En “Elogio al cuerpo que baila”, Silvia Federici sostiene que la división capitalista del trabajo ha moldeado nuestros cuerpos y también los espacios que podemos y no podemos ocupar: “el cuerpo es un texto en el que los regímenes de poder escriben sus preceptos, en él se pueden leer historias de opresión y de rebelión”. Por eso, poner el cuerpo a la lucha feminista es también ponerle escritura.

Sí. A las mujeres no solo nos costó y nos cuesta más que a los hombres ocupar espacios en bandas de rock sino también poder escribir. Por eso, consideramos que, luego de la 4ta ola feminista, pudimos recuperar la voz. Pero una voz que no vino a decir lo que ya sabemos, sino a romper con el orden establecido.

Porque ¿alcanza el realismo para contar la realidad? ¿alcanza el género realista para narrar lo que vivimos las mujeres y otras identidades feminizadas? Cometierra, de Dolores Reyes, Mariana Enriquez, Distancia de rescate y otros libros, escritos por mujeres y que denuncian de alguna manera lo que nos toca vivir (como los libros que intenta censurar el gobierno de Milei) son algunos ejemplos de búsqueda en el fantasy para narrar.

A partir de esta pregunta, quisimos pensar en torno al fantasy como ruptura tanto en la literatura como en el rock y especialmente en la figura de la bruja, como mujer que encarna cierto poder incluso desde la potencia de la maldad, el maleficio.

Pero bueno, no fue algo fácil… porque no vamos a inventar ni forzar nada y si hoy nos ponemos a mirar/ escuchar rock, es una poética en crisis. Alcanza con ver a Lali y Taylor Swift como LAS figuras de mujeres que se erigen contra los gobiernos fascistas de Argentina y EEUU. Incluso, estudiantes de la UNA hace poco bailaron en la estación Once con la canción de Lali como un hecho de resistencia frente a la situación que estamos viviendo en la educación pública. Al mismo tiempo, Milei se apropia del rock como las canciones de la renga, como así también lo hizo en otros momentos el kirchnerismo o incluso Macri con Tan Bionica (si podemos decir que eso es rock)

Por eso, en este panorama tan oscuro, queremos resaltar dos formas en que aparecen las voces de las mujeres brujas en el rock para romper con esta estructura realista/denuncialista y generar extrañamiento: por un lado el grito de la comunidad, el aquelarre, como en las Fin del mundo (banda integrada por cuatro mujeres) cuando gritan todas juntas, y por el otro, el murmullo o susurro en Juana Molina.

Como dice Malena Galesio Sierra en un artículo aquí publicado: “El arte no necesita enunciar de manera realista para configurar una posición de resistencia, ni hacer gala de la transparencia para denunciar aquello que identifica como opresivo. ¿Quién dijo que desde la ficción no se resiste? ¿Acaso es necesario ser literal para que la denuncia sea efectiva? ¿Acaso no se pueden cantar verdades desde la ficción más fantástica?” Hay que darle un lugar a la magia desplazada por la racionalidad capitalista y descalificada como herejía o superstición.

En este sentido, como sostiene Rosemary Jackson, el “modo fantasy” subvierte y socava la estabilidad cultural porque “des-hace estas estructuras y significaciones unificadoras sobre las que descansa el orden cultural” (1986:69).

Pero volvamos a la imagen de la bruja…

Silvia Federici en su libro Calibán y la bruja, sostiene que el proceso de acumulación originaria requirió la transformación del cuerpo en una máquina de trabajo y el sometimiento de las mujeres para la reproducción de la fuerza de trabajo, lo que se logró a través de la destrucción del poder de las mujeres, por medio del exterminio de las brujas. Destruyeron todo un mundo de prácticas colectivas y sistemas de conocimiento que había sido la base del poder de las mujeres antes del capitalismo.

El capitalismo surge mientras esta guerra contra las mujeres se está dando (ejecución de cientos de miles de brujas): “La caza de brujas en Europa fue un ataque a la resistencia que las mujeres opusieron a la difusión de las relaciones capitalistas y al poder que habían obtenido en virtud de su sexualidad, su control sobre la reproducción y su capacidad de curar” (Federici, 2015:275).

Por lo tanto, se puede pensar que incluir la figura de la bruja en esta nueva literatura, cambia la percepción de la mujer que hasta ahora sólo era considerada como víctima/pasiva para devolverle el poder de resistencia y acción. Ahora la bruja será la que tiene el poder de cambiar la realidad. Pasa con Cometierra o Distancia de rescate… Pasa con las mujeres que se animan a experimentar nuevas poéticas fantasy en el rock.

Se trata entonces de alejarse del realismo y la simple denuncia moralista para ingresar a explorar nuevas formas de romper con lo establecido. La cuarta ola no fue magia: fue fruto de luchas, organización y ponerle el cuerpo. Porque “El cuerpo es para las mujeres lo que la fábrica es para los trabajadores asalariados varones: el principal terreno de su explotación y resistencia” (Federici, 2015:28)

Por eso, a pesar del intento de disciplinamiento del cuerpo que hemos sufrido, la organización y la lucha de las mujeres en comunidad nos ha permitido cambiar algunas cosas. Pero esas cosas no las conseguimos manifestándolas sino manifestandonos. En las calles pero también en la escritura.

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