El homenaje no es sólo un retorno a la imagen y a la memoria de lo pasado y consagrado. El homenaje es el momento en el que también nos miramos a los ojos con los compañero de viaje que han recorrido el mismo camino, han bebido de las mismas fuentes y logrado construir las suyas propias. En esta oportunidad Gito Minore escribe sobre el acontecimiento que tuvo lugar en El Teatrito, el conclave metalero reunido en nombre de Gustavo Zavala. 

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No es una exageración afirmar que Gustavo Zavala fue uno de los músicos argentinos más queridos del metal argentino. No solo por su calidad a la hora de ejecutar su instrumento (indudable, por cierto), ni por el compromiso de su poética, que desde los primeros 80 se convirtió en una pluma urgente al servicio de las causas justas. No. Pasa por otro lado. Gustavo generaba un vínculo particular con la gente, imposible de reducirlo a la mera relación músico-fan. Tenía la capacidad natural de crear un sentimiento donde primaba la calidad humana, traducida en amistad y compañerismo.

La reacción de la concurrencia al evento para celebrar su memoria, que tuvo lugar los días 12 y 13 de agosto en las instalaciones de El Teatrito, no dejó ninguna duda de esto. Un cúmulo de emociones encontradas se dieron cita ambos días, en los cuales, los abrazos, las risas, las lágrimas, estuvieron presentes, tanto arriba como abajo del escenario. ¿Cuántos de todos esos asistentes no conversaron al menos una vez con él, no compartieron una anécdota, un trago, un abrazo?

Según comentaron los músicos más allegados, este homenaje fue planeado para generar un encuentro en el que muchos de todos sus amigos y amigas pudieran concurrir.  Por tal motivo, y gracias a la generosa producción de Icarus Music, la entrada fue gratuita.

Foto de Martín DarkSoul

La grilla de ambos días contó con la presencia de S.U.R., Coral, y Tren Loco. A esta nueva formación, integrada por Zombie Gauna (guitarra), Dany Wolter (batería), y Pablo Soler (guitarra), más la reciente incorporación de Dany Medina en voz, e Isopo Wilson, en bajo, se les fue sumando una extensa lista de invitados: Dany Palieres, Jorge Barroso, Temo Romero, Jorge Moreno, Adrián Subotovsky, Alejandro Fekete, Marcelo Roascio, Marcelo Pijachi, Horacio Giménez, Guille de Luca, Turco Atala, y Dante Zavala, su hijo, entre otros.

Emotivo, sí, pero sin perder la esencia visceral y aguerrida, el show ofrecido por partida doble, no dejó dudas de por qué Tren Loco, aún sin su mentor, sigue siendo una de las bandas más poderosas de la actualidad argentina. Las dos horas de espectáculo en el que repasaron una gran cantidad de clásicos de sus 32 años de carrera (desde “Tempestades” hasta “Cuatro vientos”, pasando por “Apocalipsis”, “Barrio bajo”, “Venas de acero”, “Por knock out”, “Ruta 197”, hasta “Pueblo motoquero”, entre tantos himnos) lo certifica con creces.

Definitivamente un homenaje a su altura, con amigos y amigas, músicos, periodistas, fotógrafos, artistas, escritores, en fin, todo el entramado humano que rodeaba a Gustavo en un mismo lugar para darle esta despedida, o más bien, bienvenida a la eternidad.

De ahora en adelante habrá que aprender a convivir sin su presencia, sin sus consejos, sin su compañía. Se abre un nuevo capítulo, tanto en la banda que, por voluntad expresa del propio bajista continuará en actividad (la próxima salida del nuevo disco Prisioneros de la Tierra y la gira de shows subsiguientes es una prueba de esto), como en la vida de todos los que lo quisimos y lo seguimos queriendo. Tristes por su temprana muerte, inmensamente felices por haber tenido la suerte de ser sus contemporáneos, y sobre todas las cosas, sus amigos.

Foto de Martín DarkSoul

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