La identidad nacional no se define únicamente por la percepción de límites geográficos que nos contienen dentro de un territorio determinado, sino que aparecen en lugares mucho más dinámicos y pequeños, como puede ser la articulación de un sonido o una palabra. La lengua también es un territorio. En esta oportunidad, Julieta Biscay, integrante del SPERAC, nos presenta un análisis sobre las formas en las que el concepto de nacional y el «ser argentino» se articulan en la música popular.
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Hacerse el mazorquero o el quichua,
es carnaval de otros. Pero la argentinidad
debería ser mucho más que una supresión
o que un espectáculo. Debería ser una vocación
(Borges, “El idioma de los argentinos”, 60)
¿Qué es “ser argentino”? ¿Se puede escuchar la nacionalidad en las letras de canciones? Hace unas semanas Nathy Peluso dijo en una entrevista que se sentía más española que argentina y los seguidores salieron a “matarla” por redes sociales. Por esos días, Alejandro Bercovich entrevistó al Cabra de Las manos de Filippi y se refirió a una letra “en contra” del mundial (justo este año). Pero el Cabra explicó que el tema habla del mundial del 78 y de la idea de usarlo para defender el nacionalismo: “La selección nacional es un ministerio más del Estado” dice la canción.
Es que sí, algunxs creen que tienen el nacionalometro. Pero el problema no es con qué escalas o parámetros la miden sino desde qué noción de la nacionalidad parten. Pero no es mi intención defender acá a ningunx de lxs que fueron agredidxs o cuestionadxs por decir que no se sienten argentinxs o estar directamente contra la opresión de las fronteras nacionales[1]. Sí me interesa reflexionar sobre algunas cuestiones de la música y el nacionalismo. “El que explica pierde” dijeron hace poco en una reunión del grupo donde debatimos sobre rock y me quedo con eso. Lejos de intentar explicar las relaciones del rock y otras yerbas con el nacionalismo, pretendo hacerme preguntas, dudar de algunas cosas que se afirman tan sencillamente que parecen naturalizarse aunque quienes las vivimos sabemos que no es tan sencillo. Sí, me refiero a la facilidad con la que el sociodismo[2] analiza (desde lo alto de su escritorio donde apoya su computadora) algunas manifestaciones de la música que ellxs llaman popular (del barro del pogo o del barro del barrio), y ponen todo en la misma bolsa, como si fuera lo mismo, como si diera lo mismo. No toda actitud del rock es un acto de resistencia contra el sistema. Ni tampoco toda actitud de la cumbia es un acto de adaptación al sistema.
Aunque, como sostiene Alabarces, “No podemos, a esta altura de la teoría, confundir los mecanismos hegemónicos masificadores y despolitizadores de la industria cultural con un milagroso movimiento de democratización cultural que legitime lo que no puede ser legítimo –porque las relaciones de dominación así lo deciden” (3), tampoco podemos creer que todxs lxs que hacen determinado género de música (como rock o cumbia) son de la misma clase social. Por eso, más allá de las relaciones de producción, me interesa pensar algunos ejemplos de cómo se puede ver esta tensión sobre lo nacional en el lenguaje y la fusión de géneros musicales.
“Industria argentina” es un tema de Damas Gratis (censurado durante el 2002) que, dentro de las letras de la cumbia villera que domesticaba a la juventud con su repliegue conservador y “el desdén de la tumbadora”[3], expresa una letra de denuncia e incorpora un ritmo diferente, más relacionado al ska, muestra de la relación de Pablo Lescano con Fidel Nadal (a quien invitó a sus primeros shows en el Luna Park) y Hugo Lobo de Dancing Mood (quien suele invitarlo a compartir escenario).
Yo sabía que no cabía
Yo sabía que a nosotros nos cabía
Que vendría la policía
Y encima nos reprimía
Si vas Reclamar
Y a pelear por el país
Tené mucho cuidado
Te van a reprimir
Te lo dije hace mucho
Y te lo vuelvo a decir
Al gobierno hay que sacar
Para poder sobrevivir
Si vas a reclamar y te quieren matar
Estate preparado
Para Luchar
No pretendo reflexionar sobre el uso que los géneros populares hacen de algunas cuestiones para vender más o posicionarse de manera más significativa en el mercado, sino simplemente pensar algunos, pocos, ejemplos del uso que se hace del lenguaje y las tensiones que esto le puede generar a la intención de homogeneizar la nacionalidad argentina. La canción de Damas Gratis no solo rompe musicalmente con las letras y la estética de la cumbia, sino que además pone sobre la mesa varias cuestiones como la represión policial, la política, la lucha del 2001. Del mismo modo, se plantea esta idea de que “nos re cabía” y con ella todo un aspecto de las luchas que se dan en el interior mismo del lenguaje: las tensiones alrededor del habla popular y el habla culta como uno de los ejemplos del intento de homogenización que se pretende lograr como símbolo de nación.
El idioma de los argentinos vs Una lengua díscola
¿Qué diría Borges si nos escuchara hoy conjugar el verbo “caber”? La pregunta por el lenguaje nacional generó varias tensiones en el campo literario, empezando por las que se produjeron entre Borges y Arlt por el idioma de los argentinos, por ejemplo. Ambos reflexionaron en torno a la lengua nacional como aquello que usa el pueblo, como un significante vacío que se llena de contenido según quien lo enuncia. Pero mientras Arlt hizo del lunfardo esa lengua nacional, Borges lo despreció y denostó. En su texto “El idioma de los argentinos” (1928) Borges sostiene que hay dos influencias que militan contra el habla argentina: el arrabalero y el casticista o españolado. Así, va llenando de adjetivaciones degradantes a ese vocabulario “misérrimo y angosto”, “de los ladrones” (57). Frente a esto, Arlt lo define como “hermoso idioma popular” (32) y en su texto “El idioma de los argentinos” (1930) se opone a la manera de hablar “en purísimo castellano” (142) y defiende a los pueblos que “sacan palabras de todos los ángulos, palabras que indignan a los profesores” (142). Además, valora el habla cotidiana y sostiene “lo absurdo que es enchalecar en una gramática canónica, las ideas siempre cambiantes y nuevas de los pueblos” (143).
En aquella época Borges ponía como ejemplo el tango, donde encontraba letras con lenguaje que ensuciaban el “buen hablar” de los argentinos. Sin perder de vista lo lejana que quedó esa discusión, ¿se puede pensar esta tensión con el habla culta en el uso que se hace del lenguaje en letras de rock y cumbia? Alcanza con leer a Voloshinov o a Bajtin para entender que las palabras dicen mucho más de lo muestran a simple vista porque el signo es la arena de la lucha de clases. Por ejemplo las letras de 2 minutos y Flor de piedra dedicadas a ese amigo que se hizo policía (Carlos[4]). Las palabras “botón” y “buchón” no pueden solo interpretarse como sinónimos de la palabra policía ya que cargan, además, con todo un significado del lugar desde donde se enuncian.
Ya no sos igual,
Ya no sos igual,
Sos un vigilante de la Federal
Sos buchon,
Sos buchon,
Sos buchon,
Sos buchon.
No, no lo puedo creer
Vos ya no sos el vago, ya no sos el atorrante
Al que los pibes lo llamaban El Picante
Ahora te llaman botón
Vos sos un botón
Nunca vi un policía tan amargo como vos
Vos sos un botón
Nunca vi un policía tan amargo como vos
Para vos, Carlitos
No quiero pecar de definir las letras de Flor de piedra como una lengua díscola pero sí, al menos, como una forma de hacer música con la lengua en uso, ese uso indomable, dúctil, azaroso que subvierte el empleo escolar de la misma, como sostiene Nicolás Rosa. Un uso que pone en crisis a la lengua nacional como operativo cultural y hecho político de cohesión.
La argentinidad al palo: se escribe como suena y hace ruido…
Pero ¿solo en la lengua se puede quebrar esta cohesión? Quizás luego de la crisis de 2001 y la revolución inconclusa, esa derrota se funde en la fusión de la cumbia y el punk: las letras no denuncian, pero el ritmo incomoda. La mezcla de ambas molesta tanto a los que necesitan regular y definir como a quienes solo escuchan uno de esos ritmos. Y así aparecen en escena Los Olestar, banda que desde su nombre presenta la tensión del lenguaje: el español se escribe como se pronuncia y ellos se lo toman en serio. También lo hacen con algunos de los nombres de sus discos: Pa’ Juga (LP, 2012), Cuarteto Vs Cumbia Santafesina (EP, 2013), #Terrecabió (LP, 2014), En La Pera!! (DVD, 2016), EP Tacular(EP, 2017) y Demoledores (LP, 2018)
La banda, formada por ex integrantes de bandas punk, fusiona un sonido rockero con letras de las más famosas (y bailadas) cumbias y cuartetos. Quizás esto no sea para algunos más que el colmo de la música popular o, incluso volviendo a las tensiones del lenguaje, una irónica puesta en escena de dichas tensiones para ganar dinero. Pero, como ya dije anteriormente, no son ritmos que se escuchen mutuamente y eso ya “nos hace ruido”. En este sentido, Meschonnic sostiene que el ritmo es inseparable del sentido del discurso, lo organiza. Porque en el lenguaje, es siempre la guerra y la crítica es la lucha de las preguntas contra las respuestas.
Entonces termino con una pregunta de Nicolás Rosa, recontextualizada al espacio del rock: “¿Cómo superar ese nacionalismo lingüístico sino con una nueva y potente recuperación de la diferencia dentro de una unidad?” (Rosa, 72).
Bibliografía y Corpus
-Alabarces, “Posludios: Música popular, identidad, resistencia y tanto ruido (para tan poca furia)” [Transcultural Music Review]
-Artl, Roberto “El idioma de los argentinos” en Aguafuertes, Buenos Aires, Losada, 1998
-Borges, Jorge Luis, “El idioma de los argentinos” en El idioma de los argentinos, 1928.
-Meschonnic, H. La poética como crítica del sentido, 2007
-Rosa, Nicolás “La lengua díscola” en Relatos críticos: cosas animales discursos, 2006
-“La selección nacional” Las manos de Filippi
-“Industria Argentina” Damas Gratis
-“Sos botón” Flor de Piedra
-“Ya no sos igual” 2 minutos
-Los Olestar
[1] “Proletarios del mundo unidos” Dijo Marx en el Manifiesto Comunista. El Cabra escribe muchas de sus letras basándose en prensa de Partido Obrero o cursos que el mismo partido realiza.
[2] Análisis que se hace desde las Ciencias Sociales
[3] Scaricaciottoli en la “Introducción” a La campana de la división
[4] Parece que los Carlos son tan botones como los Raules, machirulos.