt”, habla de obras madre y no de lenguas madre:

Lo que impone pensar que son las obras las que son maternas y no las lenguas. Y que es la Biblia la que hizo el hebreo, no el hebreo el que hizo la Biblia. En el sentido en que sin ella, sería una lengua muerta del Cercano Oriente antiguo, como el akkadiano o el ugarítico. Y esto no es más que un ejemplo. El ejemplo de invención de valores en una lengua que hacen que esta lengua sea célebre. Valores poéticos, éticos y políticos (Meschonnic, 2007, 32).

Meschonnic en su frenesí deshistoriza: pareciera como si el Estado de Israel no existiera (justo ese Estado), o, como si fuera natural no hablar de obra madre al revisar, esto no es más que un ejemplo, el Popol Vuh. Una lengua madre tiene una obra madre porque tiene un ejército y un capital. Pero por fuera de las Lenguas y las Obras, hay ruidos que rehuyen la arrogancias del sistema. En ciertos enfrentamientos, el que grita pierde. Se sobrevive en el murmullo (o, en última instancia, en el silencio, que nunca es total). Esas voces al costado son texto, siempre. Excursus. Invento. NO se trata del plano de lo real (aclaro). Terreno de las fantasías cancelatorias (qué feo, eh, fantasear con eso, de mala gente… pero errare humanum est y, hasta, a veces, tal vez, para quienes lo hacen, ¿será?, un poco lindo). Imagino la situación hipotética de que, en 2019, o, tal vez, 2017 (¡el año de Halo!) un programa de una materia de las Literaturas Extranjeras de la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires no incluya ni a una sola autora, descubrimiento inimaginado y pasmoso (¡qué exagerada!) ante el cual, quien, en ese, repito, hipótetico (¡y terrible!) caso se tomare el trabajo de revisarlo, en una suerte de pesquisa estadística, lo llevare (insisto con el latín como con el futuro del subjuntivo solo un poco más), con fingida sorpresa, ante un jurado condenatorio cuya respuesta indignada (“¡Ni una! ¡¿En una literatura?!”), resolvería de inmediato en porcentajes cualquier futuro inconveniente (¡y que no vuelva a suceder!). Pero en el plano de la realidad, ante esa posibilidad, hay cátedras, seminarios, etcéteras, que buscan en las literaturas “menores”: correspondencias, revistas, algo para pensar otras voces. Ya sé, perspectivas esencialistas pero algo es algo. O, tal vez, sea así y es ese murmullo resuenen literaturas no canónicas. Pero, saliedo del excursus, del show off de latín y subjuntivos, en las letras de rock hay que ser necio, cínico o directamente infame para no leer a mujeres. Es completamente arbitrario el recorte porque voces femeninas en el rock hubo, hay y habrá siempre. Y, en el plano de la escena, no haría falta cupos si las lecturas ni los dueños no fueran tan limitados.

Vuelvo al eje: Silvia Federici, en Calibán y la bruja (2004), estudia la “caza de brujas” y las vincula al control de natalidad. Antes de la peste negra, la cual destruyó a más de un tercio de la población europea, las prácticas de control de la reproducción o abortivas, no eran castigadas, sin embargo, “[l]as cosas, (…) cambiaron drásticamente tan pronto como el control de las mujeres sobre la reproducción comenzó a ser percibido como una amenaza a la estabilidad económica y social” (Federici, 2004, 62). ¿Qué queda luego del asesinato en masa de mujeres?:

La amenaza de la hoguera erigió barreras formidables alrededor de los cuerpos de las mujeres (…) De hecho, podemos imaginar el efecto que tuvo en las mujeres el hecho de ver a sus vecinas, amigas y parientes ardiendo en la hoguera y darse cuenta de que cualquier iniciativa anticonceptiva por su parte, podría ser percibida como el producto de una perversión demoníaca (Federici, 2004, 252).

Ensayo una lectura poética: Las voces de las mujeres, las llamadas “brujas”, las sabias, las parteras, las curanderas, las que usaron la palabra, el conocimiento, las manos, los rezos, las plantas para curar, nos llegan de manera sesgada, en las cábalas, en las sanaciones, las oraciones, en la cura del empacho, en ciertas supersticiones. El Malleus Maleficarum, la contracara de esas voces, articuló la gramática de un genocidio: “Cuando una mujer piensa a solas, piensa el mal” (Kramer, Sprenger,1486, 49). Si para el Estado, la Iglesia, la Inquisición, cualquier palabra de mujer es el mal, entonces extendamos la potencia de su supervivencia: rastreemos sus resistencias en todos los restos, todas las ruinas, todos los fragmentos. Y me quedo con uno: el rezo, el hechizo, la convocación.

La aliteración en las letras de Halo no son un detalle menor: no siempre la palabra importa, y no es el vanguardismo dadaísta, es la búsqueda profunda en las cavidades de la garganta. Meschonnic habla de la importancia del ritmo contra la continuidad del signo, los tics o el cliché del lenguaje (Meschonnic, 2007, 11). En Halo, en canciones como “A00 B01” eso se transforma en una no lengua, cuya transcripción sería algo como: “Guigui igui dinza amanandi sikitini / Tina anú uono einoumangana” (“A00 B01”, Halo). En una conferencia de 1973, publicada en El susurro del Lenguaje, Barthes se pregunta si la frase como “estructura sintáctica prácticamente cerrada, no es ya, en sí misma, un arma, un operador de intimidación: toda frase acabada, por su estructura asertiva, tiene algo imperativo, conminatorio” (Barthes, (1994 [1984]), 138). Frente a lo imperativo de la frase, la letra de “A00 B01” es incierta, fluida, no continua, no totalitaria, no intimidante: más que conceptualizar eso en grafismo, fonetismo o echolalia (Schanton, 2017), prefiero quedarme en el “hablar en lenguas”, en la posesión que acompañada la no-obra, lo no-madre. No se trata solo del salir del “lirocentrismo”, como dice Schanton, porque en las otras canciones del disco hay letra, hay relato, hay -hasta- narración: se trata del movimiento del murmullo permanentemente incómodo.

Ruidos. You’re very noisy but it’s pretty (Sos muy ruidosa pero es lindo).

“Darek Mazzone: Sos muy ruidosa, pero es lindo (…) es discordante pero llega a ser atractivo de un modo muy interesante (…) está yendo a direcciones interesantes, no enloquecés pero, al mismo tiempo, nunca llegas a decir nada”.

(KEXP, 2014, 10’’29’ [mi traducción][3])

Luego de una de nuestras reuniones de SPERAC[4], me quedo pensando en la reflexión de mi compañero Mauro Petrillo sobre Attali y los mantras, en el ruido de las voces rezando, el sentido que se construye en el ritmo y los fonemas sin significado. Pienso en los modos de atravesar los ritos. No es el susurro, no va por debajo, es un murmullo concentrado: no se trata de que no te oiga el asesino, el inquisidor, ni siquiera el enfermo, se trata de no ser interrumpida, de poder continuar. No es la Obra Madre -siempre la dictaminada por el Estado, sinónimo de autoritarismos, de norma-: la voz de la bruja es certera, cae sobre la palabra con la precisión del deseo y se entrega; no cree dominar el lenguaje, lo toma entre sus manos como se sirve el agua de un arroyo, deja colar las gotas de sus dedos y bebe lo que queda, el lenguaje la atraviesa. Querer controlar el lenguaje, qué lindo chiste. Realismo socialista. En castellano es difícil de traducir pero spell en inglés significa “hechizo” y a la vez “deletreo”: en el ritual, la bruja, la perseguida, no habla, no escribe, el lenguaje la atraviesa y deja marcas. La voz de la Obra Madre se conserva y puede ser vista, admirada, leída: deslumbra, es el Libro del Rock. La voz de la bruja cautiva desborda cauces, es irreductible. En esos caminos sinuosos, donde el silencio es la primera estrategia y donde la energía preciosa no se desperdicia, el murmullo queda: “no enloquecés pero, al mismo tiempo, nunca llegas a decir nada”, le dice Darek. Excelente lectura de lo no totalizable, lo no instrumental, lo no resuelto en la poética de Juana Molina.

Corpus

KEXP, (2014, 22 de abril). Juana Molina – Full Performance (Live on KEXP). Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=5XcrCSDQKII

Juana Molina. (2017). “Paraguaya”, “Lentísimo halo”, “A00 B01” en Halo [albúm]. Crammed Discs. Disponible en: https://open.spotify.com/album/1gNV7gHVMvM1XU0ZxrxRzL

Juana Molina. (2020). “Paraguaya”, “Paraguaya Punk” en ANRMAL (Live in Mexico). Disponible en: https://open.spotify.com/album/5VqtBF9WgdqMaCnW0IVoho

Juana Molina, (2017, mayo). Paraguaya (official music video). Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=WzqnISROwhQ

Bibliografía

Attali, J. (1977). Ruidos. Ensayo sobre la economía política de la música. México: Siglo XXI.

Barthes, R. (1994 [1984]). “La guerra de los lenguajes” en El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y de la escritura. México: Paidós.

Federici, S. (2010 [2004]). Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Madrid: Editorial Traficante de Sueños.

Kramer, H., Sprenger,J. (1976). Malleus Maleficarum. (Mazía, F. Trad.) Madrid: Ediciones Orión. (Obra original publicada en 1486). Disponible en: https://www.academia.edu/45007267/EL_martillo_de_las_brujas_Completo_

Meschonnic, H. (2007 [2002]). “Continuar con Humboldt” en La poética como crítica del sentido. (Savino, H. Trad.). Buenos Aires: Mármol Izquierdo Editores.

Schanton, P. (2017, noviembre). “Halo. Juana Molina”. Revista Otra Parte. Link disponible en: https://www.revistaotraparte.com/musica/halo/.


[1] Instrucción más que evidente: Este ensayo se lee antes o (es preferible) después de ver/escuchar el Live de Juana Molina en la radio KEXP citado en el corpus, anterior al disco analizado. Se aconseja, además, dejar en loop las tres versiones de “Paraguaya” (con el “Paraguaya Punk” de ANRMAL).

[2]That’s really pretty amazing, so, I wanna tell people your story, so, you were born in Argentina, when the military took over Argentina your mom took you to Paris and you lived in Paris for six years, and you started playing guitar at six years through your father, so from Argentina to Paris, you are surrounded by music and, the whole process (…) I can totally see and hear were everything kind of came from.

Everything?

Not everything, but this, this sound”.

[3]You’re very noisy but its pretty,  (…) it’s just not, it’s discordant, but yet it’s still is very attractive and it’s a really interesting way (…) that’s really going into some interesting directions, you never get crazy but you’re never saying either at the same time”.  

[4] La escritura de este artículo surge de discusiones y de nuestros encuentros en el Seminario Permanente de Estudios de Rock Argentino Contemporáneo (SPERAC). Así como Mauro Petrillo habla de los mantras, también es Nancy Gregof quien me lleva a escuchar las sesiones en vivo de KEXP.

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