LA CUARTA GENERACIÓN MILITANTE.
Para poder saber de primera mano, siempre es mejor conversar con los testigos directos y participantes. Es por esta razón que Código y Frontera decidió reunirse con dos exponentes de la juventud liberal argentina para conversar sobre su concepción de militancia, la función del estado y adscripción a una práctica política que parece estar condicionada aún por la generación anterior.
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Sobre este mismo tema podés leer:
4G: Antiguos y Modernos, de Alan Ojeda.
4G: Militancia silvestre, de Diego García.
4G: El Estado de la militancia, de Santiago Armando.
11:30 del 31 de mayo de 2022, Parque Centenario, Ciudad de Buenos Aires.
Yo empecé a militar durante la cuarentena. Me aburría en casa por no poder ir a la facultad ni ver amigos y, entonces, arranqué a hacer vídeos en Instagram. Hablaba con la gente y le preguntaba cómo se sentía.
Tengo un problema con la palabra militante porque tiene una connotación negativa: es gente que lo hace por plata, no por convicción.
Sé que el liberalismo en algún momento va a tener que enfrentar esta discusión: cómo hacer política contra la política. La gestión del estado requiere muchísima gente y, además, cada quien va a querer tener gente de confianza. Es un problema que vamos a tener que resolver porque los liberales no queremos convertirnos en parte del problema.
Desde las PASO de 2019 crece un inédito movimiento militante que se distingue por una crítica frontal y de amplio espectro a las políticas posteriores a 2001. Discutiendo la emisión, el cepo al dólar, la política energética, el ausentismo docente, los subsidios a la producción cultural o las política de género este movimiento revisa las ideas de justicia y las interpretaciones de la Argentina que dieron fundamento a las políticas públicas después de 2001. Después de las PASO de 2019, este movimiento es la gran novedad del escenario político y su extensión y vigor son las señales más elocuentes de un cambio de época.
Ulises Chaparro y Florencia Ravelo Niglia son dos exponentes de esta nueva época. Ulises tiene 24 años, Florencia, 19; ambos son referentes políticos de su generación. Ulises estudia Veterinaria, pero no oculta que en el último tiempo la política ganó mucho espacio en su agenda. Ulises fundó la agrupación Jóvenes Republicanos, una agrupación que se distingue en el ecosistema por su estilo de acción directa, intervención callejera y un ethos de militancia y de grupo. Jóvenes Republicanos adhiere al Pro, aunque Ulises sostiene que hay discusiones pendientes en Juntos por el Cambio. Como casi toda su generación, el fenómeno libertario no le es ajeno: mantiene diálogos con Milei y otros referentes de sus espacio. Actualmente trabaja para el diputado nacional por Neuquén, Francisco Sánchez.
Florencia estudia Gobierno y Relaciones Internacionales en UADE. Fundó la agrupación Movimiento Liberal Republicano y trabaja con María Eugenia Talerico en Republicanos Unidos, el espacio liderado por Ricardo López Murphy. Destaca que López Murphy representa las ideas del liberalismo clásico con el que ella se siente identificada y que Republicanos Unidos es un espacio en el que la opinión de los jóvenes es valorada. No le gusta que el liberalismo se una con la derecha, pero entiende que hay que hacer alianzas para ganar elecciones. Se está preparando para un nuevo desafío político: recorrer la provincia de Buenos Aires con los candidatos de Republicanos Unidos.
LA CADENA SE ROMPIÓ
¿Por qué su generación no es kirchnerista?
UC – Fue clave el surgimiento de personalidades como Milei o Espert. Ese estilo políticamente incorrecto ayudó mucho a que muchos pibes se hayan interesado. Hubo un cambio de chip: ya nadie ve al estado como el bueno que te regala todo, sino como el malo que te persigue en todo. Desde qué te comprás, qué mirás o cuánto tiempo tenés que estar en tu casa por la pandemia.
FR – Coincido que la aparición de un nuevo estilo fue clave. Pero también otras dos cosas. Primero, la pandemia: el control excesivo, incluso en los más chicos, aunque no entiendan de política o qué es el estado, la pandemia dejó una bronca. Mi madrina se suicidó durante la cuarentena. Segundo: la economía. Veo a mi familia, mi viejo que laburó, es enfermero, tiene dos trabajos, se partió el lomo toda su vida y hoy tiene que andar reduciendo gastos personales o algún gusto para poder pagarle las cosas a mis hermanos. A la gente que hizo las cosas bien le va mal y a la que hace las cosas mal le va bien ¡Qué injusto! Es el país del revés.
¿Sus padres votaban al kirchnerismo en algún momento?
UC – Mi viejo es del peronismo kirchnerista, pero tengo buenas relaciones. Mi papá es pintor, es un tipo que se levanta a las cinco y media de la mañana y a las ocho de la noche, no se compra ropa para él, trabaja desde los 12 años, no terminó el secundario. Él habla de la derecha, de Macri, yo lo entiendo; mi viejo sufrió mucho la crisis del 2001. No estoy de acuerdo, pero lo entiendo.
FR – Mi papá es enfermero, ya dije, y mi mamá era conserje en un hotel y ahora es peluquera. Nunca votaron al kirchnerismo, son más conservadores. En mi casa no se habla mucho de política, pero siempre me contaron que 2001 fue una época difícil, ellos estaban construyendo y todo lo que tenían lo habían puesto en eso. Yo empecé a militar durante la cuarentena. Me aburría en casa por no poder ir a la facultad ni ver amigos y, entonces, arranqué a hacer vídeos en Instagram. Hablaba con la gente y le preguntaba cómo se sentía. Me dio por leer mucho para entender por qué el estado tenía la potestad de encerrar a la gente tanto tiempo. Después pasó lo de mi madrina, también lo de esta chicha Solange que se estaba muriendo y el papá no la podía ir a ver. Mientras en la tele te lavaban el cerebro todos los días con las cifras de muertos y tenías miedo de salir porque sentías que matabas a tus papás.
UC – Yo tengo un compañero de 14 años. Lo conocí en medio de la pandemia, por los zooms, cansado de estar encerrado en su casa, tenía las clases virtuales, pero en realidad no tenía clases. En ese momento, nosotros también hicimos un montón de charlas de capacitación, entonces el pibe fue incorporando discusiones. En la cuarentena pasaron cosas, es un fenómeno que hay que observar y que hay que entender. Hasta la cuarentena, los jóvenes sólo estábamos para repartir folletos y sostener el globo.
La política de ustedes, porque el kirchnerismo hizo un culto de la juventud política…
UC – Bueno, nuestro lado le está dando más importancia. Estar en las redes, producir vídeos, interactuar con la gente. Los políticos empezaron a crear cuentas de TikTok y a hacer cosas raras en las redes. Bullrich en el recital de Tini es una cosa muy rara, pero, bueno, es adaptarse también. Los jóvenes tenemos más difusión en redes, eso es un atajo, las redes son un atajo: antes tenías que tener una militancia en la calle, un grupo armado, fiscalización, punteros. Hoy las redes te ponen un candidato, ésa es la realidad.
CAMBIEMOS, EXPERIENCIA Y SÍMBOLOS.
¿Cómo caracterizan la experiencia del gobierno de Cambiemos?
UC – Tuvo sus virtudes y defectos, desde luego, aunque creo que los defectos terminaron pesando más. Yo fiscalicé en 2015, 2017 y 2019, me comí puteadas, me comí puteadas por Maldonado. El gobierno de Cambiemos fue una experiencia traumática para mucha gente. Creo que no comprendió bien la situación que recibió en 2015. Yo soy de la opinión de que hubieran hecho falta políticas de shock en esos primeros meses. Creo que Macri estuvo con gente que lo asesoró mal, como Marcos Peña que todavía tiene una visión que es de izquierda.
¿Qué quiere decir que Marcos Peña es de izquierda?
UC – Por ejemplo que en 2016 impulsó esto de la militancia por el aborto esperando captar votos. O la devaluación del 2018. O trasladar la carga de los impuestos a los intendentes en vez de bajar. Macri recibió un país con 163 impuestos y lo dejó con 168. Un gobierno que venía a bajar el gasto y a achicar el Estado, terminó con una reducción muy pequeña del déficit primario. No se vio el cambio que la gente había votado en 2015. Y todavía hoy hay mucho por resolver en Juntos por el Cambio.
¿Qué cosas tiene que resolver?
UC – Tiene que resolverse el ordenamiento interno, en el Pro y entre el Pro y la UCR, la Coalición Cívica y los nuevos espacios. Del PJ siempre rescato que son capaces de juntarse con el que mató a su vieja. No tienen drama, si se tienen que juntar, se juntan. Tenemos el ejemplo de Massa, que pasó de decir que los iba a meter presos a estar con ellos.
Dijiste que el gobierno de Cambiemos tuvo aciertos ¿Qué rescatás?
UC – Los vínculos con el mundo, la transparencia y la calidad institucional; y la reducción de ministerios, y cómo enfrentó adversidades como la derrota en las PASO o el caso Maldonado. Rescato que el de Macri fue un país que se sentó con Trump, con Bolsonaro, pero también con China y con Rusia. Por otra parte, hoy en día en cualquier ministerio del estado argentino levantás una copa y abajo encontrás cinco mil ñoquis. Levantás una silla y abajo hay seis subsecretarías. Creo que Macri supo manejar esto. Y también rescato que terminó, que supo subsistir después de las PASO.
Florencia ¿Cómo caracterizás la experiencia del gobierno de Cambiemos?
FR – Mi visión es que el gobierno de Cambiemos sabía lo que tenía que hacer, pero no quería asumir el costo político de tomar esas decisiones. La gestión fue mala a nivel político y a nivel económico. Fue una desilusión. Después de años de escuchar a Cristina, ver que ganaba alguien que pensaba como yo fue emocionante, pero terminó siendo una desilusión.
¿Y del gobierno qué rescatas?
FR – Creo que Macri fue un gran presidente, con buena imagen y con buenas relaciones. Como Ulises, también valoro las relaciones con el mundo. Sentí orgullo de que hayamos sido anfitriones en el G20.
Ambos señalan límites y desilusiones del gobierno de Cambiemos ¿Cambiemos no supo, no pudo o no quiso?
UC- Podemos pensarlo así: ahora Juntos por el Cambio tiene un problema con su expansión a nuevas fuerzas y electorados. Juntos por el Cambio crece, pero ¿A qué costo? El pensamiento del radicalismo poco tiene que ver con el de Macri y menos con el de Bullrich. En Juntos por el Cambio tenés personas que creen que las soluciones pasan por bajar el gasto y otra que no creen que pase por ahí. En un país como el nuestro, dónde hay tanta necesidad, tanto hambre, ésta discusión es estratégica. Y no hay acuerdo en esto. Ponele, un día Marcos Peña salió a decir: “Nosotros somos nacionales y populares” y muchos militantes estamos para bajar el gasto, cerrar el ministerio de la mujer, el inadi y otros organismos de derechos humanos que, la verdad, no tienen una función real.
FR – Ulises tiene una posición de derecha extrema, yo soy más liberal clásica. Pero coincidimos en que hay que buscar la eficiencia. Y en las cosas importantes el foco está errado. Una política de género, o hablar en inclusivo, o una nueva manera de enseñar a los pibes en las escuelas, o los bancos rojos, yo no creo que nada de eso te vaya a salvar de la pobreza ni de los femicidios. El ministerio de la mujer no tiene ningún sentido. Se gasta en almuerzos, cursos y eventos, pero los femicidios no bajan, ni creo que esas políticas generen ningún tipo de inclusión real. La inclusión real no pasa por hablar con la e.
Pero, más allá de la eficacia de esas políticas ¿No construyen símbolos?
UC – Yo creo que las políticas de Estado se hacen para las masas, no para los sectores. En el censo, solamente 0,2% de la población no se auto percibe como hombre o mujer. Yo lo veo como un curro.
FR – Una cosa son políticas focalizadas para grupos minoritarios, eso puede ser. Pero sin eficiencia alguna, puro símbolo… No me parece.
¿Puede haber política sin símbolos?
FR – En la política hay símbolos. De hecho, mucha gente se siente contenida políticamente por los símbolos, a pesar de que no haya eficacia ¿Para qué querés una aerolínea de bandera si es una empresa deficitaria? Creo que esto denota un cierto camino en el que va nuestra sociedad. Yo prefiero un gobierno con menos símbolos y más eficacia. Yo creo que el gobierno tiene que cumplir una función, más allá de su cercanía con la gente. No me interesa el populismo.
¿No hay lugar para los símbolos? –
UC – Depende cuál sea el símbolo. A mi me ponen el banquito rojo o el cupo trans u Ofelia Fernández diciendo que la secan, y a mí esos símbolos no me van. Pero, yo creo que desde el liberalismo tenemos una deuda pendiente, que hay que estar más cerca de los sectores más bajos. Explicarles que lo que los va a sacar de la miseria es el mercado, es el capitalismo, es la competencia.
FR – Yo creo que hay otros símbolos como el trabajo, el esfuerzo y el mérito. Y hay referentes que hablan de esto. Pero no hay duda, el peronismo fue muy eficiente en lo comunicativo, sin embargo, ahí está todavía la idolatría hacia Perón y Eva. Yo creo que las diferentes ideologías pueden convivir en armonía. No soy de esas personas que creen que en las universidades hay que proscribir al kirchnerismo o a ciertos autores.
¿Hay gente que piensa eso en el campo antikirchnerista?
FR – Sí, pero creo que van a seguir siendo una minoría. En la universidad, yo creo que hay que dar todos los autores. No quiero que me dejen de dar a nadie. Al contrario, que se amplie la oferta al máximo y que cada uno elija lo que más lo representa. Yo lo que necesito es objetividad en la educación, nada más.
UC – Está perfecto, hay que enseñar todo. Yo leo mucho a un marxista italiano Gramsci, un genio, aunque no coincida. Entendió que había que infiltrarse en la cultura, algo que la izquierda viene haciendo hace décadas. El pluralismo en las facultades me parece bien, la historia existe y hay que contarla por completo.
¿Fuera de las facultades?
UC – Yo creo que el kirchnerismo tuvo mucho tiempo para mostrar su visión y lo aprovechó En Juntos por el Cambio, por el contrario, todavía pecan de vergonzosos, todavía mucha gente se siente corrida por izquierda. Por ejemplo, hace unas semanas el Pro difundió un video diciendo “nosotros no somos CEO’S” ¡¿Qué tiene de malo ser un CEO?! A mí me encantaría ser CEO de algo.
Por un lado, coinciden en que el kirchnerismo es un gran aparato ideológico. Por el otro, aseguran que la manera de convencer a la gente es gobernando bien, mostrando resultados, cambiando la vida de maneras concretas Entonces ¿La gente vota al kirchnerismo por la propaganda o porque cambió sus vidas de maneras concretas?
FR – Yo no hablé solamente de gestión, a veces con gestión no alcanza. Yo hablé de educación, por eso es tan importante lo de la batalla cultural, también lo tengo presente a Gramsci. Creo que la gestión no es suficiente, estaría bueno tener un relato porque no podemos negar lo atractivo que es el kirchnerismo a la hora de comunicar. Ahora bien, el kirchnerismo sobrevive porque siempre gobernó en momentos en los que el país tenía plata y recursos. Ahora, con el relato no alcanza para que vuelvan a ganar, la gente ve cómo están las cosas. Si hasta hay votantes kirchneristas diciendo que votarían a Milei.
¿Cómo se imaginan a un gobierno liberal bancando una mala situación, como la crisis económica actual?
UC – Hay dos vías, Por un lado, habiendo reforzado las instituciones, con gente capaz y con eficiencia. Y habiendo creado relato, que es lo que viene salvando al kirchnerismo desde 2015 : Macri gato, la fuga, Santiago Maldonado. Y algo más: hace falta gente propia. A Macri le pasó que tenía gente propia en ministerios y secretarías, pero más abajo ya se le escapaba. Con estas cosas, una crisis la puede bancar quien sea, aunque no tenga experiencia sea Milei, a Espert o a Boindini. Biondini esperemos que no porque es un nazi.
¿El nazismo es un límite?
UC – Por supuesto.
¿Por qué Milei no es un límite y Biondini si?
UC – Los nazis mataron gente en campos de concentración. A Biondini lo tomó más para chiste como un tipo que se lo ha visto en actos nazis. Milei tiene sus límites y tiene excelentes vínculos con los sectores del país que están con Israel.
FR – Milei no es Biondini. El liberalismo nunca va a estar a favor de un nazi o un fascista porque justamente nuestros pilares son la vida, la libertad y la propiedad. Nosotros defendemos la diversidad. Ahora bien, no estamos a favor de que haga uso político de la diversidad ni de los lobbies que le hacen creer a gente con determinadas orientaciones que dependen de ellos eso o que tienen que formar parte de organizaciones políticas para ser tomados en cuenta.
LA GENERACIÓN K
¿Cómo caracterizan la experiencia de los tres primeros gobiernos kirchneristas?
UC – Yo tenía 5 años cuando asumió Néstor, así que no tengo una impresión de primera mano. La gente con la que charlo no imaginaba que Néstor iba a abrazarse con Estela de Carlotto y a currar con esto de los derechos humanos y los 30.000 mil desaparecidos. Cristina creo que es una persona brillante con una capacidad de entender bien la política, tiempista, manipuladora, fría como las mujeres en general. Por último, creo que este cambio en la cultura que nos planteó el kirchnerismo terminó haciéndonos muy mal. Todavía hoy se ataca al empresario, al que invierte, al que tiene una PyME en nombre de toda esta estupidez de la desigualdad. Hoy su énfasis está en la cultura. Nuestro país no tiene problemas étnicos, culturales, ni religiosos, nuestro problema es la cultura.
FR – Para mi todos los problemas son importantes. En la base: cuidar la institucionalidad es importante siempre. Atacan al poder judicial, facturan obras que no hacen. Eso no va. Por otra parte, la nivelación para abajo con políticas redistributivas: el que tiene mucho se tiene que sentir mal por ser exitoso. No sé por qué tienen un problema con el sector privado si para que todo su circo se mantenga es necesario exprimir al sector privado con impuestos. En tercer lugar, pusieron a la justicia del lado del delincuente. La víctima padece, mientras ellos liberan delincuentes.
¿Peronismo y kirchnerismo son lo mismo? ¿Es relevante distinguirlos?
FR – Yo siento que no es tan relevante distinguirlos, aunque creo que mucha gente si los percibe diferentes. Gente que por ahí votaba antes al peronismo hoy no votaría Alberto Fernández. Yo todavía no logró ver cuál es la diferencia entre uno y otro.
UC – Bueno, en el peronismo tenés un Pichetto, con quien tengo un muy buen vínculo. Yo creo que el peronismo hoy es rehén del kirchnerismo y está secuestrado en el sótano de la casa de Cristina. En otra época el peronismo supo ser el partido del tipo que se levantaba a las seis de la mañana, con el tiempo se fue transformando en lo que es hoy. No creo que tenga muchas alternativas para resurgir porque no veo nadie que diga “Bueno yo me enfrento a Cristina”.
Ulises, nos hablaste de tu simpatía por Milei ¿Te molestaría que Milei se junte con un kirchnerista?
UC – Me decepcionaría, sí. Pero, yo no estoy con Milei, así que no me corresponde decir con quién tiene que ir. Ahora bien, también siento que la política es la construcción de la fuerza y si querés al poder hay que hacer alianzas.
¿Pero no llamaste a votar por Milei?
UC – Como te digo, no tengo ningún vínculo con Milei. Yo milito en el Pro. Adentro del Pro hay una discusión: María Eugenia Vidal y Martín Tetaz son personas de izquierda, nosotros, y no sólo noostros, terminamos apoyando las candidaturas de Milei y Villaruel.
¿Eso no te pone automáticamente afuera de Juntos por el Cambio?
UC – No. Yo tengo blanqueados en el Pro mis diálogos con Milei. Actualmente, por ejemplo, estoy trabajando con Francisco Sánchez, que es diputado del Pro, aunque participé de actividades con Milei y ayudé con la fiscalización. Pero acá no hubo plata, ni contrato, ni nada: defendimos una idea. Y, como te digo, es parte de un debate adentro de Juntos por el Cambio.
En esto vemos una diferencia grande con la generación anterior. Para la generación de La Cámpora o estabas con Cristina o estabas contra Cristina ¿Ustedes tienen otra visión sobre esto? ¿Se puede estar dentro Juntos por el Cambio y militar para Milei?
FR – Yo creo que Juntos por el Cambio y Milei son cosas diferentes. Por ejemplo, en la cuestión institucional que es una prioridad para Juntos por el Cambio, mientras que Milei sigue en su posición “destruyamos todo”. Esto no quita que muchas personas que estamos en Juntos por el Cambio no tengamos cosas para discutir. Yo soy muy crítica con Juntos por el Cambio, también fui decepcionada por Juntos por el Cambio. Quiero dejar en claro esto porque los de Milei me acusan de ser socialista, cuando en realidad soy súper liberal y por eso apoyo a Ricardo López Murphy.
¿La disciplina es parte de la organización política?
FR – Sí, sí, más vale.
UC – Depende cuál sea tu rol. Yo tengo un rol dentro del armado que es relativamente importante, que me habilita determinadas pausas. Quizás otros pibes que están repartiendo folletos o globos quizás no pueden.
¿No es al revés: quien tiene más responsabilidades tienen menos libertades?
UC – Hoy lo estás viendo en el Gobierno: Larroque le pega a Guzmán, Máximo Kirchner le pega a Alberto.
¿Esta libertad de movimiento es parte de un estado embrionario que con el tiempo tendría que disiparse?
UC – Creería que sí.
FR – Mirá, muchos militantes de Juntos por el Cambio arrancaron a militar para Milei con la promesa de estar en algún despacho o tener algún tipo de cargo. Esto pasó incluso con muchos chicos que ya estaban haciendo un camino o una construcción dentro Juntos por el Cambio: se dieron vuelta por la promesa de Milei candidato 2023. No sé qué estarán pensando ahora.
¿Creen que jóvenes de, digamos, 21 años la expectativa de tener un contrato en el estadod define un espacio de militancia?
UC – Sí, hoy por hoy, se perdió esta militancia por convicción.
¿La Cámpora está más convencida que ustedes?
FR – Sí. Juntos por el Cambio tiene el sistema de incentivos roto. Entrás como afiliado al Pro y a los dos meses ya estás acomodado en el estado. La motivación de mucha gente joven para afiliarse al Pro es tener un puesto de trabajo en una secretaría o subsecretaría. Y no es que haga falta gente en el estado. Todo lo contrario. Su contrata gente por contención o como premio.
¿Ven una tensión entre militar en Juntos por el Cambio y, a la vez, criticar las estructuras políticas?
UC – Yo no soy militante, no soy charlar con gente en la calle. No me gusta eso de estar charlando con la gente, repartiendo folletitos, me da pereza, sinceramente.
¿Y qué sos?
UC – Soy armador, manejo redes, me encargo un poco de la estrategia.
FR – Yo tengo un problema con la palabra militante porque tiene una connotación negativa: es gente que lo hace por plata, no por convicción. Más allá de la palabra, yo sí camino, acompaño al candidato, hablo con la gente. Ahora bien, lo que discuto es el rol que tiene que tener la juventud. Quiero que la tarea del militante no se limite a los sábados y los domingos, quiero que se nos tenga en cuenta para militar y también para, en el camino, empezar a participar de las decisiones. En este sentido, mi experiencia con Ricardo López Murphy fue fantástica porque los jóvenes pudimos participar en discusiones de campaña y sumar ejes. La política debería estar llena de jóvenes que trabajamos para el día de mañana poder vivir, al menos, en paz. Creo que ésta es la esperanza de todos los jóvenes que nos involucramos en política hoy.
Liberalismo, conservadorismo, derecha, estar a favor del capitalismo ¿Es lo mismo?
FR – Creo que la juventud tiene una confusión en esto, especialmente a partir del fenómeno Milei. El liberalismo, en esencia, no tiene nada que ver con el conservadurismo, incluso diría que son opuestos. No me gusta que los liberales se junten con la derecha o que la discusión sea sobre cómo enfrentarse a la izquierda, pero entiendo también que para ganar una elección es importante tener un frente amplio.
UC – Yo creo que si hacemos una lista son más las cosas que tenemos en común que en contra. Ponele, yo vengo de una mentalidad más conservadora, ella es más free choice; pero si los conservadores nos vamos por un lado y los liberales clásicos por otro, no vamos a llegar a ningún lado. Por otra parte, todos convivimos con el capitalismo, incluso el kirchnerismo. Como los anarcocapitalistas o los paleolibertarios conviven con el estado porque es imposible eliminar el estado al 100%.
Además de la tensión entre militancia y crítica de las estructuras, vemos una tensión entre querer controlar el estado y querer achicarlo ¿Cómo piensan esto?
UC – Sé que el liberalismo en algún momento va a tener que enfrentar esta discusión: cómo hacer política contra la política. La gestión del estado requiere muchísima gente y, además, cada quien va a querer tener gente de confianza. Es un problema que vamos a tener que resolver porque los liberales no queremos convertirnos en parte del problema.
¿Es un problema que se resuelve con firmeza ideológica?
UC – Yo creo que eso se resuelve como decía Florencia: teniedo gente eficiente en el estado
FR – Firmeza ideológica acompañada de legislación adecuada. Resolver este problema va a dejar en evidencia a los que son liberales solamente en las palabras. Los verdaderos liberales nos retiramos si ya hicimos lo que teníamos que hacer.